DANIEL
Viernes, 9 de octubre.
A veces me cuesta recordar mi nombre, para ser franco, muchas son las veces que al mirar el espejo no reconozco el rostro; es como si algo dentro de mí hubiese muerto. No, no es la primera vez, cuando cierro los ojos veo pesadillas. Es como si estuviese atrapado en un laberinto que no tiene salida, como... si el destino me haya dejado abandonado.
Mi madre siempre solía aconsejarme y decir que dónde una historia empieza, otra acaba, pero no tengo ninguna solución. No se pueden reparar cientos de pedazos rotos, no se puede resolver un puzle sin todas las piezas. Incluso todos los días pienso insistentemente en la opción de volver a iniciar.
Sin lugar a duda es un sentimiento que remanece en mi mente, algo que no me deja vivir tranquilo. Si tan solo pudiese tener un deseo y pedir que todo vuelva a ser cómo era antes, lo haría, pero es complicado pensar en las consecuencias que algo así conlleva. Quizá no estoy recordando todo perfectamente, quizá hay algo que estoy olvidando, no lo sé. De lo único que estoy seguro es que no puedo permitirme seguir borrando más cosas de mi memoria; es hora de desprenderme de este mal. De alguna u otra forma, tengo que convencerme a mí mismo de que soy capaz.Domingo, 14 de agosto.
¿Alguna vez has sentido esa inquietante sensación de que algo malo está pasando? Si la respuesta es afirmativa, cuestiónate: y ¿cuántas de esas veces has conocido la causa, pero optaste por fingir ignorarla? Debo admitir que, pese a todos mis miedos, a la naturaleza le gusta cumplir con el orden de las cosas. Por mi parte, traté de detenerlo, pero él quiso que sea así; arriesgándose a ser descubierto, a convertirse en un criminal, en un asesino. "No puedo ser parte de esto", constantemente gritaba la voz dentro de mi cabeza. Aunque, realmente..., estaba feliz por que esa clase de malhechores reciban su merecido.
No soy bueno contando historias, mucho menos hacerlo desde mi punto de vista, pero, al escuchar sonar la puerta, supe lo que tenía que hacer. Las horas habían transcurrido sin piedad alguna en el reloj, lo veía e imaginaba que las agujillas habían dado un gran brinco. En un simple parpadeo eran apenas las 12 del mediodía, en un descuido, las 4 de la tarde.
Me convertí en un manojo de nervios en el instante en que mi vista se centró en él. Lo vi cruzar por la puerta, trazando su camino con la camisa teñida de aquel color rojizo, su rostro irreconocible oscurecido por la suciedad y su mano sujetando débilmente un cigarrillo que ni siquiera se había animado a encender. La escena era abrumadora por sí misma, pero yo me había sentenciado a ser cómplice del karma, de la venganza..., del asesino.
Solo al cuestionarle sobre su estado pude notar que un tartamudeo emergente lo hacía incapaz de hablar, y que grandes bocanadas de aire le eran necesarias para que pudiese respirar tranquilo. Todo esto lo había llevado a estar al borde del colapso por culpa de lo que había cometido. La ansiedad le impedía permanecer inerte y mejor invirtió sus pasos en llegar a la cocina. Se encontró, entonces, con aquella vieja alacena en la que acostumbraba a reposar sus recipientes y cubiertos, y se sirvió un vaso de agua helada con la que se sació hasta con la última gota que se desprendió del cristal. Con sus mejores esfuerzos y con un poco de piedad por parte de su angustia, finalmente logró dejar sonar su tenue voz. -¿Sabes?, fue algo divertido.- Lo oía y no podía evitar pensar que estaba escuchando hablar a un sicópata al que me atrevía a llamar mi mejor amigo. -Aunque, para serte sincero, no pude mirarlo directamente a los ojos cuando él estaba tendido en el suelo, moribundo, con esas todas esas heridas que le propiné, derramando sangre por la plenitud de su cuerpo... simplemente me rebasaba.- La ansiedad con la que llegó se había intensificado y ahora estaba al borde de quebrar en llanto, en sollozos que incontrolablemente me describían la escena que se había quedado marcada en su cabeza. Ojalá, Dios, el destino o alguna extraña fuerza me hubiesen regalado una sordera que me hubiese impedido seguir creando imágenes tan macabras en mi mente; imágenes que se oponían al valor de recubrir mis orejas con las palmas de mis manos o huir de ahí. Me había contagiado ya de su locura, aquella de la que no tenía en claro si buscaba mi consuelo mientras que yo mismo quería largarme de esa sala. En la brevedad del tiempo, el aparente remordimiento que tenía guardado empezó a caer gota a gota en forma de lágrimas de sus ojos. Indiferente a la situación y de lo mal que lo estaba pasando, encontró en lo recóndito de sí el valor para recobrar su postura y seguirme atormentando. -Fue como una de esas tantas veces en las que él me humillaba, pero muchísimo peor. Es como si pudiera entender la cobardía que adoptaba tras todos sus maltratos. No, no, por supuesto que yo no soy así; pero la manera en la que te hace sentir esos actos es inhumana, te corrompe y te termina convirtiendo en una bestia, un demonio o cualquier cosa, menos en un humano.-Viernes, 9 de octubre.
Nunca pensé vivir lo que en esos instantes estaba viviendo, y acepto mi ingenuidad y torpeza al pensar que todas aquellas consecuencias solo vivían en las manifestaciones de un plan mal estructurado, fui un idiota, idiota... ¿Por qué tras haber sufrido de imperdonable forma y ser incapaz de arrancar ese día de mi memoria me siento feliz? Hay algo malo en mí, como un ente corrupto que no debería de estar aquí, tomando el control y echando a perder la poca cordura que me estoy reservando. Me vuelvo loco, hablando conmigo mismo, atrapado en el único recuerdo que estaba destinado a ayudarme a saber qué hago aquí, quién soy. ¿Por qué ese exactamente? ¿Cuál es el inicio de todo esto? Debería de ser perseverante y al menos fingir que sé a dónde me está llevando esta gran marea de amnesia, imaginarme cualquier destino, menos mi muerte.
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El Club de los Caminadores Rápidos
RandomLa razón de la existencia misma siempre será un misterio para ciertos individuos. Especialmente, para aquellos en los que su percepción ha sido distorsinada y han optado por existir en un plano vacío; sin motivaciones, metas ni plenitud. Ser parte d...