1. Roman Holiday

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Las nubes viajaban a través del cielo azul y resplandeciente en una tarde más de agosto. El calor seguía presente, resistiéndose a ir a pesar de que el final del verano estaba anunciado. Volkov seguía echado en su cama, observando el techo blanco de su habitación, escuchando el eco de las cigarras cantar de fondo. La luz dorada se colaba a través de la ventana al lado de su cama, dejaba sus huellas en el suelo de madera oscuro.

Volkov se sentía cansado, no era una cuestión de agotamiento físico, sino mental. Un día más había vuelto a discutir con su padre, cuando Alexandra no estaba en casa, entre ellos se formaba una guerra que no tenía tregua. Desde que Volkov tenía uso de razón la relación con su padre ha sido mala, pero desde que entró en sus años de la adolescencia tan solo ha ido a peor. Su hermana Alexandra era la única que ponía fin a sus discusiones, y la única que protegía a Volkov de que su padre le dejara más cicatrices emocionales. No se soportaban mutuamente, pero sin duda la peor parte siempre se la llevaba el menor.

Sabía que pronto todo eso acabaría, el insituto había terminado y pronto se iría de ese lugar. Alexandra se lo había prometido hacía años: cuando él cumpliera la mayoría de edad se iría a vivir con ella, Volkov empezaría en otro lugar de cero, iría a la universidad y no tendría que preocuparse nunca más por peleas, discusiones o gritos. Desde que su hermana se lo había propuesto era su sueño, ansiaba el momento de ser libre, porque cuando lo fuera, las cosas cambiarían. No le importaba dejar ese lugar, no tenía vínculos con nadie ni amistades que mantener... Aunque eso había cambiado durante el último año, y llevaba siendo su tormento todo el verano.

En su último curso le había tocado cambiar de clase por primera vez, aquello no le podía importar menos, no era una persona de muchos amigos, y de todas formas prefería la soledad. Pero mantener distancias había sido imposible cuando Horacio llegó a su vida. Lo había visto algunas veces por los pasillos o los festivales deportivos, era una persona popular con muchos amigos, era casi magnético, era imposible no querer orbitar a su alrededor. Aún sigue preguntándose por qué Horacio empezó a hablarle durante las pausas, al principio creyó que lo que querría sería burlarse de él, pero no fue así. Horacio se interesaba por él, le escuchaba, incluso cuando sus respuestas eran tan solo monosílabos.

¿Cómo la luna y el sol pueden atraerse así? No podían ser más diferentes, y aún así, eran un espejismo el uno del otro. Volkov con el tiempo empezó a aceptar más a Horacio, hablaban en los recesos y volvían a casa juntos, tomaban el mismo tren para ir y volver. Se hicieron amigos, porque Horacio tenía esa facilidad con todo el mundo, incluso para alguien tan cerrado como Volkov. ¿Cómo fue que Volkov terminó por enamorarse de Horacio? Aún no lo sabía , pero suponía que tendría que ver con esa sonrisa capaz de opacar al mismo sol, o por la manera en la que lo miraba, por su amabilidad con él, por la paciencia que siempre había tenido, por la perseverancia de querer buscar más en él cuando el resto de personas jamás lo hicieron. Tampoco sabe cómo fue que Horacio también se enamoró de él, no era capaz de ver ninguna cualidad que le hiciera digno de algo como eso, él no sabía que Horacio creía que Volkov era la persona con mayor corazón que había conocido, que su seriedad era perfecta para contrarrestar la naturaleza avasalladora de Horacio y mantenerle en la tierra, que Horacio jamás se había sentido tan libre con alguien como con Volkov.

Entre ambos había un vínculo especial, algo que iba mucho más allá de la amistad, y los dos lo sabían. Pero enamorarse no entraba en los planes de Volkov, y ahora debería dejarlo. Porque él se iría a otro lugar con Alexandra, pero Horacio se quedaría en esa ciudad, y temía que el lazo que los mantenía unidos se rompiera en la distancia.

-¿En qué piensas tanto?- Una voz sobresaltó a Volkov, quien se levantó de un salto de la cama mirando hacia la ventana.

-¡Horacio! No puedes entrar así y darme esos sustos...- Reclamó el ruso, alisando con sus manos su camiseta blanca de manga corta en un intento por calmarse.

Volkacio WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora