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Ya en la cafetería ONCE-TWICE, se encontraba Tzuyu esperando a Sana afuera con un girasol en su mano derecha, mientras que en la izquierda tenía una pequeña cajita.

Una Sana alegre llegaba, estaba nerviosa y emocionada, y cuando vió a Tzuyu, sus nervios aumentaron más, pero también su emoción cuando vió que tenía en sus manos un girasol.

- Hola chewy.- dijo tímida, mientras se acercaba para darle un beso en la mejilla, algo que Tzuyu recibió con gusto, cerrando los ojos mientras disfrutaba de aquel tacto de los labios de Sana a su piel.

- Sanashine, estás hermosa.- dijo cuando recompuso su postura al igual que Sana.- esto es para ti, el girasol puede significar muchas cosas, dependiendo del contexto.- comenzaba a decir, mientras Sana tomaba aquella flor.- y tal vez suene muy cliché esto, pero lo cierto es que eres mi sol, Sanashine, te seguiré a donde vayas de ahora en adelante si me lo permites. Siempre has sido mi sol, me has alentado a ser mejor persona, gracias a ti también soy mejor ahora y me haces querer seguir mejorando. Ahora sé que todo debía pasar así, y si me lo permites Sana, déjame ser tu girasol, déjame seguir tu luz, tu alegría, tu vida, déjame admirarte más de cerca y halagarte con todas las palabras que sepa, y si hacen falta más, las buscaré, pero déjame hacer eso y más.

Sana estaba llorando frente a ella, algunas personas que estaban sentadas afuera las miraban sonriendo, felices por las palabras de la chica más alta.

Tzuyu posó su mano libre en la mejilla de Sana para quitarle una lágrima y acariciarla después. Mientras que con la otra le presentaba una cajita.

- Aquel día que íbamos a tomar un café, yo iba a darte esto.- quitó su mano del rostro de Sana, algo que la otra detestó, quería seguir sintiendo a Tzuyu así de cerca, pero lo aceptó.- una vez me dijiste que querías compartir con alguien pulseras con un significado bonito.- comenzó a sacar la que había dentro de la caja.

Era una pulsera con un dije de un girasol, que detrás de este tenía grabado "Tzuyu", Sana le extendió sin dudar su brazo derecho, a lo que Tzuyu respondió con una risa adorable y se lo colocó.

- ¿Y el tuyo?.- preguntó Sana.

Tzuyu le extendió su brazo izquierdo, el de Tzuyu era un Sol y este tenía grabado "Sana". La japonesa sonrió demasiado y se lanzó al fin en sus brazos, teniendo cuidado con su girasol.

Se separaron y se miraron.

- Nos debemos un café, Chewy.

- Vamos por ese café, Sanashine.

Entraron a aquella cafetería y pasaron un momento mágico y genial, entre risas, más cosas por contar, juegos repentinos sobre adivinar que es lo que vé la otra, compartiendo postres.

- ¿Por qué te pusiste la pulsera en tu mano izquierda?.- preguntó de repente Sana mientras jugaba con el pequeño girasol.

- Porque tú eres mi mano derecha.

- ¿Y tú eres mi mano izquierda?

- Sí, no eres nada buena con tu mano derecha .- se burló provocando un puchero en Sana.- además siempre que vayamos caminando nuestros diges se podrán unir por un ratito.

- Eres tan linda, tan adorable, tan maravillosa.- comenzó a decir Sana, a lo que Tzuyu reaccionó con un sonrojo y vergüenza por primera vez desde que vió a Sana.- me gustas mucho, Chewy, siempre me has gustado y sé que siempre me gustaras. No quiero perder más tiempo y quiero disfrutar cada instante contigo.

- Así será, Shasha.

Ambas se sonrieron, mientras sus manos, derecha de Sana e izquierda de Tzuyu estaban unidas. Después de un rato, o más bien, se fueron de aquel café a otro restaurante para comer algo más que postres.

Luego estuvieron caminando por distintas calles, hasta que un trueno se escuchó.

- Será mejor que vayas a casa, Sanashine.

Sana hizo un puchero.

- No, no me quiero separar de ti.- seguía con su puchero, mientras Tzuyu acercaba su mano a la mejilla de su enamorada.- por favor, ven conmigo o mejor llévame contigo. Si te vas conmigo, tenemos la probabilidad de encontrar a las demás, y aunque también desean volver a verte con locura, no te quiero compartir con nadie hoy.

Tzuyu no lo soportó más y al fin le dió un beso en medio de la calle, la gente seguía pasando, pero cada quien estaba en su mundo, como ahora aquellas dos chicas. Sana le correspondió enseguida. Era un sueño hecho realidad para las dos.

- Vamos a casa.- dijo Tzuyu separandose para tomar aire, Sana se quejó, no le importaría morir por falta de aire al besar a Tzuyu, pero luego lo volvió a pensar y agradeció eso, quería seguir viviendo para seguir besando a Tzuyu siempre.

- Vamos.- sonrió mientras se mordía el labio.

Tzuyu no pasó desapercibido aquello, y le dió otro beso más en sus labios y luego en su frente. Deteniendo un auto después, se subieron para dirigirse al departamento de la alta.

Al llegar a su departamento, Sana conoció a las dos acompañantes de Tzuyu, Butter y Kaya se enamoraron de Sana. A la taiwanesa le alegró mucho aquella imagen.

Las dos chicas se encontraban en la cama de Tzuyu recostadas con las perritas en medio de ellas, se miraron y sonrieron.

- Me gusta esto.- dijo suavemente Sana, casi en un susurró, mientras afuera se escuchaba la lluvia y los truenos.- me gusta estar así contigo y ellas.- se rió.

Tzuyu sólo le sonrió.

- Quédate esta noche, Sanashine, por favor.

- ¿De verdad quieres que me quede?

- Quiero que te quedes siempre.

- Entonces me quedaré siempre.

Ambas se sonrieron y se iban acercando poco a poco, Kaya y Butter se quitaron de en medio, las chicas agradecieron por ello y acortaron la distancia con un beso.

Entre besos, sonrisas y más besos, el amor seguía creciendo, todo al rededor era hermoso para las dos, no podía haber un momento más perfecto que el que estaban creando ahora.

Sana se separó por falta de aire y se quedó mirando a Tzuyu, acariciando su mejilla y apreciando su rostro, Tzuyu le sonrió, Sana acarició su oyuelo.

- ¿Qué?.- preguntó en casi un susurro la más alta.

- Nos debemos otro café.

Tzuyu iba a decir algo, cuando Sana continuó.

- Nos debemos más de un café por todo este tiempo, Tzuyu.

- Nos debemos otro café.

Terminó por decir para volver a besar aquellos labios, su rompecabezas estaba completo.

Sus vidas estaban completas.

Nos debemos un café Donde viven las historias. Descúbrelo ahora