𝐑𝐄𝐃 𝐅𝐋𝐀𝐆

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Katsuki podia llegar a ser un completo idiota, con todas las cualidades tóxicas que se conozcan en la tierra, pero Shōto, simplemente Shōto podia aguantar su toxicidad.

Todoroki no amaba a Bakugō, estaba bastante lejos de sentir algún interés que no sea
sexual y no le importaba admitirlo ya que estaba mas que claro del cuanto se detestaban y que como sus personalidades chocaban más de alguna vez en algún combate, realmente era el día a día de la UA.

Sin embargo durante la noche era algo completamente distinto.

Las manos inquietas de Katsuki recorrían su anatomía con insistencia y apuro, besando sus labios con euforia mientras que Shōto intentaba seguirle el ritmo aún cuando sentía que no podía, los pulmones le ardían en busca de aire. No podía negarse, no podía hacer nada, estaba cegado por el calor asfixiante de su cuerpo.

Logra separase del beso, tomando una bocanada de aire, intentando quitarse los pantalones, fallando en el intento. Su cuerpo temblaba ligeramente y no tenía motivos, ¿Estaba asustado? No, nunca Bakugō Katsuki le había dado miedo, le parecía un ser patético y sin relevancia alguna, se creía bastante cuando no le llegaba ni a los talones si se trataba de poder, alguien egocéntrico a morir.

Pero podía olvidar todo lo malo cuando Katsuki se sumergía dentro de él, al parecer en lo único que era bueno era en el sexo y ahí Shōto podía caer lo más bajo posible por sentir que al menos a una persona le gustaba su cuerpo.

Quiere desvestirse y recibir halagos, pero no de cualquier persona, sino de Bakugō, quiere y anhela sus halagos hacia él, dónde puede ser tan brusco como desease y Todoroki estaba feliz de recibir el dolor, no importaba, el dolor de su cuerpo no era relevante si después se sentiría bien, ¿No?

Desea al menos una noche en dónde Katsuki no se fuera de su habitación después de tomar todo de él.

Shōto se sorprende al verse ya semi-desnudo a la vista del contrario, la ropa ya no lo acompañaba, sin embargo Katsuki seguía con su uniforme. Por una vez quiere quitárselo.

Falla, Bakugō detiene sus manos que intentan quitarle la camisa, apretando las muñecas sin medir la fuerza que ejercía, llevándose una queja de parte de Todoroki.

—Sabes las reglas. No me puedes tocar —murmura—. Das asco.

Duele, siempre ha dolido.
¿Habrá algún día en dónde deje de doler?

Shōto asintió, haciendo una mueca cuando sus muñecas son liberadas; dolía, siempre dolía. Quería tocarlo, pero no sé lo permitía, desde el principio nunca lo ha tocado, Katsuki era el único que podía darse el lujo de hacer lo que quisiese.

Por alguna extraña razón, Todoroki obedecía.

¿Por qué lo hacía?

Era conciente de que podía desobedecer cuando quisiese, era mucho más fuerte que Bakugō en habilidades, y aunque fuera así, era débil en algo, su mente era débil.

Siempre jugando con él, Shōto era conciente de todo aquello, sin embargo la fuerza de voluntad se iba a la mierda. Quería olvidar al menos una vez los problemas que tenía en su hogar, olvidar lo triste y enojado que se sentía. Detestaba eso. El estrés académico, toda la basura de su mente se iba por unos minutos cuando Katsuki besaba su cuerpo y lo complacía, olvidando su vida por esos instantes hasta que llegaba al orgasmo y nuevamente los problemas volvían a él. A Bakugō no le importaba como se sentía, solamente buscaba complacer y complacerse, luego se iba.

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