Empezamos con había una vez...
Había una vez, un líder lleno de seguridad en sí mismo que no pudo evitar codiciar el reino de Tokyo, quería expandirse junto a sus compañeros y conquistar. Lo que no sabía este líder que una persona tenía la capacidad de derrotarlo, una patada por aquí, una patada por allá y los aretes brillaron llegando a maldecir a su hermano no tan hermano.
──Como eres un idiota Manjiro, te condenó a estar en este santuario, no podrás expandirte y además vas a ser más feo de lo que ya eres.
──A eso se le llama envidia, Izana.
──¡No vas a salir dije y si tu chaqueta pierde cada letra dorada, vas a morir!.
──No sólo me invade también me maldice.
──Para que la maldición se corte una persona debe amarte tal cual eres, aunque lo dudo.
Kurokawa sólo tuvo que chasquear sus dedos para que poco a poco el Santuario Musashi empezará a verse viejo, descuidado mientras que los miembros oficiales de la Toman se sentían en una especie de cárcel del cual no podrían salir.
──¡Mikey! Me dijiste que no ibamos a estar encerrados...¿¡Qué le voy a decir a mi mamá!?
°
°
°
Todo el mundo tenía conocimiento de la maldición en uno de los santuarios más importantes, las pandillas que estaban a las sombras querían demostrar que podían más que la ToMan siendo detenidos por nada más ni nada menos que Tenjiku; sólo que la gente no estaba muy al corriente de eso cuando lo veían pasar.
Su cabellera rubia no natural, sus ojos tan brillantes como un océano que jamás había sido contaminado incluso a la vista podías quedar hipnotizado con sólo una sonrisa tímida de su parte. Claramente que su vestimenta no lo ayudaba en lo absoluto, sino fuera por su belleza la gente miraría directo al sol por aquellos colores mal combinados y las prendas sueltas que portaba.
¡Quería ser una leyenda como el invencible! Pero sólo tenía cuatro amigos siguiéndolo mientras este portaba un libro en mano, ¿para qué? No sabía pero el romance era uno de sus más grandes sueños después de ser alguien rudo, por supuesto.
──Podría ayudarte a conquistar Japón, sólo debes unirte a mi.
──Pierdete Kisaki, ya te he dicho que no y si sigues así te demandare por acoso.
Tenía mucho con que lidiar cuando se trataba del dúo de payasos que lo seguían casi siempre, llegando a acorralarlo hasta que la neblina se hizo pesada...¿A las 3 de la tarde?
Levanta su mirada llegando a temblar ligeramente asustado, pero ver a Kisaki le motivo a subir los escalones uno por uno tratando de fingir que le apasionaba el libro, simplemente por dentro se estaba repitiendo un mantra. Llegó hasta la entrada, estaba extrañado pero sólo necesito un empunjocito literal para sentir que una especie de "portal" lo succionaba, no sin antes saber que su amigo Akkun lo había empujado. ¿Por qué?.°
°
°A esta parte de la historia la llamaremos nudo, simplemente que Hanagaki estaba frente a rudos hombres que lo miraban como si fuera carne fresca; soltó el chillido de princesa interior mientras que se animaba a pararse y mostrar determinación frente a esas personas que sólo le dieron paso hacia el final de unas escaleras que conducían a diferentes partes, donde ahí pudo verlo...el invencible; una leyenda desaparecida con su chaqueta ondeando al viento, su mirada demostraba profundidad porque aquel color negro le llamaba la atención incluso su cabello rubio era algo que admiraba.