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- Hola, bienvenida al café ONCE-TWICE, ¿qué le gustaría ordenar?

- Un americano, por favor.

- ¿Sólo eso?

- Sí, por favor.

La chica detrás de la barra presionó algunas teclas de su registradora, mientras Tzuyu sacaba dinero de su bolso.

Después de pagar y tomar el café que le entregaba otra chica, la taiwanesa iba de salida, cuando no contó con una chica bastante distraída chocar con ella y tirarle el café encima.

Era época de primavera y ese día en particular era un día en el que el sol predominaba y el cielo estaba semi despejado, una que otra nube blanca esponjosa le acompañaba. Por está razón, de ser un buen día, Tzuyu vestía prendas ligeras y frescas, algo que no le ayudó cuando el café fue derramado encima de ella.

La pelicorto se mordió los labios y cerró sus ojos fuertemente por aquel quemor en su pecho y abdomen.

- ¡Oh! ¡Lo siento! ¡De verdad lo siento!

Todos en la cafetería, dentro y fuera observaban aquella escena y algunos sólo se mostraban divertidos, pero otros sentían el dolor de la más alta.

- Yo, lo siento, soy torpe, déjame ayudarte.- dijo la chica frente a ella, quien comenzó a tocar su pecho.

La taiwanesa se quejó y al fin abrió los ojos para mirarla, ya que aquella voz la conocía.

El dolor disminuyó. Se perdió en aquellos ojos llenos de culpa, vergüenza y miedo. En aquel puchero. Sus cachetes regordetes. Su cabello oscuro y brilloso. Estaba tan distinta a la última vez que la vió, pero seguía hermosa.

- Lo siento, lo siento, lo siento.- seguía expresando la de enfrente, quien con lo que parecía ser su suéter seguía secando a la taiwanesa.- Por Dios, te he quemado toda, si no fuera porque traes esta camiseta, te quemo el pecho y el abdomen completamente, perdóname.

- Ya, ya.- le tomó la muñeca. Aún ambas seguían en la puerta. La chica de cabello oscuro vió el agarre en su muñeca y alzó la mirada al fin, encontradose con una chica de cabello corto y teñido de un tono castaño claro. Unos ojos hermosos, los más hermosos que había visto una y varias veces en su vida años atrás.

Tzuyu caminó hacia un lado, jalando a la chica en la misma dirección, las personas continuaron entrando y otras saliendo, mientras dirigían los ojos en el cuerpo húmedo de café de la taiwanesa, algo que incomodó a Tzuyu porque su camiseta se había pegado al cuerpo.

La más alta decidió ignorar aquello y volver a ver a la chica, para luego mirar su suéter.

- No tenías que secarme con tu suéter, Sana.

- Lo siento, fue lo único que se me ocurrió, además tampoco pude secarte, se mojó también, ya que me salvó de quemarme.- susurró lo último, pero sin quitarle la mirada, pues quería estar aún más segura que no estaba soñando y si era quien creía que era.- ¿Chewy?

- Pensé que te habías olvidado de mi.- sonrió de lado, bajando su mirada para ver su camisa y comenzar a ventilarla. Sí que le ardía, pero no quería irse todavía.

- ¿Cómo podría olvidarme de ti?.- Se mordió el labio para evitar soltar una sonrisa enorme.- Estás preciosa, te teñiste el cabello. Te veo más alta.

La taiwanesa se rió por su último comentario, la miró y no podía creer que tenía a la chica que le robaba el sueño después de un año y un poco más frente a ella.

- Gracias, Shasha, también estás preciosa.- Sana se sonrojó, pero no lo ocultó.

Ambas se quedaron mirando, hasta que unos brazos rodearon a Sana por los hombros, gritándole en su oído.

- ¡Hola!

Sana se asustó, saltando mientras se volteaba. La chica se hubiera caído si no fuera por Tzuyu, con quién chocó y la sostuvo, tenerla cerca de esa forma fue doloroso y placentero.

- ¡Momo!

- ¿¡Tzuyu!?

- Hola Momo.- sonrió la más alta, mientras alejaba a Sana de ella para que no se manchara.- Es bueno volver a verte.

- Digo lo mismo, Yoda, estás tan bonita como siempre.- hizo a un lado a Sana, Sana la miró mal, mientras que Tzuyu reía.- incluso estás más bonita, te va bien el cabello corto.- le apretó la mejilla como si ella fuese una niña chiquita.

- Gracias.- se sonrojo ante el gesto y halago.

Momo bajó la mirada a la camiseta de Tzuyu, notando que aún tenía un cuerpo muy bonito, pero viendo arriba del cuello de la camisa notó la irritación en su piel.

- Pero ¿qué te pasó, Tzuyu? ¿Fue Sana? ¿Cierto?.- empezó a acercarse para tocar esa parte irritada que se notaba, pero Tzuyu la detuvo.- Lo siento, la tenía con la correa, pero ya sabes cómo es.

- ¡Momo!- Sana a su lado le golpeó el brazo y miró dónde Momo había visto.- De verdad lo siento, Tzuyu, vayamos al hospital y...

- ¿Qué? no no, tranquila- empezó a decir la alta.- no es gran cosa, será mejor que me vaya para ponerme algo.

- Déjame acompañarte.- comentó Sana

- Déjanos.- expresó Momo, haciendo que Sana rodara los ojos.

- No es necesario, continúen con su reunión.- decía mientras comenzaba a girar al rededor de ellas para comenzar a marcharse.- fue un gusto volver a verlas, bienvenidas de nuevo a Corea.- les regaló una sonrisa.

- Chewy.- llamó Sana. Tzuyu se giró para verla una vez más.- aún nos debemos un café. Y sobre todo, ahora yo te debo un café.

- Pues yo creo que después de esto y llegar a ver su piel no querrá más café.- comentó Momo, para recibir otra mirada amenazante por parte de Sana y una mirada de risa por parte de Tzuyu.

Sana volvió a mirar a Tzuyu, quien también la miraba a ella.

Increíble era que aún pasando más de un año, sus corazones latian locamente el uno por el otro, sus manos sudaban y cosquilleaban por desear ser tomadas entre sí, sus gargantas creaban nudos y ardían por las palabras que deseaban expresarse, sus ojos sólo podían mostrar lo mucho que se habían extrañado, lo mucho que anhelaban estar junto a la otra, y sus labios, sus labios eran como un rompecabezas y al fin habían encontrado ambas la pieza faltante, sólo faltaba unirlas.

- Nos debemos un café.- dijo Tzuyu, quien volvió a darle una sonrisa a Sana y se despidió con la mano para comenzar a caminar.

- ¿Aún la quieres?.- preguntó Momo, mientras miraba a su amiga, quien tenía la mirada fija en aquella chica.

- La amo, jamás lo he dejado de hacer y siempre será así.

- ¿Y conseguiste su número?.- hizo que Sana saliera de su burbuja de amor para mirarla, Momo se rió de ella.- típico de Sana despistada, pero no es tu culpa, Tzuyu también estaba en su nube de amor.

- ¿Crees que Tzuyu aún me quiera?

- Creo que Tzuyu también te ama tanto como tú a ella.

Los ojos de Sana se iluminaron aún más y una sonrisa, junto con unos saltos fueron el inicio de una Sana extremadamente alegre y enamorada.

Después tanto tiempo, sí se volvieron a encontrar y ahora todo era distinto, ahora tal vez por fin podrían pagarse aquel café que se quedaron debiendo.

Nos debemos un café Donde viven las historias. Descúbrelo ahora