workout routine

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Los delicados rayos de sol que se colaban por la persiana rozaron sus párpados, haciendo que los abriera con pereza.

Hubiera continuado con su sueño, sino fuera porque no encontró a su novia a un lado suyo.

Tomó su celular de la mesa de noche que se encontraba a su derecha. Eran las nueve de la mañana, algo temprano para ella, considerando que era sábado.

Seguro está desayunando. Asumió, ya que para su novia, el desayuno era la parte más importante del día.

Se levantó de la cama para dirigirse al armario, y pudo sentir el aire fresco golpeando cada milímetro de su piel desnuda, por lo que, se colocó una sudadera oversize de Rosé que llegaba un poco más abajo de sus muslos.

Después de soltar un bostezo, salió de la habitación para encaminarse a la cocina, donde seguramente estaría su amada novia, desayunado algo delicioso.

Sin embargo, se sorprendió al no verla ahí.

En su lugar, solo encontró al peludo compañero de la menor. —Hankie ¿dónde está tu mami?— Jennie se agachó para acariciar el suave pelaje del pequeño perro, quien, disfrutaba del tacto.

Después de ser completamente ignorada por el canino; que prefirió ir a la sala de estar y jugar con su pelota, escuchó pasos en una de las habitaciones.

Caminó por el pasillo, intentando descifrar de que habitación venía el ruido. No tardó demasiado en adivinar que provenía del pequeño gimnasio improvisado que la rubia tenía.

Se acercó a la puerta y la abrió, obteniendo una de las mejores imágenes que podía apreciar un sábado por la mañana.

El magnífico cuerpo de Rosé mientras hacía abdominales en su banco de ejercicio; traía puesto unos sweatpants oscuros y en la parte superior solo tenía puesto un sostén deportivo del mismo color.

Una ligera capa de sudor cubría su rostro y su cuello, el cual podía notarse gracias a que llevaba el cabello en una coleta.

Jennie no pudo evitar pasar su lengua por sus labios mientras presenciaba tan exquisita escena. Sobre todo, cuando los músculos de la rubia se tensaban cada que subía.

Dios, lo único que quería ahora era pasar su lengua por ellos, saborear el dulce sabor que desprendía la piel de la menor, mezclado con el salado de las gotas de sudor que cubrían su cuerpo.

—Buen día, amor.— Saludó de forma dulce, después de haberse deleitado por varios segundos con el cuerpo de la rubia.

—Buen día, preciosa.— Rosé iba a levantarse del banco para besar a la castaña, pero esta la detuvo.

—Oh, no, bebé. Tu sigue con lo tuyo.— Le dijo, antes de agacharse lo suficiente para unir sus labios.

—No quería despertarte.— Rosé hizo otra abdominal, aumentando el libido de su novia.

—No lo hiciste, solo no te vi a mi lado y quise saber donde estabas.— Su mirada estaba clavada en el cuerpo de la más alta, simplemente era glorioso.

—Ven aquí.— Sentía como Jennie se la comía con la mirada, así que, Rosé palmeo su regazo, dándole a entender que se sentara. A lo que su novia obedeció. —¿Te gusta lo que ves?— Preguntó narcisista.

—Me encanta, pero..— La castaña no contuvo sus manos, las cuales comenzaron acariciar el abdomen de la menor. Quien gustosa del roce, se recostó para darle mayor acceso a Jennie. —¿Entrenas para mi o para los fans?— Sus caricias se tornaron en suaves rasguños que dejaban tenues marcas rojizas en la blanca piel de Rosé.

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