1- ¿Dónde estoy?¿Quiénes sois?

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Al sentir el bullicioso sonido de mí despertador casi pegado a mí oído, lancé a ciegas una almohada dando justo en el objetivo, alcé instintivamente un dedo pulgar sin abrir los ojos con una pequeña sonrisa antes de proseguir con mi dulce y preciado sueño.

-¡Onee-chan, dice mamá que te levantes!  - Gritó mi pequeña hermana, Abi, abriendo con fuerza la puerta de mi habitación, haciendo chocar la puerta contra la pared, antes de hacer resonar sus fuertes y energéticas pisadas en el suelo, antes de que se subiese a la cama sentándose sobre mi cadera y empezar a moverme del hombro con una divertida risa.

-Abi...ga...il...- murmuré tenebrosamente abriendo un ojo, antes de que me alzase para empezar a hacerle cosquillas haciéndola chillar de la risa.

-Ya, ya, ya - rogaba la pequeña castaña, ojiazul de seis años, a la que cogí por debajo de las piernas y por la espalda antes de hacerle una pedorreta en la tripa destapada, al subirsele un poco la camiseta de tirantes que llevaba - Onee-chan - grito antes de volver a carcajearse con su inocente voz de niña pequeña, antes de que la dejase sobre la cama soltando suaves risas con las mejillas sonrojadas.

-¿Qué querías? - Pregunté mirándola con una sonrisa antes de bostezar y pasarme las manos por el pelo para ordenarlo un poco.

-Mamá dice que bajes a desayunar - dijo mientras se dejaba resbalar por la cama hasta tocar el suelo con sus pies, y salir corriendo con una nueva risa al hacer el ademán de cogerla de nuevo, haciéndome reír mientras pateaba las mantas.

Llevaba una semana sin clases, las maravillosas vacaciones de verano por fin habían llegado, pero aún así mi madre siempre me levantaba con la escusa de que así aprovecharía el día, que así el verano se me haría mas largo y eternas escusas que se resumían en...

-Emily cariño, ¿puedes traer una garrafa de agua del patio? - Preguntó mi adorada madre con una dulce sonrisa, haciendo deliciosos hotcakes, toda ella resplandecía con luz propia haciéndome esbozar una sonrisa divertida mientras viraba los ojos.

-Hai Oka-san - dije una vez vestida con unos botines de cuero y chapa, mis favoritos, unas medias que parecían que me llegaban a medio muslo, unos shorts negros pegados a mis piernas, con unas cadenas plateadas en uno de los bolsillos, una camiseta negra de tirantes ajustada al torso y por último mi sudadera favorita de botones, a cuadros rojos y negros.

Salí al patio trasero de la casa para dirigirme al cobertizo donde guardábamos las cosas de jardinería, algunos trastos y el agua embotellada que mi madre se empeña en comprar, a pesar que la del grifo viene prácticamente de las montañas, abrí la puerta encendiendo la pequeña bombilla que iluminaba de sobra el pequeño lugar, y mientras arrastraba la botella de cinco kilos de agua en dirección a la puerta me percate de un paquete paquete que estaba justo tirado en el suelo al lado de la puerta, cuando pude poner ka garrafa a la altura de la puerta me arrodille al lado de esa especie de caja encontrándome con una preciosa espada.

-¡Oka-san! ¿Desde cuándo tenemos una katana? - Medio grite asomándome por la puerta del cobertizo sin recibir respuesta de mi madre -¡Oka-!

Emily Mazuka

Se me cortaron las palabras al notar una impotente voz dentro de mí cabeza,  que me hizo mirar un momento sobre mí hombro antes de menear la cabeza.

-¡Ok-!

¡Emily Mazuka!

-¿Quién...? - murmuré empezando a asustarme - Seguro la falta de sueño me hace escuchar cosas - murmuré para mí misma apoyando una mano en la cabeza, y en ese momento la katana que tenía a mí derecha comenzó a brillar ante mis propios ojos - vale, a saber cuánto se habrá gastado papá en está horterada - mascullé agachándome de nuevo para tomar la espada con una mano... ... ...

Instructora del Amor (PAUSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora