† La reina de las cenizas †

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Ella aún era muy pequeña cuando se dió cuenta de que no todos habíamos nacido para ver un mismo horizonte justos para siempre.

Había crecido en una burbuja de supuesta felicidad, una que se había inventado ella misma para no sufrir.

Los monstruos que vivían en su armario casi nunca la dejaban dormir, obligandola a ver su espectáculo, con el que muy pronto tendría que vivir.

A medida que crecía se daba cuenta de las mentiras,

pero también aprendía de ellas.

Había aprendido que era un monstruo. Y que toda la vida tendría que vivir con ello.

Sus padres la rechazaban, al igual que el mundo.

Por más que buscaba un consuelo, las personas que la rodaban solo se preocupaban por dejarla en el suelo; volviéndose cenizas, y destruyéndose a ella misma.

Creció, con una sonrisa falsa preparada para quien fuera, llena de rencor y dolor, llena de ilusiones quemadas, y hundidas en el temor y horror.

Ella poco a poco fue descubriendo cuál era su camino, y con ello su propio destino.

Las cosas por fin parecían aclararse, o... Oscurecerse más.

Había encontrado a alguien especial y bueno para llevarlo por su retorcido camino lleno de escombros y algunas cenizas, lo que no sabía, es que, por ese comino, no sería todo sonrisas.

Su mundo cada vez se oscurecia más, y las personas a su alrededor desaparecían; su vida se estaba torciendo más de lo necesario, todo lo que pisaba a su paso se desvanecía, y poco a poco, en dolor, la consumía.

Las cosas se le estaban volteando, y no a su favor, todo lo que había hecho y logrado lo había hecho no pasa ella, sino para sus adversarios, sus enemigos, esos que, con cada golpe, vas vez más la destruían y desvanecían.

Y... Después de tanto llanto y dolor, todo pasó, todo se destruyó, todo quedó peor que cuando empezó.

Su vida antes triste ahora era desesperante y desgarradora.

Solo tenía una solución, morir, o seguir siendo en lo que ella misma, sin saber lo que hacía, se había convertido; la reina de las cenizas. La reina del dolor y la muerte.

Tenía solo un solo pase a la salvación.

Podía arriesga su vida, como tambien podía arriesgarse a vivir sin lo que más quería.

Podía solo, no existir nunca, pero permitir que los demás sí, aunque no la recordaran.

Podía ser feliz sin ni siquiera haber nacido.

O... Podía haber nacido y ser lo siempre había sido.

Estaba todo en sus manos; jugar con el tiempo, o jugar con las cenizas de su vida y nunca atreverse a enfrentarlas.

Leyendas de HyruleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora