Una flecha

455 51 3
                                    

Disclaimer: los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo traduzco.

-x-

Nos vemos por última vez. Nos miramos con cautela desde la distancia antes de avanzar despacio. Nos encontramos en el medio del claro.

Ahora parece más fuerte, más segura de sí misma. Debería alegrarme haber tenido algo que ver con eso, por poco que fuera. Sus ojos están llenos de sospecha y de un ligero rastro de miedo. Lo que me sorprende es que no hay señal de odio o malicia en esos ojos.

—Veo que estás bien, reencarnación mía.

Entrecierra los ojos ligeramente.

—Soy Kagome y nadie más.

Siento una presencia acercándose a nosotras. Un aura de ira y odio, más demonio que humano. Inuyasha está en camino. Sabe que estoy aquí y sabe que su compañera está conmigo. No puedo evitar hacer una mueca de dolor cuando le oigo gritar su nombre.

Levanto rápidamente una barrera alrededor de nosotras. La mano de Kagome vuela hacia su vientre mientras grita el nombre de Inuyasha. Pero sabe tan bien como yo que no va a atravesarla. Esta conversación no es para él.

Sus acciones provocan que la estudie más detenidamente. Está embarazada.

Puedo sentir que se me encoge lo que me queda de corazón. Era inevitable, supongo, aunque sigue siendo sorprendente. Una cosa más que tiene ella que yo no tendré nunca. Un hijo. Lucho por mantener a raya la ira que se agita en mí. ¡No es justo! ¿Por qué? ¡Esta no es su época, no es su mundo y, aun así, ha venido y cogido las cosas que deberían haberme pertenecido a mí legítimamente!

—Me amó a mí primero. —Quiero arremeter contra ella. Quiero hacerle daño. Quiero que se vaya este dolor que tengo en el corazón. Ignoro los aullidos de rabia más allá de la barrera.

—Sí. —Me enfrenta con fuego en los ojos, las manos están protectoramente sobre su vientre. Protegiendo al hijo que podría haber sido mío si el destino hubiera sido más amable.

—Le amé.

Permanece erguida y desafiante.

—No lo suficiente.

Quiero discutir, llamarla mentirosa. Pero sé que no puedo. No le amé lo suficiente. La ira empieza a disiparse, siendo reemplazada con la pena. Me arrepiento de no haber tenido la suficiente confianza y el amor suficiente cuando estaba viva. Me arrepiento de no haber sentido nunca el tipo de amor que Kagome se permite sentir.

Me arrepiento.

Sus ojos se suavizan con empatía. Su corazón es demasiado grande. Un día será su perdición. Saco la flecha manchada de sangre de mi carcaj. La reconoce inmediatamente. Es la que había usado para clavarla a un árbol. La que casi la mató.

Esta vez no se queda de pie dócilmente ante mí, preparada para enfrentar su destino. Esta vez, su cuerpo brilla con un fuego rosado. El poder que irradia de ella es impresionante. Ya no es una joven la que me encara, es una mujer, una madre, preparada para luchar por su familia a toda costa. Casi puedo sentir el mundo temblar.

Cojo mi arco y mi flecha y me acerco a ella. Siento una ardiente sensación que se hace más caliente con cada paso que doy, hasta que estoy segura de que voy a estallar en llamas. ¿Cuánto ha crecido su poder?

Tiro la flecha a los pies de Kagome, seguida del arco.

El ambiente a mi alrededor se enfría mientras me mira con confusión, una vez más pareciendo una joven en vez de la fiera guerrera que vi hace unos momentos.

—Es hora de que termines con esto.

Doy un paso atrás y espero mi destino. Le dirijo una mirada al hanyou que sigue tratando de romper mi barrera. Le deseo lo mejor. Me gustaría haber deseado una segunda oportunidad con él, pero sé que su vida no habría sido feliz conmigo. Y, a pesar de la rabia que actualmente exhibe, ahora es feliz... con ella.

—¿Qué quieres decir, Kikyo?

—Coge el arco y la flecha. Haz lo que debas hacer.

No se agacha para coger el arco y la flecha. Lo mira, luego me mira fijamente. Despacio, la comprensión se refleja en sus rasgos.

—No quiero matarte.

Le lanzo una mirada asesina a ella y a su estupidez.

—No seas tonta. Mientras que yo viva, seré una amenaza para ti y para tu familia.

Se muerde el labio inferior pensativamente, luego se agacha para coger la flecha, dejando el arco donde estaba en el suelo. Le da vueltas entre sus dedos mientras la estudia. Tengo que preguntarme qué le está llevando tanto tiempo. No había creído que fuera tan cruel como para prolongar una ejecución, incluso la de su más amarga enemiga.

—¿Sabes? Creo que me quedaré con la flecha, por si acaso. Pero no puedo matarte, Kikyo.

—¡No seas tonta, niña! —Me sonríe. Es exasperante—. Soy un peligro para ti y para tu familia. ¡Para tu hijo!

—Sí, bueno, por eso voy a quedarme con la flecha. —La hace girar entre sus dedos—. Pero no creo que seas una amenaza, no realmente. Ya no.

¿Por qué no quiere venganza? No lo entiendo. Se lo digo.

—No puedo cambiar el pasado, Kikyo. No puedo culparte. Quise hacerlo. Incluso solía odiarte porque pensaba que Inuyasha te amaba. Estaba celosa. MUY celosa. —Se apoya contra el árbol que está detrás de ella—. Podrías haberme matado fácilmente... cientos de veces. Podrías haber convencido a Inuyasha para que buscase los fragmentos de la esfera contigo. Después de todo, tú también podías verlos. Pero no lo hiciste.

—Te disparé al corazón con la flecha que sostienes entre tus manos.

—Mmmm. Supongo que sí. Excepto... que sé que podrías haber acertado directamente en el corazón en vez de justo por encima de él. Tú nunca fallas en tu objetivo. Aun así, de alguna manera conseguiste evadir todo lo vital. Sé que en realidad no me querías muerta.

—Piensa lo que quieras.

Se ríe alegremente.

—No te preocupes, lo haré. Siempre lo hago.

Nos miramos en silencio. Decido confesar.

—No sé qué hacer.

Kagome deja el árbol y viene y se detiene a mi lado. Apoya una mano en mi hombro, haciendo una mueca de dolor cuando Inuyasha grita su nombre y aporrea la barrera. La misma barrera que sé que ella está ayudando a reforzar.

—¿Qué quieres hacer? Tienes una segunda oportunidad de vivir, es un regalo. Un regalo precioso y poco frecuente. Por favor, no lo malgastes.

Había esperado una muerte rápida. Estaba preparada para enfrentar la ira de mi enemiga y pagar por los crímenes que sé que he cometido contra ella y contra aquellos a los que ama. No me esperaba esto. Me estaba dejando ir. Me estaba dando el perdón.

Después de dirigirle un brusco asentimiento, recojo mi arco y me voy. Esta será la última vez que la vea. No voy a volver.

La barrera cae y escucho a Inuyasha regañando a su compañera y revisándola buscando cualquier daño. Estaba segura de que iba a venir detrás de mí para entregarme mi destino, mi muerte. Pero parece que su preocupación por Kagome y su hijo pesa más que su necesidad de venganza.

Sonrío.

En alguna parte, más adelante, yace mi destino. Creo que cogeré este regalo que se me ha dado. Te deseo lo mejor, Kagome. Que el destino sea amable contigo.

Fin

Una flechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora