Regresar a su ciudad natal era una locura, y ella lo sabía. Pero estaba dispuesta a cometer dicha locura por los que amaba: su sobrino, su mejor amiga... su familia.
Había pasado de vivir en Beacon Hills a California, y luego de California a Beacon Hills nuevamente. Jamás se le habría ocurrido volver, hasta ahora. Su vida giraba en torno a conciertos, guitarras, giras, música y más música. Tenía una rutina algo monótona: trotar por la mañana para liberar la tensión del día anterior, una ducha fría, un café negro bien cargado y después preparaba un desayuno nutritivo para los de la banda.
Porque sí, estaba en una banda. Y no cualquiera, sino una famosa: "The Wolves". Lexie era la guitarrista; Axel, el pianista, un amargado y un poco reservado, pero su gemelo del alma o el hermano ideal (no como Rafael, que solo la criticaba por pertenecer a una banda). Alice, la voz del grupo. Y, por último, Max, el baterista... su ahora exnovio.
Había tenido varias parejas en su vida, pero tristemente todas terminaban trágicamente. Max y ella habían roto porque él no estaba dispuesto a tener una relación a distancia. Lexie se lo tomó bien, así que poco le importó.
Aquel lunes, su rutina cambió por completo.
Bastó ver una foto de su sobrino, ahora con dieciséis años, para tomar la decisión. Siempre había sido su mejor amigo desde que nació. Dejaría la banda; quería dedicarse a su familia... De todas maneras, podría volver cuando quisiera.
Su vuelo, según su mánager, partía a las seis de la mañana. Un poco temprano, pero eso le daría tiempo a Melissa McCall, su excuñada, de preparar lo que fuera que le hubiera dicho.
Finalmente, el vuelo a California despegó, dejando atrás Nueva York.
Al llegar, la esperaba su antiguo auto: un Camaro negro, elegante a pesar de los años. Tenía sus contactos para ese tipo de cosas; siempre necesitaba un auto. En cuanto vio el cartel de "Bienvenidos a Beacon Hills", una ola de melancolía la invadió. No estaba en el pueblo desde...
No importaba ya. Era un nuevo inicio.
Condujo despacio por las calles, reconociendo cada esquina, cada tienda y cada casa que alguna vez fueron parte de su vida. Se quedaría temporalmente con Melissa y Scott, pero eventualmente buscaría su propio espacio.
Cuando llegó a casa de los McCall, apenas tocó la puerta antes de que se abriera de golpe. Melissa la observó con ojos brillantes y, sin dudarlo, se lanzó a abrazarla con emoción.
—¡Oh, Lexie! No tienes idea de cuánto te he extrañado —exclamó con una gran sonrisa.
Lexie rió y la envolvió en sus brazos.
—Créeme, yo más.
La tarde transcurrió entre anécdotas y risas mientras desempacaba con la ayuda de Melissa, quien la regañó por no haber venido antes. Lexie solo pudo responder con una disculpa y una sonrisa culpable.
—Oye, a todo esto... ¿Y Scott? —preguntó tras guardar la última prenda en el armario.
—Está en la escuela —respondió Melissa con una sonrisa.
—Y dime, ¿cómo le va en Lacrosse? —preguntó divertida, pues tal vez ya sabía la respuesta.
—Oh, pues... lo intenta, sí. No he podido ir a muchos partidos, pero según Noah, el padre de Stiles... Bueno, digamos que al menos salió de la banca.
Lexie soltó una risita ante la mueca de Melissa, quien trataba con todas sus fuerzas de decir que su hijo, en resumen, era malo en el deporte.
—Por cierto, creo que Scott tiene en la mira a una chica —comentó la mujer mayor con malicia.

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𝐌𝐈𝐒𝐓𝐄𝐑𝐘 | 𝐃𝐞𝐫𝐞𝐤 𝐇𝐚𝐥𝐞¹
Fanfiction𝗠𝗜𝗦𝗧𝗘𝗥𝗬| 𝐀𝐋𝐄𝐗𝐀𝐍𝐃𝐑𝐀 McCall, estrella de una banda musical y aprendiz del FBI, decide retirarse de su banda y trabajo e irse de la gran ciudad de Nueva York, para reencontrarse y vivir en Beacon Hills con su amiga de toda la infancia...