Ciclos

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Desde siempre, he padecido un miedo aparentemente irracional a el atardecer. Por algún motivo, emerge un sentimiento en mi corazón que provoca un sentimiento de alerta en él, como si el fin del mundo o cualquier peligro acechante similar fuese a ocurrir en ese preciso momento.

Yo he estado viviendo en una de las ciudades más grandes e importantes de mi país toda la vida, y desde hace un año aproximadamente, he ido a vivir a un lugar rodeado de naturaleza y tranquilidad. No ha sido hasta hace unos pocos meses, casi al comienzo de la primavera, cuando me di cuenta al observar cada día las montañas que se pueden apreciar desde mi balcón, que ellas siempre están ahí, aunque suene obvio.
Me he ido fijando en la incidencia de la luz sobre ellas a diferentes horas del día; rayos dorados del amanecer, niebla, atmósfera pluvial... Y aquello me transmitía (y me sigue transmitiendo) muchísima paz. Siento que al anochecer, ellas están ahí, tranquilas, y así han estado desde muchísimo antes de que yo naciera. Así que ya no me siento tan sola y desprotegida. (Por esta razón más que nunca, me gusta recordar que llevo el nombre de un conjunto de montañas muy cercanas a donde vivo.)

Siento que las montañas me protegen, y me susurran en el alma mensajes de tranquilidad y armonía.

↟ Bitácora de un Conejo Blanco ↟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora