11/10/22

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|| Donde Iván lastima e ilusiona
a Rodrigo por no
saber lo que quiere, pero, esta
sería la última vez ||

[ ♡︎ ]

Los rayos de sol chocaron contra mis párpados cerrados. De a poco fuí abriendolos y volviendo a la realidad.

Por un momento, me sorprendí al notar mi cuerpo desnudo, eso hasta que recordé la noche anterior. Lo que me llevó a pensar otra cosa: Iván.

Iván estaba sentado en la esquina de la cama, junto a la mesa de luz. Su celular en mano.

Me senté en el colchón y me fuí acercando a Iván, poniendo mi pecho en su espalda descubierta. Mis brazos rodearon su cuello y mi mentón se apoyó en su hombro.

— Buenos días — dije con una voz tan suave que ni yo sabía que podía usarla — Y feliz cumpleaños, Ivi.

— Gracias — Fue lo único que él dijo, aún con la vista clavada en su teléfono.

Acerqué la mirada a este. Leí el chat en el que estaba: "Amor<3". Claramente, ¿quién más sino?

Solté un bufido.

— ¿Ni un mensaje? — le pregunté.

— Ni un mensaje — me respondió.

"Tan seco como el padre" pensé.

— Ivi, olvidate un rato de ella. Vamos a desayunar. Seguro estás cansado luego de... Ya sabes...— no terminé la frase, esperaba que él entendiera a lo que me refería. Y él lo entendió.

— Mira, Rodri. Lo de ayer fue... No sé bien que fue. Pero sí sé que no estuvo bien. Digo, no porque vos lo hagas mal ni nada - mientras me explicaba movía las manos en gesto nervioso. A veces dolía cuantos pequeños detalles conocí de él. —, pero yo tengo a mi novia y vos... Sos mi mejor amigo. No puedo engañarla a ella.

— ¿No podés? ¿O no querés?

— No quiero.

Me quedé observando su perfil, éste todavía embobado con la pantalla.

— Iván — me miró —, mirame a los ojos y decime que posta no sentis nada. Que lo de ayer fue un error y que soy solo yo el que siente esta extraña conexión entre ambos. Decime que solo yo siento que muero cada vez que me miras o sonreís. Solo así, yo voy a creer ese "No quiero".

— ¿La verdad? No puedo — cada vez sus ojos iban bajando más hasta llegar a mis labios, y yo comprendí lo que se venía —. Solo... Una última vez.

Sus manos en mi nuca, mis dedos enrredandose en su pelo. Nuestras bocas a centímetros de distancia y mis muslos con intenciones de estar a los lados de su caderas.

Y así, por un momento antes de perderlo, todo funcionó.

Mi nuca fue atraída hacia el, mi dedos se enrredaron, tiraron, y soltaron. Nuestras bocas se unieron y mis muslos estuvieran a los lados de sus caderas.

Todo fue perfecto por última vez.

Caímos en un viaje embriagador. Ambos sabíamos que luego de esto ya no habría más nada, y aún así, lo quisimos.

La diferencia es que él no sufriría, yo sí.

Yo lo tiré sobre las sabanas y continué con el movimiento de labios. Sus manos fueron hasta mi cintura y terminó por volternos, quedando él arriba mío. Todo eso hasta un ruido de llaves.

Por un momento había olvidado que estabamos en la cama de Iván. De Iván y su novia.

Rápidamente él se alejó de mí. Se paró, buscó en su ropero una remera cualquiera y alguna bermuda de por ahí y se las puso.

— Agarrá algo de ahí y ponetelo. Te espero afuera.

Con toda la bronca y tristeza que jamás creí tener, tomé lo primero que vi, sumado a un buzo por el frío que tenía al estar recién levantado, me lo coloqué y salí de aquella habitación.

Al salir, los vi, en la entrada, besándose. Como si sus manos nunca hubieran estado en mi nuca, como si su pelo no hubiera sido tironeado por mí. Como si nuestras bocas nunca hubieran estado juntas, como si la cadera que ella apegaba hacia sí nunca hubieran tenido mis muslos a su alrededor.

Con la manga del suéter, limpié una lágrima que se asomaba por mi rostro.

Pasé por la puerta dándoles un leve empujón a la pareja.

Una vez sólo en el elevador, rompí en llanto.

¡! ⌦ ¡!

La primer semana, me escribió para pedirme que hablemos. Un mensaje todos los días. Me obligué a ignorarlos.

Ya, al paso de las semanas, supongo que se hartó de mí y dejó de hablarme.

Hoy, 11 de octubre, ha pasado exactamente un año. Ahora mismo, él debe estar festejando su vigesimotercer cumpleaños.

Estoy sentado en mi cama, mirando a la nada. Recordando la mirada que me dedicó mientras cruzaba esa puerta.

Tristeza, arrepentimiento, pena. Pena, ¿Solo eso le doy? ¿Pena?

Ando debatiendome si fue buena idea enviar ese mensaje. Quizás no querías recordar nuestro pasado con un "feliz cumpleaños", pero no pude evitarlo.

Todavía recuerdo toda la secuencia y el orden específico de las cosas.

Manos en la nuca, dedos enrredados, bocas a centímetros, muslos a los lados de las caderas: Aquella última vez.

𝙋𝙤𝙧 𝙐𝙡𝙩𝙞𝙢𝙖 𝙑𝙚𝙯 - 𝘙𝘰𝘥𝘳𝘪𝘷𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora