Capítulo 34

375 41 0
                                    

Hora: 0050

Jack Williams

Frotó mis ojos con cansancio, no sé cuántas horas llevamos acá, pero el cansancio y sueño me pasa fractura, veo el reloj en una de las paredes de la oficina del coronel, marca pasada la medianoche.

—Esto no funciona. — Se queja una vez más Scheneider, si yo me siento cansado, no quiero imaginar a este hombre, no come, no duerme y no deja de beber whisky o cualquier tipo de alcohol que tenga a la mano.

— Roma no se hizo en un día. — Adam dice con el positivismo que lo caracteriza, aunque su semblante también demuestra que está igual que cansado que todos los presentes.

— Ella no lleva un día desaparecida. — Maldice Dereck. Coge la botella de ron y se la empina.

— Deja eso Dereck, a este paso te dará cirrosis. — Reprocha Adam.

— Déjame en paz Parker. — Responde mi amigo, en eso se basa cada conversación con Dereck desde que Natasha no está, discusiones constantes con cualquiera que lo contradiga o aconseje.

Mi celular suena, probando que pierda el hilo de la discusión que va a volver a empezar entre ellos. ¿Quién llama a esta hora?

— Habla Williams. — Respondo, mientras salgo de la oficina de Scheneider.

— Jack — apenas entiendo, ya que se escucha un bullicio de fondo, música fuerte.

— ¿Lucía?

— Soy yo, — responde, su voz suena agitada. — Tengo un problema, yo... necesito que vengas. — Sus palabras me asustan y me ponen alerta.

— ¿Estás bien? ¿Qué pasa? — Contestó, y caminó hacía el elevador.

— Yo estoy bien... lo que pasa es que he perdido a tu hermana. — Cualquier rastro de sueño se esfuma al escucharla, presiono el botón para que el ascensor descienda hacia el estacionamiento.

— ¿Qué dices? ¿Alondra? ¿Qué hace Alondra contigo?

— Te explicaré todo luego, pero necesito que vengas para acá, estoy en la discoteca del 312.

Las puertas del elevador se abren dándome paso al estacionamiento, doy con mi motocicleta rápidamente.

— Te veo en diez. — Le digo y cuelgo.

(...)

Lucía me espera afuera de la discoteca, viste una falda de cuerina color café, unos botines y chaqueta a juego, en conjunto con una camisa corta blanca.

— La dejé en la pista de baile un momento, para ir al baño, cuando volví no estaba. — Explica ella con notable preocupación.

— Tranquila, — le digo, mientras doy una mirada rápida por todo el lugar, hay mucha gente a las afueras de la disco. — Te dije que tiende a hacer esto, ¿qué hacías tú con ella?

— Llamó para salir, le dije que estaba cansada, pero... — ella suspira y mueve sus manos con nerviosismo, — lo siento, la encontraré. — Lucía se voltea dispuesta a ir a buscarla, la detengo cogiéndola del codo.

—Lu tranquila, Alondra hace esto todo el tiempo y aunque no lo creas ella sabe cuidarse sola, tiene cara de estúpida, pero no lo es. — Digo en un intento por relajarme a la chica y a la misma vez me repito eso para mí. — ¿Dónde la buscaste?

— Adentro, busque por todo el lugar, al salir también lo hice, pero hay muchos callejones acá, para seguir sola, por eso te llame, además estoy desarmada ¡Mierda! Debí traer mi arma. — Se exaspera más, golpea su tacón contra la acera con enojo. — Debemos de cubrir el área, yo puedo irme por este lado y tú cubre el otro. — Señala con mente de estratega, pero niego, no la dejaré ir sola, suficiente tengo con que mi hermana haya desaparecido.

Corazón de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora