Capítulo 10

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Jack Williams.

La veo bajarse del auto irradiando furia, inevitablemente una gran sonrisa se forma en mis labios al confirmar que mi cometido de la noche ha sido logrado.

─ Señor... ─ Escucho la voz de las niñas que están en los asientos de atrás del auto.

─ Bájense. ─ Ordeno abriendo mi puerta para salir también y veo como las chicas han seguido mi orden.

─ Williams. ─ Levanto el mentón topándome con Natasha.

─ Todas suyas coronel. ─ Le digo haciendo una seña con mis manos hacia las niñas.

─ Buen trabajo. ─ Felicita y le regalo una sonrisa a la hermosa castaña. ─ Sebastián llévalas adentro. ─ Ordena cambiando totalmente su actitud al hablarle al soldado. Este asiente y se acerca a las chicas sin decir palabra.

Ellas me voltean a ver con los ojos como platos al ver que se las van a llevar, buscan ayuda en mí.

─ Tranquilas, vayan. ─ Les digo, al final ellas se van con Ferrer sin dar problemas.

─ ¿Sabes que sucede con Lucía? ─. Pregunta Natasha. Niego haciéndome el desentendido.

─ Creo que Rollers la molesto demasiado. ─ No es la verdad absoluta, pero al final de cuentan su enojo también viene por lo que sucedido con el vejete.

─ Creo que no debí enviarla contigo ahí. Ella no está acostumbrada a ese tipo de ámbitos. ─ Muerdo mi lengua.

─ Está en la milicia. ─ Contesto sin medir mi tono. ─ ¿A qué ambiente está acostumbrada entonces? ─. Pregunto con interés.

─ Lucy es tímida y delicada, obviamente no está acostumbrada a tratar con un proxeneta Jack, ella no es como las mujeres con las que tú acostumbras tratar, y si está en la milicia y es una excelente soldado, pero ella no deja los sentimientos de lado al estar en el campo. Además, su área es la psicología mayormente.

La respuesta de Natasha me hace arrepentirme de lo que la he hecho vivir hace un rato, tal vez he pasado la raya con la muñequita. Bueno aunque ella también la paso conmigo y mis bolas lo recuerdan todavía con dolor. 

─ Entiendo. Entonces no debería de estar en este escuadrón. ─ Suelto las palabras sin pensar y me doy cuenta de mi error al ver como la coronel cambia su semblante hacia mí. 

─ Por dicha eso no lo decides tú Williams. ─ Ella se da la vuelta dejándome con la palabra en la boca. He hecho enfurecer a dos fieras esta noche. 

¡Genial! debo de cuidar mi espalda desde hoy  definitivamente.

Me adentro a la bodega, James y Fred me saludan ya que se encuentran afuera conversando, les devuelvo el gesto con un asentimiento de cabeza. Adentro todos están esparcidos por la sala, pero sin poder evitarlo mi mirada busca a la chica de ojos verdes, la cual apenas nuestras miradas se conectan me evita rápidamente.

Si antes apenas me dirigía la palabra, creo que ahora ni me dirá los buenos días. Una más o una menos a la lista no le hará un gran cambio supongo. Suspiro y me dirijo a mi saco, luego al baño con un cambio de ropa. Al estar dentro me deshago de la ropa que llevo puesta y me meto a la ducha, con cansancio dejo que el agua caiga por mi cuerpo, de a poco logro relajarme.

Unos minutos después estoy secando mi cuerpo con la toalla para después colocarme una pantaloneta y la camisa. Salgo del baño más relajado.

Me doy cuenta que lo que es la coronel y la soldado Rojas se están encargando del interrogatorio de las niñas, mientras Luther, Adam y Sebastián hablan en una esquina y supongo que James y Fred le toca lo que es la guardia de la noche y por último la muñequita y su otra amiga hablan en la esquina opuesta a mi saco.

Corazón de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora