Miro fijamente mi plato, revolviendo su contenido con el tenedor. Los típicos huevos con tocino de todos los días. He comido tocino desde que he vuelto a este asqueroso lugar y me estoy empezando a hartar. Estar en esta situación actuando como una sedentaria me tiene vuelta loca, y creo que mi necesidad de hacer algo productivo aparece lentamente, hasta que me doy cuenta de mi verdadera situación.
No sería difícil que un niño viniera y se riera de mi estado. Imagino su risa, sus ojos fijados de una manera torturadora en mi. Pero no me imagino algo del todo torturador. Su risa es diferente, de niña. Tierna, dulce y acogedora. Quizá incluso de una pequeña niña de pelo rubio y ojos azules. Maldigo nuevamente todo esto. Lo odio, me repugna. Aunque la guerra haya terminado y se haya llevado a los Juegos con ella, también se llevo el alma de Peeta, mi compañero tributo, amante, salvador, y prácticamente razón de vivir por el momento, y la vida de muchos, incluyendo la de Prim. Mi difunta hermana pequeña. Vuelvo a maldecir todo esto. Tengo mis motivos para estar enojada, confundida, y sobretodo volverme loca. Después de todo, estoy mentalmente desorientada, ¿no? Aun que, ¿quien no lo estaría después de pasar por dos arenas de los Juegos del Hambre y una guerra en la cual tenías tu propio título de símbolo?
-Katniss... -empieza Peeta a mi lado, usando su usual tono preocupado, el cual hasta ahora es muy característico de él.
Al parecer, su recuperación no fue del todo pésima. Los doctores incluso dicen lo contrario, que, al parecer, su recuperación fue mejor de lo que esperaban.
El informe que un decidido Peeta me mostró hace unos días decía que había posibilidad de ataques de recuerdos, o flashbacks. Pero estoy segura de la muerte, lo cual es una pena para mí. Las restauraciones de recuerdos se completaron, ya que cuando la guerra acabó y Paylor subió al poder, ella hizo lo posible para recuperar todos los registros del secuestro, o 'hijacking' según Plutarch, y así se volvieron a meter en la cabeza de Peeta como eran.
-Fue como un interrogatorio, -dijo Peeta ese día, en el cual estaba especialmente mostrándome afecto. -Ellos me hacían preguntas, y yo respondía al estilo de verdadero o falso. Fue como nuestro juego de la guerra. No recuerdo el nombre, la verdad... -dijo, rascándose la cabeza.
-Real o no real, -respondí al instante, encandilada por el brillo que irradiaban sus pestañas a la luz del sol, pues era temprano. Estaba prestando total atención a sus palabras, ya que el simple echo de mirarlo era un regalo para mi.
-Ah, sí. -dijo, y posteriormente se detuvo un momento a pensar, en lo que yo no sabía que sería una pregunta del famoso jueguito. -Gale se mudó al Distrito 2, ¿real o no real?
-Real, -conteste, algo melancólica. - supe que consiguió un trabajo como militar ahí, y que era muy -
-Katniss, debes disculparme pero llevo esperando quince minutos a que comas algo. -me llamó de nuevo Peeta, el cual se encontraba al lado mío. Mi cara se enroja de vergüenza.
-Lo lamento, -empiezo. -Solo es que -
-No debes darme explicaciones, ya te lo he dicho.
Sin decir otra palabra me trago rápidamente la porción de huevos con tocino, tanto que llega un punto en que no puedo respirar porque tengo toda la comida atorada en la garganta. Apenas término, corro a dejar mi plato en el lavabo, sin lavar, claro. No voy a perder tiempo valioso de mi siesta de media tarde lavando un sucio plato.
El chico del pan anuncia que debe irse y yo lo despido desde el sillón mientras me preparo para dormitar. Aveces me pregunto por qué no puede quedarse solo cinco minutos más, pues cuando se va siento que el hueco que remplazó a mi corazón se hace más profundo. Un fugaz olor que proviene de mí de pronto me hace querer vomitar.
No he tomado una ducha desde hace dos semanas, el día de mi gran subidón de energía. El día que el olor a prímulas y a canela con eneldo se apareció por esta vacía y maloliente casa, la cual estaba inundada por el repugnante olor de una rosa blanca. Pero ese día todo se quemó. Días atrás también quemé una prímula. No se cual fue la razón, solo es que me gustó ver la rosa de la serpiente volverse ceniza. Pero al ver la prímula quemarse me recordó tanto a ella, porque estaba viendo literalmente otra Primrose en llamas. Después de romper un par de cosas decidí no volver a bañarme en toda la eternidad. Ni comer, ni dormir, solo esperar a morir porque la culpabilidad me hacía añicos. Había quemado la rosa que daba nombre a mi hermana pequeña. Es como si hubiera sido yo la que la prendió en llamas. Pero no, yo no fui, obviamente.
Sigo diciéndome que no la mató Gale. Sé que no fue el, pero ese vínculo que tiene con el acto no me permite liberarlo de cualquier culpa. El la creó, el pensó en que la debilidad del humano por ayudar sería la perfecta trampa mortal para matarlos a todos. Sigo sin creerlo de el. Sé que quería la guerra, pero nunca imaginé que su odio al Capitolio fuera tan profundo. Sabía que lo sentía claro, viví cinco años escuchándolo en el bosque, pero no pensar que sería capaz de pensar en algo tan maligno y cruel.
Mientras mis pestañas se empiezan a caer, pienso en como sería mi vida si Gale hubiera vuelto después de la guerra. ¿Lo habría perdonado? ¿Habría pasado algo más entre nosotros? La verdad es que no se y nunca llegaré a saberlo.
Cuando despierto, el aire de la sala de mi casa tiene un color anaranjado. Puede estar atardeciendo, o puede estar amaneciendo. Descarto la segunda, porque después de unos segundos de encandilarme estúpidamente me doy cuenta de que el sol esta bajando. Este momento del día me hace querer llorar, temblar y morir. Es cuando la luz se va y llega la oscuridad para atormentarnos a todos, junto con la noche, el sueño y posteriormente los sueños y las pesadillas.
Aún así el color es muy bonito. Ya entiendo porque a Peeta le gusta tanto. La verdad es que es muy relajador.
-Por favor vuelve mañana, -le susurro al sol cuando desaparece completamente entre las ruinas del 12.
Sobre ello, la verdad es que poco a poco la gente empieza a volver. Todos quieren recuperar sus hogares, y ahora les es mucho más fácil y económico. Bueno, lo último en parte, porque toda la economía subió y todos tienen un poco más de dinero ahora.
Menos yo, yo digo recibiendo mi cheque mensual, con la misma cantidad de dinero que tengo desde que fui coronada vencedora. Le pregunté a Haymitch cual era el motivo, y este me respondió que era porque merecía tener los lujos que quisiera, ya que gracias a mí Panem era ahora libre.
Después de observar hasta el último rayo de sol restante, me resigno a levantarme e ir a comer algo. Se que no hay mucha comida. No hay dulces, ni leche, ni huevos; solo pan. Pero el pan esta echo por Peeta, y es mucho mejor que todos los anteriores.
Pero ni siquiera un pequeño pedazo de este exquisito pan puede quitarme el deseo que ahora mismo tengo en la cabeza.
¿Por qué no pueden dejarme morir?
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Bueno, hola criaturitas lectoras antisociales. Este primer capítulo es la base de lo que será mi historia. Quiero hacer todo al pie de la letra en como lo dejó Suzanne. Todas las cosas pendientes, y a su estilo, y al de obviamente de los asombrosos personajes creados por ella (¿Por qué no pude ser YO la que pensara en Peeta?) En todo caso, muchas gracias por leer. No se cuando voy a actualizar... Tengo prueba durante la semana :P
Si alguien llega a leer esto, bueno, gracias por fijarte en mí, persona detrás del monitor.
-Amanda
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Renacer - THG
FanfictionContra todo pronóstico, Katniss Everdeen© a sobrevivido a todo lo que le han echado encima; dos arenas de Los Juegos del Hambre, un plot de amor a la fuerza, y lo peor; una guerra con el título de líder sobre ella. Esta ves, el Sinsajo deberá enfre...