Epílogo 2

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Pensé que no había nadie a quien pudiera amar tanto como a Hinata, pero al sostener a nuestro hijo recién nacido en mis brazos, al levantar la cabeza y mirar a mi esposa dormida, me di cuenta de que mi amor por ambos abarcaba todas las extensiones de mí.

Este pequeño ser en mis brazos era un poco de mí y un poco de la mujer de la que estaba enamorado más que de la vida misma.
Nuestra historia podría no haber sido perfecta, y había habido pruebas
y tribulaciones a lo largo del camino.

Nos había llevado mucho tiempo llegar hasta aquí, pero cada día
me daba cuenta de que había nacido para tener a Hinata en mi vida y a
nuestro precioso niño en mis brazos.
Un marido. Un padre. La persona más comprensiva del mundo para ambos, que siempre los apoyaba y que los defendía sin falta.

Me paré y puse a Boruto en el moisés al lado de la cama y lo miré fijamente un momento, sintiendo que me dolía el corazón por lo perfecto que era. Tenía la barriga llena, llevaba un pañal limpio y no se levantaba hasta dentro de un par de horas. Intenté ayudar todo lo que pude, así que cuando Hinata terminó de amamantar, me hice cargo y la dejé volver a dormir rápidamente.
Con una mirada más prolongada a Boruto, me moví a mi lado
de la cama y me coloqué al lado de mi esposa, le rodeé el brazo por la
cintura y la acerqué.

Enterré mi nariz en su pelo e inhalé profundamente. Ese olor...
era adicto a él. El aroma de Hinata no se parecía a nada que hubiera
olido en toda mi vida. Y nunca me hartaría de él.
Nos habíamos casado en una pequeña ceremonia un mes después de saber que estaba embarazada. Quería darle una boda grande y cara, pero mentiría si no admitiera que tener a Hinata como esposa no era perfecto. Podríamos haber usado bolsas de papel y casarnos en un basurero, y aun así habría sido perfecto para mí.
Y ella se sentía de la misma manera.

Alma gemela. Eso es lo que era para mí.
Incluso todo este tiempo después, mientras estaba en la cama
junto a la mujer por la que vivía y respiraba, no quería dormir. Porque
dormir significaba que perdería el tiempo con ella.
Se movió ligeramente y se dio la vuelta, así que ahora estaba
frente a mí pero seguía durmiendo.

La miré a la cara, sus rasgos
delicados, femeninos. Hinata parecía relajada, y sabía que incluso en
este estado inconsciente sabía que siempre la cuidaría, que siempre la
protegería y me aseguraría de que ella y la familia que creamos
estuvieran a salvo.
Porque ellos eran mi mundo, mi todo. Y sin eso... no tenía nada.

ONE NIGHT (Naruhina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora