Capítulo dos

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¡Harry! ¡Se llamaba Harry!



- ¡Harry!

Niall chilló el nombre en el mismo momento en que apareció en su cabeza, y prometiéndose jamás volver a olvidarlo, echó a correr para alcanzar al chico, que paró al escucharlo pero no se giró a mirarlo.

- Lo siento, lo siento mucho - empezó a disculparse.

- No te preocupes - lo cortó Harry, y fue obvio que estaba sorbiéndose las lágrimas aunque giró la cabeza para evitar que Niall lo viese.

- ¡Sí! Sí que me preocupo - insistió el rubio moviéndose hasta quedar justo enfrente de él por si intentaba irse de allí - Soy... ¡soy gilipollas! No sé cómo no pude darme cuenta de que eras tú, es obvio que eras tú. Que eres tú - añadió con un hilo de voz, queriendo que aquella frase siguiese siendo válida en presente, pero temiendo que su ceguera la hubiese condenado al pasado - Y siento muchísimo todo lo que te acabo de decir.

- No - negó Harry sacudiendo la cabeza y esforzándose en contener las lágrimas para mirarlo - Si realmente es una tontería, no tiene importancia. Así que no te preocupes, tampoco es algo importante...

El chico dijo aquello, pero no parecía muy convencido de sus propias palabras, y Niall rogó porque no lo estuviese en realidad, y al ver como se hacía a un lado para seguir caminando no intentó detenerlo, pero por fin empezó a decir todas las palabras que llevaba meses guardándose.

- A mí sí me importa - empezó a decir, y aunque le tembló la voz lo ignoró para seguir hablando decidido - Me importa mucho. Me importa tanto que tengo guardado cada uno de estos vasos que me has dado. Los tengo en las estanterías de mi habitación, y en el escritorio... y hasta tengo uno en la mesilla para verlo antes de dormir. Para mí esto importa tanto que cuando hoy estaba teniendo el peor día posible lo primero que se me ocurrió fue venir, porque sabía que solo tus palabras podían hacer que mejorase.

- Pero tú querías que fuesen de Megan - respondió Harry, y su voz delató sus lágrimas en esta ocasión, volviendo a detener sus pasos.

- No - negó Niall al instante y viendo como el chico no hacía ademán de volver a emprender su camino se adelantó hasta quedar a centímetros de su espalda - No quería que fuese de Megan, pero soy gilipollas y pensé que eran de ella; pero lo importante es que ya sé que eran tuyas, y que necesito que por favor te olvides de todo lo que te dije antes. Bueno, no, no quiero que lo olvides, pero quiero que olvides que lo dije por ella.

- Pero lo dijiste por ella - insistió el moreno, apretando los puños, necesitando irse de allí e incapaz de echar a caminar al mismo tiempo.

- No - repitió el otro chico, esta vez adelantándose para quedar frente a Harry, y conteniéndose para no secarle las lágrimas - Me daba completamente igual de quien fueran, Harry yo lo que quería era poder estar con la persona que me escribe estas cosas; quiero poder darle las gracias a quien le prestó tanta atención a mi acento como para decorarme una taza con tréboles cuando dije que echaba de menos mi casa, y discutir con quien piensa que no sé de fútbol, y que me mires fijamente a los ojos para ver de qué color son y que me hagas ponerme colorado; y saber cual es tú café favorito para poder invitarte porque te debo uno, y que me enseñes dónde te quemaste al escucharme tocar la guitarra, y tocarte las dos canciones que compuse para ti sin saber que eras tú. Harry yo quiero a esta persona, a esta - recalcó levantando la mano para ponerle la taza de cartón delante de los ojos.

- Pero... pensabas que era ella, ni siquiera te habías fijado en mí - dijo Harry con tristeza.

- Pero eso es porque soy subnormal - aseguró Niall con vehemencia, dando un paso para acercarse un poco más a él, y mirándolo por primera vez a los ojos - Porque puedo tener lo mejor del mundo delante de los ojos y no verlo; y una cosa... ¿tú te quedas tonto con mis ojos? ¿Tú? No sé como coño no había visto nunca lo bonitos que son los tuyos.

Un café para llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora