Alan Anderson era un chico de 19 años que vivía en el norte de Estados Unidos, vivía en un barrio pobre y peligroso, las pandillas abundaban así como los malos tratos e inseguridad.
Pero que otra opción tenía? Su padre lo había abandonado cuando apenas era un niño y a su madre a duras penas le alcanzaba para mal vivir en ese horrible lugar.
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Creció en un ambiente ostil y peligroso, su madre quien normalmente no se preocupaba por el lo dejaba solo gran parte del tiempo aveces incluso sin comida. No tuvo acceso a la educación secundaria ya que no tenía para pagar las exigencias de una escuela así que en cuanto termino lo que pudo estudiar entro a trabajar en el bar donde su madre trabajaba; la paga era miserable y los tratos de los clientes hacia el eran crueles. Todo esto junto le formó un carácter fuerte y una forma de ser ostil y agresivo con lo que ocultaba la gran depresión en la que estaba cayendo, las autolesiones no tardaron en llegar a su vida, se sentía miserable todo el tiempo y como forma de desahogo se cortaba los brazos, piernas o el estómago. Al ser un joven tan agresivo llegó a meterse en problemas con clientes del bar y otros jóvenes pertenecientes a pandillas peligrosas, lo amenazaban de muerte o tortura pero era indiferente a esto. Les repetía a esos delincuentes y a si mismo.
Alan- que harán? Matarme? Pues mejor para mí! Torturarme? No creo que exista mayor tortura que el hecho de despertar cada mañana y saber que sigo en esta vida de mierda!!
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Para los delincuentes era frustrante ver el como no les temia, pero si que lo llenaban de golpes hasta dejarlo inconciente. El único deseó de este pobre chico infeliz era morir pero aún no encontraba el valor para quitarse su propia vida.
