"Arscopio".

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Hace aproximadamente doscientos años, en el mismo periodo en que fue inventada la locomotora, el dirigible y la fotografía, se decía que uno de los genios más grandes era el inglés "Richard Trevithick", pues había construido la máquina mecánica más poderosa y funcional del momento. Sin embargo, casi nada se sabe del también inglés Edward Masham, inventor del "Arscopio". Ésta máquina logró juntar un par de coincidencias y estímulos físicos que dieron como resultado un baile de extremo deleite para algunos menos afortunados (ciegos).

Rezagado por los avances tecnológicos de sus contemporáneos y opacado precisamente por su ex-compañero de clase en la escuela de Camborne, Masham decidió poner en práctica los conocimiento de ingeniería y mecánica aprendidos. En primera instancia intentó crear una máquina capaz de automatizar y facilitar el proceso de destapado de corchos, pues los altos escalones sociales verían con anhelo y apoyarían económicamente el desarrollo del mismo.

Utilizó para ello la patente registrada por Samuel Henshall y la soldó a una palanca de cobre potenciada por una manivela, la cual al hacer impulsada por movimientos circulares sería capaz de deslizar el sacacorchos hacia afuera y posteriormente obtener el preciado vino. Lamentablemente la presión generada por la palanca era demasiada y terminó rompiendo los cuellos de las botellas, además de que el procedimiento resultaba más tardado que hacerlo de manera manual.

Afligido por este fracaso inicial, dejó de lado los problemas de la alta sociedad y buscó resolver entonces una necesidad de la clase media. Era bien sabido que en todos los barrios de Londres, los comerciantes de leche cargaban consigo enormes recipientes de estaño suspendidos en un yugo de madera colocado entre los hombros para de esta manera suministrar a la gente dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche.

Con esto en mente, emprendió la búsqueda de una solución para dichos trabajadores.

- Creo que la mejor manera de ayudar, es inventando un cargador de leche. - dijo

La idea no era mala en si, pero el desarrollo lo que la llevó a cavar su propio fin. Dentro de sus primeros bocetos estuvo el diseño de una carreta con mayor tamaño de las habituales y con un número más amplio de ruedas. Otro , fue un yugo reforzado con láminas de cobre apoyado en cuatro ruedas de madera pero el peso suficiente para cargar un recipiente de estaño.

En su desesperación tuvo como última idea la utilización de la misma locomotora de Trevithick la cual impulsaría una silla de madera con ruedas y dos recipientes de estaño unidos por bases de cobre.

Todas las ideas fueron desechadas por considerarlas el mismo Masham como "poco innovadoras" o no "dignas de un genio". Esa misma noche, fatigado por la falta de buenas ideas, se sentó en su biblioteca y observó varios de sus libros.

Su padre, Thomas Masham (ingeniero también) recibió como regalo de su hermano mayor, Anthony Masham una basta colección de libros antes de partir y ser asesinado en  la batalla de Chippawa. Años más tarde,  el primero, hizo lo mismo y heredó la colección a Edward cuando se encontró infectado de fiebre amarilla.

Dentro de todos los diversos títulos, le llamó la atención el titulado "la ceguera del Rey". Lo sacó de un estante y comenzó a leerlo. En dicho libro se narraba la historia del Rey "Juan I" de Luxemburgo, apodado "el ciego". Este hombre perdió la visa a consecuencia de cataratas y con todos sus recursos buscó a los mejores médicos de la época, pero ninguno logró darle una solución satisfactoria.

No fue sinó hasta el año de mil trescientos cuarenta y seis, cuando agotado por la falta de visión decidió arriesgar la vida en la "batalla de Crecy" luchando contra Inglaterra. La historia finaliza con la muerte del rey abatido en batalla, con una pequeña nota:

"Arscopio"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora