Steve se encontraba cortando las frutas que comerían su esposo e hija durante su estancia en la guardería. Aunque trató de que Tony la dejara sola, el moreno no hacía más que decir que no, que por qué debería dejarla, para eso era el dueño para desaparecer cuando quisiera. Después de eso durmió tres días seguidos en el sofá, hasta que en una nueva discusión Pepper lo escuchó estando del lado del rubio.
Ahora solo la acompañaba tres veces a la semana, siempre y cuando no hubiera misiones o juntas molestas a las que no podía faltar. El desorden en la casa, era lo que se esperaba de una pequeña e imperativa genio, J.O.C.A.S.T.A ayudaba bastante, pero su hija era un tornado.
- Señor el jefe y la pequeña están listos, están por bajar - soltó F.R.I.D.A.Y.
- Gracias - respondió mientras terminaba de empacar la comida.
- Hoy será un gran día - rito el genio desde las escaleras.
- Un gran día - repitió la pequeña llegando a la cocina.
- Ah sí - inquirió cerrando las loncheras - y eso por qué ser... ¡Tony! - regaño una vez vio a su hija.
- Qué - cuestiono - se ve bien - seguro viendo a su esposo - ¿No? Emma, te ves bien.
- Sí - afirmó la niña - ¿No te gusta papi? - preguntó la pequeña haciendo esos ojitos que a términos del castaño le había heredado.
- Te ves preciosa mi amor - suspiro poniéndose a su altura - pero no puedes ir con esa camisa a la guardería - afirmó - que tal si nos ponemos el vestido azul que escogiste ayer.
- Pero dices que me veo bien - cuestiono en un puchero que amenazaba con convertirse en llanto.
- Si, es bonita... - dudo - qué tal si te la pones cuando salgamos al parque este fin de semana - negocio.
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- Está bien - concedió girando para subir a su habitación otra vez, igual ya su mami le había dado la dona por cambiar su atuendo de hoy.
- Traidora - susurro observando a su hija ceder ante lo que su padre le pedía.
- Tu y yo hablamos después - espeto dejando una nalga en el moreno para seguir a su hija.
Después de que se cambiara, los tres salieron rumbo a sus destinos, dos irían a la guardería de Emma y el otro asistirá a los nuevos reclutas, el día transcurrió lo más normal que se pudo, cuándo fue la hora de irse, la pequeña decidió que se quedaría hasta que su mami terminara la reunión que tenía esa tarde, con eso podría jugar un poco más mientras sus padres se encargaban de los compromisos que tenían.
- Se supone que estaría contigo en la empresa - soltó el rubio al ver a su esposo en la puerta de la guardería.
- Si - concedió - pero dijo que quería jugar hasta que la reunión terminara - comento - por eso le pedí a J.O.C.A.S.T.A que viniera a vigilar.
Al entrar se observaba el lugar casi destruido, los juegos estaban quemados y varias de las paredes estaban agujereadas, daban gracias que los pequeños no estuvieran heridos, más solo el susto por la intromisión de los sujetos inconscientes.
- Hasta que llegan - soltó la espía terminando de amarrar a los intrusos - supongo que el secreto se filtró - aseguro golpeando una vez más al sujeto.
- Los niños están bien - informa Clint detrás de ellos - J.O.C.A.S.T.A informado a F.R.I.D.A.Y. y ella nos contactó, supongo que éramos los más cercanos - concluyo el rubio al ver la expresión del capitán.
- Pero no logramos abrir a J.O.C.A.S.T.A - expuso Hill.
- Y no podrán - manifestó el genio - su protocolo lo prohíbe - comentó acercándose a la esfera que ahora era el androide diseñado para la seguridad de su hija.
- Averiguaremos cómo llegaron hasta aquí - afirmó la pelirroja - de eso nos encargaremos con el sargento - informa arrastrando a sus nuevos juguetes.
- Sabe...
- Se que no la puedo tenerla en encerrada - interrumpió el menor a su esposo - pero la protegeré tanto como pueda - proclamó acercando su mano junto a el rubio, al reactor que portaba J.O.C.A.S.T.A - Mamá Lince Boreal.
- Papá Ciervo Rojo - soltaron a la vez desactivando así el protocolo de protección.
- Mami, papi - hipo la pequeña lanzándose a los brazos del moreno
- Ya, ya - acaricio su espalda mientras el rubio los abrazaba fuerte - hay que mejorar el protocolo y ensamblar una más - comentó el genio al oído del soldado.
- Claro - respondió aun escuchando el llanto de su hija.
- Steve - llamó al ver como el rubio tomaba de sus brazos a la rubiecita dirigiéndose hacia el auto que los llevaría a casa - estoy gestando - soltó una vez dentro.
