Capítulo 2.

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Dona

La carretera se encontraba casi vacía, conducía tranquila mientras una ligera brisa golpeaba mi rostro mientras avanzaba por la vía, extendí la mano para alzar el volumen de la música. Después de tomar el café con Carlos, y aclararle que solo lo veía como un compañero de carrera.

Me dirigí hasta mi departamento para preparar todo lo que necesitaría este fin de semana. La casa de mis padres se encuentra en las fueras de la ciudad, en una zona llamada Palms Street, la finca posee hectáreas de terreno verde bien cuidado incluyendo un lago.

Estaba nerviosa cada vez que iba de visita a casa ya que mi madre siempre quería emparejarme de alguna manera con los hijos de sus amigas, sin embargo extrañaba a mi padre y hasta a la odiosa de Jimena. Unas horas más tarde el cielo encontraba en tonos naranjas y purpura mientras me acercaba al área residencial. Gire a la izquierda en una intersección que me conduciría al gran portón de entrada.

Salude desde la cámara a Paco, quien ayuda a mis padres con la seguridad desde que tengo uso de razón. Al reconocerme procedió abrir el gran portón di las gracias mientras avanzaba por la entrada. La casa se encontraba iluminada lo cual hacía que se viese más hermosa, mi madre se tomaba muy enserio la cena de los viernes ya que habían ocasiones que venían a cenar grandes políticos o cenadores del país, ella lograba de alguna forma todo luciera perfecto.

Estacione el coche en la entrada y me dirigí hasta el maletero para sacar mí pequeña mochila. Subí despacio las gradas, estire un poco los brazos estaba exhausta di tres golpes con los nudillos a la puerta y esperé, en el fondo se escuchaban varias voces en el fondo, de pronto unos pasos se acercaron la puerta.

Esta se abrió dejando ver la figura de mi progenitor, su rostro se ilumino con sorpresa. No esperé mucho fui y me abalancé a sus brazos, el de inmediato me rodeo con sus los suyos cerré los ojos inhalando su colonia disfrutando el momento. Nos separamos después de un rato.

—Pasa hija, tu madre está algo histérica.

—La pregunta sería, ¿cuándo no lo está?

—Será mejor que no te escuche llamarla así.

Volteo indicándole mi meñique en forma de Pink promeses. La carcajada que pegó mi padre resonó a mis espaldas al pasar, solté mi equipaje cerca de las escaleras antes de dirigirme hasta la cocina donde mi madre se encontraba supervisando todo como un halcón, y nada más vestida como si fuese a asistir a los Oscar.

La observé mientras todo el personal corre de un lado a otro siguiendo sus indicaciones, llegué hasta ella y la abrazo por dé tras sorprendiéndola en el acto. Se volteó y sus impactantes iris oscuros chocaron con los míos una amplia sonrisa apareció en su rostro, no tardó en darme un abrazo de esos que yo llamo rompe huesos, cuando siento qué ya he tenido suficiente decido poner distancia, ella lo nota y me libera.

— ¿Estas más delgada, estas comiendo bien?

—Si Má, ¿Dónde está Jimena?—Interrogo buscándola con la mirada.

—Está en el estudio, ve por ella los Coleman están a punto de llegar.

—¿Los quién ?—.Me hago la desentendida.

-Si los Coleman, cariño sé que tú y Axel no terminaron en buenas condiciones... pero...

—No, no te preocupes me sabré comportar.

—Gracias cariño, sé lo difícil que será para ti.

Asiento con la cabeza antes de tomar mi mochila y subo las escaleras, dirigiéndome hasta el estudio de mi hermana mayor. Atravieso el corredor decorado por todas las fotos de mi hermana en competencias de ballet.

Me detuve tras la puerta de vidrio, mi hermana se encontraba practicando su rutina quedé encantada por la gracia y la dificultad de sus acrobacias, entré sin hacer mayor ruido la música clásica me envolvió mientras observaba los desplazamientos que realiza.

Siempre admiré a las bailarinas de ballet, es un arte muy bello que demanda el cien por cien del esfuerzo de disciplina sin mencionar el dolor de los pies, esa parte nunca me agrado. Ella termina y no me contengo de aplaudir aludiéndola, ella nota mi presencia mirando al espejo y corre hacia mí con una amplia sonrisa.

—No sabía que vendrías.

—Y perderme la oportunidad de cenar con el futuro del ballet, no lo creo —.Ella sacudió la cabeza rendida con mis ocurrencias.

—Vamos, salgamos de aquí tengo tanta hambre que podría comer un caballo —.Anuncio recogiendo sus cosas de la banqueta.

—No creo que a lluvia le agrade mucho tu comentario.

Tiempo después nos encontrábamos sentados en la sala viendo el televisor, para la cena me decante por un vestido de encaje azul con escote asimétrico qué había utilizado para la cena de navidad del año anterior, lo combine con unos zapatos de taco del mismo color mi melena pelirroja hacia un buen contraste con la tela del vestido y preferí dejarlo suelto, alrededor de las nueve llegaron los Colen mi madre como toda buena anfitriona los recibió con su sonrisa de campaña política.

—Sean bienvenidos, nos espera una gran velada—.Anuncio mientras saludaba, salude con un apretón de manos al señor Coleman siempre tuve más afinidad con él era muy cortes y no tan borde como la señora Coleman, quién no me quería para su hijo mi padre entablo una conversación entretenida en lo que se alejaban hasta la zona del comedor, en mi interior rogaba que Axel no viniese me apresuré a cerrar la puerta.

—Auch...—Se escuchó tras esta. La abrí nuevamente encontrándome con la figura de Axel frotándose la frente.

—Lo siento, no te vi —.Comenté con falsa culpa.

—No te preocupes, linda—.Y allí estaba aquel apelativo, cuando estábamos juntos me parecía infantil sin embargo ahora está fuera de lugar.

—Mi nombre es Doménica—.Afirmé cortante, ya no quería estar cerca de él.

—Claro... perdón por eso, la costumbre...—Explico rascando su nuca nervioso.

—No importa, pasa ya todos están en el comedor—.Le informé, me pasó por el lado no sin antes darme una descarada repasada con sus ojos verdes, lo ignoré tomando la delantera.

—Estas son para ti, recuerdo que te gustaban mucho-Aquello detuvo mis pasos, di la vuelta encontrándome con un bello ramo de tulipanes azules, lo recibí sin mayor interés.

—Gracias...Axel, las pondré en un jarrón —.Contesté.

—Te acompaño.—Comento intentando seguirme.

—No, adelanté no me tomará mucho tiempo.

Declaré con decisión el captó la indirecta y asintió dirigiéndose al comedor, desvié mis pasos camino a la cocina necesitaba un momento a solas. No sé qué ocurre con migo, se supone que ya lo superé que ya no me afecta, sin embargo..

Sabes en el momento que terminas una relación y esa persona que considerabas tan especial con quien compartiste tanto, en el momento que pasan de ser todo a nada es imposible no sentir un dolor en el pecho y cada vez que lo vuelves a ver, ahora entiendo por qué se dice que ''Cuando un corazón se rompe, al momento de recoger los pedazos del mismo solo hallarás noventa y nueve trozos del mismo''.

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⏰ Última actualización: Dec 11, 2023 ⏰

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