4- EL CINE

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Me sorprendí realmente cuando empecé a trabajar en la cafetería, no era lo que esperaba.

Diversa cantidad de personas entraban a comprar y llevar, otras a charlar en las mesas, y uno que otro llegaba con sus laptops y carpetas a trabajar desde un cómodo lugar.

Mi uniforme consistía en un ajustado pantalón negro y una camisa blanca tan apretada que mis chicas no dejaban cerrar los botones, viéndose más grande de lo que eran realmente. Me gusta ser el centro de atención y aún así verme sencilla. Solo un poco de maquillaje adornaba mi rostro y mi melena salvaje estaba suelta. Todos volteaban a verme y yo solo sonreía, me encantaba mi trabajo.

Daddy últimamente esta muy ocupado, casi no para en casa debido a tantos viajes y me tiene un tanto descuidada. He visto a su esposa salir mucho, cada vez más animada, y mi sexto sentido dice que tiene un amorío, y eso me parece genial, también necesita lo suyo.

- Buenas, señorita.

- Hola, dígame, ¿que va a ordenar?

Un alto hombre de camisa de vestir alzada en los antebrazos y lentes estaba sentado en una de mis mesas con su computador encima. Las demás camareras me tenían un poco de molestia, no les agradaba y realmente ellas a mi tampoco. Simple y pura envidia la suya.

- Quiero un capuccino doble y una tarta de chocolate.

Su pedido me hizo sonreír. Se veía muy serio como para desayunar algo tan dulce, su curiosidad lo delató mientras anotaba en mi pequeña libreta.

- ¿Por qué te ríes?

- Por nada señor.

-Me encantaría ver más de esa sonrisa. - Dijo con voz un tanto baja pero que logre escuchar perfectamente y le guiñe un ojo coquetamente.

- Tal vez lo hagas, ya vuelvo con su pedido, señor - acentúe la ultima palabra y me fui contoneandome como solo yo sé hacer.

Su nombre era Josh Rymond. Era un arquitecto reconocido en la ciudad. Tiene unos 34 años y sus ojos verdes eran el bosque mismo. Ya ha visitado el lugar 5 veces y siempre se sienta en mi espacio esperando que lo atienda con una sonrisa.

Daddy lo notó una vez que se encontraba ahí y de inmediato se fue a su oficina donde me mandó a llamar con la secretaria, ahí me regaño por coquetear.

- Eres mía, Sweetie, mi Sweet Candy. No quiero verte con nadie más que no sea yo, quiero pensar en que tienes ojos solo para mi, no lo ves?

- Si daddy.

- Ahora ven, dame lo mío - dijo besando mis pechos como le gusta, agarrando uno con brusquedad mientras apretaba el otro con su boca.

Me agaché frente a el y lo empujé un poco de su asiento. Abrí su pantalón y sin pensarlo me metí su miembro completo en mi boca, me encantaba. El sabor, el olor, la textura, todo. Quería más.

Ese día mi regalo fueron 500 dolares.

Me cité con Josh en el cine de la ciudad. Veríamos ITs 2, estaba muy emocionada.

Me vestí sexy, ya sabía lo que se venía, nuestra primera vez solos y malditamente que no la desaprovecharía. Opté por una falda corta de jean, una blusa hombrera de color negro sin sostenes y unas cómodas sandalias de plataforma color plata. Me veía linda y sexy y Josh me lo confirmó comiéndome como en los ojos. Estaba vestido informal, con una camiseta negra que se ajustaba a su pecho, unos jeans oscuros y unas botas negras. Se veía tan caliente.

- Estoy feliz de que hayas aceptado mi cita - me dijo sonriendo mientras besaba su mejilla.

- Y yo feliz de que me hayas invitado. - sonreí coqueta, sentí mis mejillas enrojecer y entre mis piernas algo caliente empezó a nacer.

●○Sweet Candy○● SEX HARD 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora