Capítulo 2

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Lucien llegó tan rápido como pudo a su habitación, su respiración era errática y pesada, por el esfuerzo que había realizado, las heridas hechas por Damian y sus lacayos eran más serias de lo que se había imaginado originalmente, las contusiones se estaban oscureciendo lentamente, dejando así un moretón que resaltaba en su pálida piel.

Lucien limpió las lágrimas que se habían escapado de ojos, y sin darse cuenta terminó frente a su espejo de cuerpo completo.

—Eres un idiota, mírate llorando como un imbécil, eres patético y luego te preguntas porque nadie te quiere—.

Su voz era entrecortada, en su espejo podía ver las marcas que lentamente iban apareciendo, y eso solo lo hacían sentirse peor, se sentía tan inútil, y sin poder evitarlo más lágrimas escaparon de sus ojos.

El resto del día pasó sin mayor novedad, con Lucien encerrado en su habitación estudiando para el ritual de invocación del día siguiente.

——Al día siguiente——

se levantó con los primeros rayos del sol, estaba nervioso, si el ritual no era exitoso podrían expulsarlo, y eso lo ponía muy ansioso. Después de alistarse se marchó con rumbo al patio central, al llegar vio a todos ya listos junto al profesor, el profesor solo le dió un leve asentimiento de cabeza indicando que ya lo había visto, esperaron unos minutos más a que todos estuviesen presentes.

En medio del patio estaba dibujado un pentagrama invertido, el cual tenía en cada una de sus puntas el nombre de uno de los cinco elementos, y en medio de estos un pilar con una esfera que contenía dentro a dicho elemento.

—Como saben el día de hoy realizaremos el ritual de invocación de un familiar, este es un ritual sagrado y definirá su futuro—. La voz del profesor era fría y serena, hablaba sin mirar a nadie en específico, como si sus palabras no estuviesen dirigidas a nadie, pero todos lo sabían era una advertencia para Lucien, el hueco.

Titus Seius Arrianus era un hombre alto y corpulento con la piel morena, su cabello corto de color chocolate contrataban con sus ojos carmesí.

Lo que desconocían era que el profesor Titus Seius Arrianus, había sido el tutor encargado de la educación de Lucien durante su infancia, y fue uno de los primeros en darse cuenta de la anomalía que era Lucien Bonnet.

En este momento nos hemos adelantado demasiado a los hechos, para que puedan entender mejor mi historia debemos rememorar los que pasó el día que cambió mi vida por completo.

——Flashback——

Titus Seius Arrianus había sido contratado hace ya un año para ser el tutor privado del heredero de los Bonnet, Lucien Bonnet, Lucien era un niño encantador, dedicado y educado, su apariencia física era idéntica a la de su padre, el Duque Andre Bonnet, por otro lado no tenía un solo rasgo de su madre, la Duquesa Sabine Blaustein de Bonnet, ni uno solo, Lucien era una copia idéntica de su padre, así que quién era su padre jamás a estado en duda.

A pesar de ello el trato de la pareja hacia su hijo mayor era extremadamente severo, quizá ese hecho podría justificarse debido al hecho de que Lucien se debía convertir en el heredero perfecto del ducado.

No obstante, Titus no era ciego ni estúpido, durante todo ese año en el que había estado enseñando al joven heredero no había podido ser testigo de ninguna clase de magia accidental, y eso era un hecho demasiado preocupante, para sus seis casi siete años, el pequeño Lucien debería ya haber tenido al menos un evento de magia accidental en su clase, pero no había sido así, y por lo que había oído de las mucamas no había pasado tampoco fuera de su horario de clases, Titus estaba realmente intranquilo.

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