lúgubres recuerdos ✢

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Mi despertador suena muy temprano , siempre igual. Rápido me dispongo a levantarme porque si doy vueltas un minuto más, aumentan las probabilidades de desistir, de desistir a una rutina que se repite como la de Sísifo al levantar cuesta arriba una piedra día a día.

Un espejo me acompaña durante las mañanas, donde me veo ahí solo.
Abandonado por el cielo de la mañana y las estrellas, por los aires del verano y la fresca lluvia de la primavera, por el manantial de todos los mortales.
Abandonado. ¿ Siempre fue así ?

Pasa por mi mente donde las veces quiero hacer una cosa u otra, pero me desvió y caigo en una incertidumbre que no cesa. El ocaso se va terminando mientras el frío empieza a adentrarse en mi cuerpo.

Dejo mi casa, deseando que los días sean más largos. Y al exterior salgo, triste y sombrío. Tal vez me quedo mirando a los árboles, al sol tan cálido, a las casas tan monótonas. Tal vez me quedo mirando al mar, mis ojos en el vidrio, deseando ser infinita.
Como esas olas mis tristezas y las tardes que no se acaban nunca.

Mudo y absorto, solo y perdido. Ya en mí se plasma mi vida entera:
Nadie se percata de los suspiros que al viento doy y a las lágrimas que a las estrellas les entrego en una noche diminuta.

Ya no me queda ni siquiera un alma que con sus penas, se duplique mis penas. Ni un dulce labio que me pregunte de dónde vengo ni adónde iré.

El casi ocaso termina en añoranza, asi como yo, convirtiendo mi esencia en sombras de soledad y muerte, reflejado por el alma en los ojos nostálgicos y tristes del tiempo, ya sin espacio
por un destino dolorosamente escrito, padecido en silencio y olvido.
Con que relato cada línea de los poemas, con pequeñas gotas que corren lentamente por mi rostro, cada amanecer al despertar, viéndome y sintiéndome, cada vez, mas solo.

diciembre onceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora