Culpable

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—¿Desde cuándo?—Preguntó el castaño.

La pelirrosa permaneció con la mirada oculta entre su flequillo y evitando mirar a su amigo.

—¡Respóndeme de una maldita vez, Anya!—Gritó, sintiendo como la ira iba creciendo.

—Tres meses.—Se limitó a contestar.

—¿Por qué no me dijiste nada?

—No quería preocuparte.

El rió con sarcasmo.

—¿Y crees que ahora no estoy preocupado? Estas llena de heridas y moretones.—Apretó su mano con rabia.

Ella se quedó callada. No era común que lo hiciera.

—Igual ya me preocupabas desde hacía tiempo, se te notaba rara.

—Siempre he sido mala para ocultar mis emociones.—Soltó ella una sonrisa lastimosa.

—¿Por qué lo hicieron?

—No lo sé.

—Sí lo sabes, y me lo vas a decir.—Exigió el castaño.

—No quiero.—Se negó ella.

—¡Anya!—Volvió a gritar enfadado.

Él solo trataba de ayudarla, pero no ponía de su lado.

—Yo estaré bien, así que no te preocupes.

—¡¿Cómo se supone que vas a estar bien?!¡Deja de decir tonterías, esto es un tema serio! ¡Tenemos que decírselo a algún profesor!—Se iba a levantar, pero fue detenido por la mano de la pelirrosa.

—Gracias por preocuparte por mí, Damian. Pero no quiero que te involucres.

Ella se levantó y salió corriendo, alejándose de la enfermería y de la vista del Desmond.

—¿Quién va a estar bien cuando le están intimidando?—Preguntó al aire, sintiéndose impotente al no poder ayudar a la chica de la que se había enamorado.

Y es que la triste realidad, Anya estaba sufriendo acoso escolar.

.....

—¡Estoy cansada de ellas, Anya-chan!—Exclamó la pelinegra.

—No fue nada, Becky.—Intentó la pelirrosa calmar a su mejor amiga.

—¡¿Todos esos golpes y el dolor que estás pasando no son nada para ti?! ¡¿Acaso tu madre no te ha entrenado para que puedas defenderte?! ¡Haz algo, por el el amor de Dios!—Gritó la Blackbell en medio del jardín de Eden.

—Me pondrían otra Tonitrus. Además, si trato de excusarme, nadie me creerá. Sabes que ya me juzgaban por el trabajo de mis padres, si digo la verdad nadie creerá lo que digo y pensarán que lo hice por envidia.

Anya podía defenderse perfectamente, su madre desde los seis años la había entrenado para que no tuviera que sufrir aquellos ataques. Pero bastante mala fama había ganado a sus seis años golpeando al Desmond.

Que ella le devolviera el golpe a sus atacantes solo constataría lo violenta que era y darían por hecho que sería envidia.

—¡Yo estaré contigo! ¡Así te creerán!—Exclamó su amiga con pequeñas lágrimas asomándose por sus ojos.

—Becky...—Los ojos de la pelirrosa también comenzaron a aguarse.

—Vayamos con un profesor, Anya-chan.—Pidió de nuevo.

Culpable | DamiAnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora