-Mamá, ya me voy, no pienso llegar temprano, tengo que estudiar con Chris.
Y pensar que esas fueron las ultimas palabras que le diria a mi madre aquel desastroso día...
Todo comenzo una mañana cualquiera en que yo, Sam Rodrick, me levantaba exhausto y sin animos aproximandome a otro aburrido dia en la aburrida escuela.
El trayecto hacia la dichosa escuela fue latoso aunque el ambiente y el viento que golpeaba mi cabello se sentian entre frío y denso, algo que llamó mi atención pero no retrasaría mi travesía para evitarme otro de los sermones de mi queridísimo profesor, que parece que su único objetivo en la vida es sermonearme y recarcarme las cosas malas que se adhieren a mi actitud.
Mientras iba a medio camino, casi corriendo, a mi lado se asomó un curioso pero familiar auto, del cual una ventana con los cristales polarisados, empezaron a bajar de apoco revelando la identidad de aquella persona que conducía aquel Mercedes. Era Chris, mi mejor y único amigo.
-Hey preciosa, te llevo?
-Jeje, No piensas invitarme una copa guapo?- bromee junto a él rompiendo el aire denso que acompañó mi caminar casi medio camino
-Vas tarde Sam, te hecho un aventón?- Dijo el con su amable tono
-No... prefiero caminar con estos 3 grados en el ambiente...
-Bueno pues entonces me voy- a lo cual se escucha rugir el motor y el rechinar de las ruedas a lo cual reaccione y alerté gritando un par de obsenidades
-¿No que querias caminar?
-Jaja muy gracioso... ya dejame entrar que se nos hace tarde y no quiero alterar a mi querido profesor
-No seas así con el señor Ghesard, él es una buena persona y el mas reconocido en toda la escuela
-Yaya, no vayas de chupa-medias que amí siempre me ah tratado como poca cosa
-Nunca cambiarás Sam
A lo cual yo solo asentí con la cabeza, con mi pulgar en alto y una sonrisa de oreja a oreja.
Llegamos al salón de clases apenas 5 minutos antes del inicio de la misma, al parecer la novedad era verme ahí tan tranquilo sin ser reprochado con las pocas posibilidades de futuros buenos a los que estaba dispuestos debido a mi supuesta flojera y poco interés en todo lo relacionado con clases y estudio. Automaticamente las miradas se posaron en la puerte que se abría casi de golpe lo cual indicaba que el profesor ya había llegado y al parecer sin ganas de hacer clases.
Yo lo miré con intriga, a lo cual el me observó con asombro y un poco de satisfacción.
-Vaya, vaya, vaya, tal parece que un mar de terremotos nos acompañarán hoy debido a la milagrosa e inesperada compañía diurna del joven Rodrick
-Al parecer me extrañó Celeo
-Mi nombre es Celeo Ghezard, pero para usted sólo soy el señor Ghezard
-Sisi como diga
-Muy bien, antes de comenzar la clase, quisiera mencionar que este día nos acompaña una joven visita que constituirá esta clase junto a ustedes. Entra niña
Giré mi cabeza al escuchar lo último ya que me llamó la atención la idea de tener una estudiante más en esta clase monótomlna. No podía creer tanta belleza acumulada en aquellos ojos profundos que acompañaban a la joven que entraba tímida, tenía unos ojos cafés semi claros, con una pupila dilatada que hacían denotar aún más sus ojos (almenos yo lo notaba) su cabello negro ondulado que llegaba hasta las caderas pasando por su espalda, su cara perfectamente hecha como si su única razón de existir es portar tanta perfección en una sola persona. No deje de mirarla hasta que de sus carnosos y provocativos labios se pronunciaron palabras suaves pero entendibles:
-Hola Sam, tiempo sin verte- dijo ella levantando la mano en forma de saludo, lo cual erizó aún más mi piel.
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