Capítulo1.

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Dona

Los ojos me pesan de tanto fijarme en la pantalla de mi laptop, este semestre está siendo muy agotador aunque puedo comprender el por qué cuando mi madre me convenció de estudiar leyes, me imagine que sería como en las series de ''La ley y la orden'' o algo perecido, pero no. Tengo más de cinco libros de leyes y normas que aprender para el final del cuatrimestre.

 Me estiro sobre la vieja silla de escritorio, intentando no quedarme dormida ya ni la cafeína hace el efecto que debería. Cojo el teléfono de la mesita de noche para ver la hora, hace más de seis horas que me encuentro concentrada en terminar de repasar los últimos timos no me considero perfeccionista sin embargo me gusta estar al día con los temarios.

Decido parar me dirijo a la cocina por algo de comer. Tengo algunos mensajes del grupo de carrera otros de mamá y varios chats sin abrir. Elijo contestar los mensajes más relevantes y procedo a ignorar el resto. Pongo a calentar el resto de comida en el microondas, mientras pongo algo de música desde el teléfono el cual empieza a llenar el silencio, quedo viendo a la nada. 

El pitido de la maquina me trae de vuelta, y me dispongo a tomar el plato caliente escojo una chuchara y me dirijo a la mesa del salón, el apartamento no es muy grande poseo lo básico: una habitación, una ducha, cocina, un salón y un balcón con una hermosa vista de la ciudad. La música se ve interrumpida cuando la imagen de mi madre aparece en la pantalla, tomo un suspiro antes de contestar lleva llamándome todos los días a la misma hora desde que me fui de casa.

—Hola mamá.

—Haloó? holaa, no te veo—Contesta y me doy cuenta, que de nuevo tiene la opción de video apagada.

—Mamá, tienes la cámara apagada.

— ¿Qué?...

— Gustavo, no veo a la niña. —Escucho como le habla a mi padre

— ¡Prende tu cámara mujer!—Le grita desde el fondo.

La pantalla se aclara de repente, y veo a mi madre con sus lentes de lectura.

—Hola mamá.

—Hola cariño, tu sabes que yo aun no entiendo este teléfono. ¿Cómo estás, ya comiste?

—Bien, si estoy comiendo.

—A esta hora Dona ?No me digas que estas volviendo a saltarte las comidas, sabes lo malo que es eso tu hermana...

—Sí mamá, y no me estoy saltando las comidas solo se me fue el tiempo.

—Bueno Mija, me alegro te llamaba para confirmar si vas a venir el viernes.

—Mmm estoy algo apretada con la U, pero intentaré ir.

—Está bien, cuídate nos vemos.

—Nos vemos mamá.

Al día siguiente me levanto temprano, tomo una ducha caliente y me dirijo hacia el almario tomo el pantalón de tela beige, una camisa de botones blancos y la chaqueta del mismo color que el pantalón, calzo mis botines negros y me cepillo el cabello antes de atarlo. Una vez lista voy a la cocina por un batido de fruta, recojo mis libros y las llaves de la mesa antes de dirigirme a la puerta. El frío viento me da en el rostro mientras avanzo por el campus, me recrimino por no haber traído una bufanda. 

Avanzo con calma por los amplios pasillos de la facultad la mayoría de los estudiantes, se encuentran regados por todo el campus o tomando algo de la cafetería, antes de sus clases. Dirijo mis pasos hasta mi salón cuando de pronto ciento un leve tirón de la muñeca, el cual me hace rotar en mi eje encontrándome con la mirada azulada de mi novio.

—¿Por qué no contestas mis mensajes? —Me interrogó Tom.

—Buenos días para ti también. — Contesté en el mismo tono.

El frunció el ceño, poniendo su semblante serio y opté por cambiar de tema.

—He estado ocupada, Tom—Contesto frotándome la muñeca.

—Me hubieras dicho, no solo evitándome.

—No te he estado evitando, solo tengo cosas que hacer—Detestaba cuando se ponía de ese modo.

— ¿Estarás libre este fin de semana? Podríamos ir a la casa del lago.

—No puedo, te dije que estaría en casa de mis padres.

—Nunca tienes tiempo para mí, es como si yo no importara. — Abrí los ojos indignada no podía decirme eso.

—Qué, pero si la semana pasada me la pasé contigo... hasta fui a tu presentación de electrónica.

—Sí pero no es suficiente, estas a ratos. Sabes qué mejor olvídalo. — Se quejó, esto es agotador.

Miré el reloj de mi muñeca, ya faltaba poco para la clase. No me gustaba cuando peleamos, decidí ceder y quedar en paz.

—Losé y tienes razón, te lo compensaré cuando vuelva.

—Bien...—Dijo echando un suspiro, se me acerco despacio y me dio un casto beso en la frente antes de besarme en los labios.

Cuando nos separamos lo vi un poco más tranquilo.

—Nos vemos el lunes, si cambias de parecer estaré en la casa del lago. — Asentí con la cabeza mientras me alejaba a mi clase.

El resto de la mañana paso más rápido o eso me pareció, después de aquella discusión con Tom, dirigí mi atención en las clases y entregar mis trabajos a tiempo ya pensaría mas tarde que hacer con el chico de ojos azules, que me volvía loca. Las clases con el señor Leblanc son las más tediosas, varios compañeros se habían cambiado de curso solo para no tener que verlo. 

Al fin ya era la última clase, me gruñía la barriga debí comer algo más que un batido, para cuando sonó el timbre me encontraba tomando mis últimas anotaciones. En el resto del salón se escuchó un suspiro general, como si todos estuviesen rogando por que terminara hora. Guardé todas mis cosas en la mochila y me dirigía hacia la puerta, cuando alguien me detuvo.

—Sí —Contesté, volteándome hacia quien llamaba, era Carlos. Uno de los compañeros de carrera más persistentes en intentar salir con migo.

—Hola.

—Hola, Carlos.

—Vas al café de Lola? —Me interrogó.

—Mm de hecho no, planeaba ir a casa.

—Oh entiendo, me dejarías invitarte un café?

Sonreí por lo bajo, sabía que no me iba a dejar en paz hasta que aceptara ir a tomar algo con él además tenía hambre. Elegí matar dos pájaros de un tiro.

—Está bién Carlos. Vamos por ese café. —Le respondí.

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