Capítulo Único

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─ Bakugo Katsuki, veinte y cinco años, soltero, grupo sanguíneo A, accidente automovilístico. Tres costillas, dos dedos de su mano derecha y brazo izquierdo fracturados. Tiene hematomas en la parte del abdomen y la cara. Traumatismo en el cráneo y latigazo cervical*, puedo decir que casi muere.

Había llegado a las cuatro de la mañana un día sábado de verano, entró de urgencia al quirófano para ser operado de sus fracturas y traumatismo. Midoriya Izuku, un chico de veinte y cuatro años, con cabello de un color verde muy peculiar y ojos grandes esmeralda que rebosan alegría junto a unas pecas adornando sus mejillas. Es y sería el enfermero encargado de cuidarlo hasta que pueda irse, pero después de las horas interminables de la operación, el paciente no despertaba y ya muy entrada la noche, perdió la fe en que lo haga.

─ ¿Cómo es que sigues vivo? ─ Revisa el suero, mira el reloj de la habitación blanca y la melodía del monitor cardíaco lo acompaña. ─ Tengo que vigilarte las siguientes 24 horas por si recaes, pero debo decir que estoy muerto del cansancio.

» Tampoco comí, es decir, medio sándwich y un jugo de fresa de la máquina que está en el pasillo. Mi turno terminó hace dos horas, pero soy el único que está disponible para cuidarte hoy, Katsuki-kun.

Se toma el atrevimiento de llamarlo por su nombre de pila, está inconsciente y su familia había ido a dormir después de las extensas horas que pasaron esperando en la sala.

─ Katsuki-kun me debes una comida, de preferencia Katsudon.

Descansaría lo mejor que pueda mañana, dado fuera el caso que él despertara, mucho mejor. Hoy, para su desgracia, dormiría en alguna camilla del hospital y vendría a checarlo más tarde. Así mismo hizo, hacía revisión cada hora, por si despertaba o empezaba a fallar su pulso, prefiriendo mil veces fuera siempre la primera opción. Nadie sabe lo horrible que es ver como se desvanece una vida frente a sus ojos.

─ Katsuki-kun ya son las cuatro de la mañana. Dormí solo dos horas, te revisé siete veces, contando esta, y tú no cooperas. ─ Era una broma claro, lo regaña como si no pudiera hacer su tarea. ─ A las siete debo irme, seguro vienen a verte. Debo darme un baño y volveré en la tarde, no me extrañes.

Hay un silencio interrumpido únicamente por el monitor cardiaco, cosa que Izuku ve con desagrado y fastidio.

─ Odio el sonido que hace esta cosa... Pero, si deja sonar estaría mal.

Vuelve a fijarse en el rostro del extraño, un poco conocido, está hinchado, rojo, morado, con el labio inferior partido, su cabello cenizo con tonos rojizos por la sangre y con un parche en la mejilla.

─ Estás muy feo, Katsuki-kun.

─ Y tú muy bonito ¿No? ─ Izuku por un momento se sorprendió de escuchar la voz de alguien más en la habitación, llevándose la sorpresa de que su amigo había llegado para escucharlo hablar con el paciente.

─ Buen día, Kaminari-kun. ¿Tú lo cuidaras? ─ sonríe ante la anterior broma, espera irse lo más pronto posible porque su cuerpo reclamaba descaso.

─ Hola, Izuku. En realidad, solo pasaba por aquí, me dijeron que tuviste que quedarte. ─ Kaminari, compañero de Izuku, un chico rubio y de ojos color ámbar, tienen la misma de edad.

─ Iba de salida cuando llegó, Chiyo-san me pidió que lo cuidara porque no había nadie más. ─ Si salía un minuto antes, probablemente estaría durmiendo cómodamente en su cama.

─ ¿Por eso le dices feo? ─ Kaminari se acerca, llega hasta Izuku.

─ ¡Claro que no! Solo... Mira su cara.

─ Parece que le dieron con un bate, estás hecho mierda, eh... ─ Kaminari revisa la ficha médica de reojo, aguantando la risa. ─ Bakugo.

─ ¡Ya! Vete. Si no viniste a cuidarlo, mejor ya vete a hacer tus cosas. ─ Lo saca de la habitación a empujones.

Sé que te amo | KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora