𝗕𝗕 | Las luces brillaban en sus viseras, pero la verdadera incógnita relucía en sus miradas: ¿podrían superar el pasado y redescubrir la confianza, o estaban destinados a seguir rivalizando en las pistas de manera perpetua?
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La luz del sol apenas comenzaba a filtrarse a través de las ventanas de la casa de Oscar, cuando la puerta se abrió con un suave golpe. Tres toques, el código secreto que solo una persona conocía. Emma había regresado.
Oscar, aún adormecido, abrió la puerta con un gruñido, esperando encontrar a alguien que viniera a interrumpir su sueño. Pero al ver a Emma, su expresión cambió. La niña de ocho años que había conocido años atrás, ahora era una joven hermosa, con ojos que brillaban de amor.
─Vamos, es demasiado temprano para las visitas.─dijo Oscar, intentando ocultar su sorpresa.
La sonrisa de Emma iluminó la habitación. ─Que bienvenida tan enteramente poco sorprendente.
Oscar se sintió culpable al ver la mirada de Emma, llena de amor y esperanza. Su corazón latía con fuerza mientras se acercaba a ella y la abrazaba.
─Estás de regreso, finalmente estás aquí. ─susurró.
─No pensé que el futuro piloto me extrañara tanto.─respondió Emma, con una sonrisa.
Mientras Oscar la guiaba hacia la cocina, Emma se sentó en una silla, con una mirada curiosa. ─¿Quién más sabe que regresaste?
─Tengo un par de horas que regresé y eres el primero al que visité.─respondió Emma.
Oscar se sintió nervioso, sabiendo que tenía que contarle la verdad. La verdad que podría romper su corazón.
─Bien, porque hay muchas cosas que debo contarte.─dijo Oscar, tomando una silla y sentándose enfrente de Emma. ─Y entenderé si me odias después.
Las palabras de Oscar cayeron como un golpe en el corazón de Emma. ¿Qué secreto escondía Oscar? ¿Qué había cambiado desde su partida?
La joven se preparó para escuchar la verdad, sin saber que su vida estaba a punto de cambiar para siempre.
