Maggie
— ¿Si estás comiendo, Maggie?
— Sí, mamá.
— ¿Llevas puesto el abrigo que te regalé y el gorro de lana?
Me miré a mí misma y no pude evitar hacer una mueca al verme vestida como mi mamá decía. Estas prendas eran lo único caliente que tenía para salir a las calles de Londres. En especial en días lluviosos como hoy.
— Sí, mamá — suspiré mientras seguía empujando el carrito de supermercado por los pasillos repletos de comida o cosas que se necesitan para el hogar.
Estaba en busca del delicioso chocolate para preparar que me encantaba beber apenas llegaba al apartamento cuando mi madre me llamó para saber cómo estaba. Ella a veces era muy inoportuna con sus llamadas desde que me mudé a Londres por la universidad.
Lo que no entiendo es cómo puede haber un montón de comida a simple vista, pero el glorioso chocolate no aparecía en ninguna parte.
En el supermercado solo había un par de adolescentes de unos 15 años aproximadamente buscando cigarrillos que supongo sus padres no sabían que consumían, un cajero que se veía no tenía muchas ganas de estar aquí y una señora con un niño pequeño de la mano recorriendo los pasillos mientras el pequeño le contaba algo a su mamá con una sonrisa en el rostro. Todo esto a la vez que sonaba un villancico en los parlantes del lugar.
Sí, estábamos en noviembre. Un mes para Navidad, y a pesar de eso ya se sentía los aires navideños en todo lugar de Londres.
Escuchaba a mamá seguir hablando a través del audífono inalámbrico que tenía en un oído y tarareaba Jingle Bells Rock cuando por fin pude visualizar al hermoso chocolate situado en lo más alto de un perchero. Quería gritar de emoción, pero recordé que mamá seguía al teléfono así que decidí callarme y apurar el paso con el carrito hasta llegar en donde estaba el amor de mi vida.
¿Quién necesita a alguien que le dé un orgasmo cuando tiene a este manjar que no solo te da un orgasmo sino varios orgasmos?
Ok, ya he pensado en muchos orgasmos. Es hora de tomar el último chocolate en el maldito supermercado.
Poniéndome de puntillas trataba de alcanzar el jodido chocolate a la vez que alzaba los brazos y solo lograba rozar el pote con mis dedos.
Odio ser bajita.
Resoplé irritada intentando nuevamente alcanzar al amor de mi vida, pero ahora saltando como un jodido conejo.
— Agh, ¿por qué no saqué los genes de papá? — me quejé aun estirando los brazos y frunciendo el ceño a la vez.
— ¿Y qué tienen de malo los míos? — chilló mamá indignada.
Suspiré de nuevo apoyándome en el carrito que tenía a lado mío.
— Mamá, ¿crees que podrías llamarme en otro momento? — dije con la mayor delicadeza posible. — Estoy algo ocupada justo ahora.
— Para una madre nunca se está ocupado – empezó con lo mismo de siempre haciéndome rodar los ojos mientras seguía hablando. — No me gires los ojos, señorita.
— ¿Cómo rayos sabes lo que hago, mamá?
He llegado a pensar que tiene cámaras para vigilarme.
Decidí otra vez intentar tomar el tan anhelado manjar y cuando estaba a punto de hacerlo alguien lo tomó logrando que por un momento me quedase mirando el estante vacío como una tarada. Al darme cuenta de lo que acababa de ocurrir, giré la cabeza a ambos lados del pasillo. A mi lado izquierdo logré ver la espalda de un hombre rubio-castaño que caminaba con tranquilidad con MI pote de chocolate en la mano. Corrí como loca con el carrito de comprar hasta donde estaba el hombre y al estar frente a él de nuevo me quedé como idiotizada por lo que tenía frente a mí.
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Cuando la Tierra deje de girar
Romance"Puedes ser solamente una persona para el mundo, pero para una persona tú eres el mundo." - Gabriel García Márquez. ¿Quién dice que la Tierra no puede dejar de girar? Este momento va a llegar alguna vez a lo largo de nuestra vida en este planeta. La...