Una flecha

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Disclaimer: Los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo únicamente traduzco.

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Veo caer primero al monje. Los insectos venenosos son demasiado para él. No puedo evitar la punzada de celos al verlo sacrificarse por la mujer que está a su lado. Sonrío mientras la mujer usa su arma para destruir a más demonios de los que puedo contar. El amor por el hombre que yace a sus pies le hace pasar de ser una mera mujer fuerte a una poderosa luchadora que no tiene rival. Envidio la profundidad de ese amor.

La mujer, poderosa como es, no puede esperar destruir a todos los demonios que le envía Naraku. Su gata de fuego no puede salvarla. Y ella tampoco puede salvar a la gata. Caen juntas al lado del monje y del hermano que desafió a Naraku para luchar a su lado.

Es conmovedor.

Mi hermana usa una barrera para proteger valientemente a los guerreros caídos que se aferran apenas a la vida. Es vieja y débil. No durará mucho. Y cuando caiga, perecerán todos sin ninguna duda.

Podría concentrar mis poderes en ella para protegerla, para salvarla de la muerte que le espera, pero cuando entré en esta batalla sabía que habría que hacer sacrificios. Había esperado que Kaede no fuera uno de esos sacrificios, pero no puedo dejar que los recuerdos o las emociones me hagan desviarme de mi objetivo.

Naraku debe ser destruido.

Envío toda mi energía a mis flechas. Lo atraviesan, pero no lo destruyen. Mi última flecha debería haberlo matado, pero no lo hizo. He fallado.

Inuyasha me dirige una mirada que me promete una muerte dolorosa. Mi ayuda en esta batalla no me exonera a sus ojos. Si sobrevive a esta batalla, está asegurado que moriré poco después. Es mi destino. Después de todo, fue mi decisión.

Y estoy preparada para ese final. Esta farsa de vida solo sirve para recordarme lo que pudo haber sido, lo que debería haber sido.

Estoy decepcionada con mi reencarnación.

Había esperado que tendría la fuerza para derrotar a Naraku. En vez de eso, sostiene al quieto zorrito en sus brazos, las lágrimas bajan por su rostro. Incluso desde esta distancia puedo oír su llanto. Todas nuestras esperanzas de victoria habían descansado sobre sus hombros, pero nos falló a todos. Ha dejado que sus emociones la controlen. Nunca será una verdadera guerrera.

Esta batalla está perdida.

Los demonios nos están venciendo. El hermano de Inuyasha, así como el príncipe de la tribu de los demonios lobo, no tienen esperanza de sobrevivir a la inundación de demonios que descienden sobre ellos con las heridas que han sufrido. Incluso la joven demonio del trueno que luchó a su lado cayó mientras intentaba proteger al zorrito que está en los brazos de Kagome.

Inuyasha.

Desafía la lógica que siga en pie. Su determinación por derrotar a Naraku y por proteger a la joven miko le hace seguir adelante. Lucha solo por pura fuerza de voluntad. Pero eso no es suficiente, ni siquiera para Inuyasha.

Veo con tristeza que cae al suelo. No me queda ninguna esperanza de que se vuelva a levantar antes de que esta batalla haya terminado.

Invoco lo que queda de mi fuerza para encontrar a mi hermana entre la carnicería. Me siento a su lado para reforzar la barrera que sigue manteniendo. Durante el tiempo que pueda, la protegeré. No es mucho este poco tiempo, pero es lo único que tengo para dar.

Ahí es cuando oigo el grito.

Miro y veo a Kagome de pie sobre Inuyasha, el zorrito ahora yace en los brazos de él, ambos tan quietos como si estuvieran muertos. Las lágrimas se secan en sus enrojecidas mejillas mientras se gira lentamente para enfrentarse sola a Naraku.

—¡BASTA!

Coge su flecha, su última flecha, y la apunta hacia Naraku. Él se ríe de ella, se burla de ella. Su risa muere cuando el brillo rosa que la rodea se convierte en un rojo fuego, resplandeciendo a su alrededor, creando un torbellino de energía.

Asombrada, me siento y observo mientras la chica empieza a controlar su ira y la canaliza en un puro poder purificador, y su cuerpo brilla con un color rosa una vez más. Brilla más. La luz que la rodea se vuelve blanca mientras se esparce, engullendo todo a su alrededor, incluso a aquellos que estamos dentro de la barrera. Pronto, es demasiado brillante incluso para que pueda mirarla yo.

Con un último grito, siento que el aire a mi alrededor se vuelve frío, luego el mundo se estremece y se detiene.

Una vez que soy capaz de abrir los ojos, miro el campo de batalla. Naraku ha sido derrotado. No queda nada de su cuerpo, ni de los demonios o de las encarnaciones que creó. Solo queda tierra quemada donde estuvieron una vez y cenizas cayendo del cielo como si fuera nieve.

Mi hermana duerme a mi lado. Me alegra que haya sobrevivido después de todo. Es más fuerte de lo que recordaba. Nuestros padres estarían orgullosos.

Mientras me pongo en pie, me parece raro que fuera yo la única que quedara en pie tras la batalla. Camino hacia donde se ha desmayado mi reencarnación. Cada onza de su energía estaba en aquella flecha. Toda su alma.

Un suave brillo capta mi atención.

La perla de Shikon yace medio cubierta de tierra donde había estado Naraku por última vez. Me estiro, cojo la casi completa perla y suspiro.

Después de todo este tiempo, la perla está una vez más bajo mi protección.

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