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─Otra vez, Jung se equivocó, nuevamente. ─ordenó Kim Sunwoo, capitán del equipo de porristas que poseía el instituto, haciendo que los betas y los omegas que conformaban dicho grupo comenzaron a quejarse, incluyendo a Jake, quien con un puchero en sus labios se resignó a acatar lo que había pedido el omega de cabellos rosados, similar al tono del brillo labial que adornaba sus belfos.

Esperó a que sus demás compañeros se colocaran en sus respectivos lugares y tomó aquellos pompones de colores demasiado vibrantes que había dejado en el suelo. El peli rosado caminó unos cuantos pasos para estar en frente de los demás y observar sus acciones, Jake pudo escuchar el como contó hasta el número tres y con ello todos repitieron los pasos enseñados hace un par de horas por el omega de cabellos como un chicle, proporcionando un espectáculo a los dos pares de ojos que se hallaban en ese campo de deportes.

Cuando terminaron, el capitán aplaudía contento por el progreso de su equipo mientras Sunghoon, quien era al cual le pertenecía el otro par de ojos, solo se enfocaba en cierto omega pelinegro, el cual era el único dueño de sus pensamientos.

Había salido considerablemente temprano de su aula de clases, durante su último periodo estuvo presentando una prueba escrita de química inorgánica, no tardó mucho en entregarla ya completada y el profesor Qian Kun lo autorizó de salir del salón, con el fin de no molestar al resto del alumnado que seguía resolviendo dicho exámen. Vagando por los extensos y solitarios pasillos mientras acomodaba su mochila en su hombro izquierdo, una idea cruzó por su cabeza, que fue aprobada al instante por su lobo, que aullaba emocionado de ver al omega que tanto le gustaba. Así había terminado sentado en las altas bancas del lugar, aplaudiendo a la distancia, queriendo no ser notado por el pelinegro para apreciarlo en anonimato unos instantes más, fallando en su intento abruptamente.

Sunwoo pronunció un par de palabras que no logró escuchar el alfa y cuando menos lo esperaba, Jake corría lo más rápido que sus piernitas le permitían, se veía precioso con esos listones en su cabello suelto y ese conjunto de ropa a tonos pasteles para contrarrestar lo llamativo de los pompones que ya habían sido guardados en el zurrón del omega. Jadeando sutilmente, una sonrisa se escapó de sus labios y una calidez llena de candor abrumó cada parte de su ser al sentir los brazos delgados de su enamorado alrededor de su cuello.

─Hyung, ¿Qué lo trae por aquí? Todavía faltan diez minutos para que suene la campana. ─comentó, separándose del alfa, quien se quejó en voz alta por la falta de contacto con el coreano.

─Terminé temprano con mis obligaciones y el profesor Qian me permitió retirarme del aula. Mientras caminaba me dije, ¿El lindo omega que acortejo no me comentó que estaría en su práctica de porristas? Y terminé aquí para observarte, eres magnífico en cada cosa que haces. ─confesó, pintando él mismo las mejillas del menor de un carmesí como sí se tratase de un gran artista al recibir esos dos halagos.

Agradeció en voz baja, y antes de que pudiese pronunciar algo más, la campana del final del periodo sonó a la distancia, alertando al coreano. Tomó sus cosas nuevamente y le sonrió─. Tengo que irme, el profesor Taeyong me dijo que tenía que ensayar por última vez antes de mi presentación en el acto especial. Nos vemos después, Baby Penguin. ─dejó un besito en la mejilla y, luego de alejarse, corrió hacia la puerta más cercana al instituto, dejando a su mayor con una sonrisa en su rostro mientras tocaba sutilmente el lugar en donde sus belfos habían rozado su suave piel y su lobo correteaba por su interior, contento por la muestra de afecto que había dejado el omega.


𝗦𝗧𝗘𝗥𝗘𝗢𝗧𝗬𝗣𝗘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora