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Desde hace tiempo me he dado cuenta que siento cosas por Akaashi, mi corazón cuando estoy a su lado no para de latir, me siento seguro a su lado. No quería admitirlo al principio ya que normalmente tendría que gustarme una mujer pero él es la excepción.
Haber entablado una buena relación con él fue lo mejor que me pudo haber pasado, pero ahora tenía un "pequeño" problema. Nuestro equipo de voleibol, mejor dicho el entrenador, decidió tener un viaje por todo lo logrado este semestre, todos aceptamos y decidimos ir pero no tenía algo en mente hasta que estaba frente a esa discusión.
—Como saben el día de hoy rifaremos las parejas que harán al estar en la posada —comenzaba a hablar el entrenador en el gimnasio—. Así que empezamos —la manager le paso ya las listas armadas—. Tatsuki Washio y Akinori Konoha, Bokuto Kōtarō y Akaashi Keiji... —en ese mismo instante deje de escuchar las cosas que pasaban a mi alrededor hasta que un leve empujón me logro sacar de esos pensamientos.
—Bokuto-san, ¿está bien? —era Akaashi con esos brillantes y tan penetrantes ojos.
—¡Oh! Sí, no te preocupes, solamente pensaba que llevar al viaje —reí nerviosamente, podía sentir como mis cachetes se volvían color carmesí.
—Tal vez acompañándolo a su casa y logrando hacer la maleta, ya sabe que vivimos cerca —mi mente no podía creer esta idea, era la mejor pero no creo poder resistir tanto tiempo solo junto a él.
—Podría ser una buena idea —no había pensado nada de esto y cuando menos lo razonaba ya estaba con él en la entrada de mi casa.
Lo invite a pasar y de cara nos encontramos a mi madre, ella sabía que sentía por Keiji ya que había "salido del closet" con ella hace algunos meses. Con algo de sorpresa nos saludó y nos invitó a pasar por un poco de agua.
—Mamá pero vamos a subir a mi cuarto, me ayudara a hacer la maleta para el día de mañana —con mi mirada le di a entender que solamente haríamos eso.
—¡Oh! Entonces pasen, en un rato les llevo algo de aperitivos —nos sonrió y ambos fuimos a mi habitación.
—Tu mamá me cae tan bien, cada vez que vengo me recibe con una sonrisa —una sonrisa se formó en su bello rostro quedándome completamente embobado—. ¿Puedo dejar aquí mi bolso? —asentí.
—Deja voy a buscar mi maleta —salí de la habitación con dirección a un cuarto donde guardábamos todo; al regresar, pude notar que estaba observando algunas imágenes que tenía en mi escritorio.
