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▰▰▰𝗙𝗔𝗟𝗢𝗙𝗜𝗟𝗜𝗔▰▰▰
¡ rodrigo carrera + iván buhajeruk !
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Rodrigo reposó su cabeza en el hombro de Iván, con los ojos cerrados, esperando que el éxtasis del momento se extinguiera por completo.
El problema fue que, cuando logró estabilizar su respiración, fue que entróen razón: ¡se había cogido a Iván, la puta madre! No a cualquier persona, sino al chico que le gustaba.
Gabriel estaría muy decepcionado de él si se enteraba... eso no iba a ser nada bueno, mierda.
No se supone que debía dejarse llevar por las provocaciones de Iván y desatar su lado salvaje con ellas. Sabía que, en el fondo (y quizá no tan profundo), Iván deseaba una cosa como aquella... y quizá, había hecho bien cumpliendo su fantasía (de ambos, de hecho) pero eso no quería decir que el hecho de que haya perdido el control, de modo que ni siquiera lo llevó a la cama, le demostraba que no se encontraba del todo "curado".
Mierda.
Parpadeó un par de veces para enfocar su visión, encontrándose con la bellísima imagen de Iván medio dormido, mirándole con una lánguida sonrisa de autosuficiencia. Joder, quería hacerlo de nuevo.
Pero no. No estaba bien. Debía convencer a su cuerpo de que estaba satisfecho con una sola vez.
Solo una, solo una, solo una..
—Ro... —susurró Iván. Rodrigo le miró con la vergüenza a flor de piel. No era su intención dejarse llevar de esa forma, de hecho, lo tenía rotundamente prohibido—. Quiero hacerlo otra vez.
Los ojos de Rodrigo se abrieron tan grandes.
—No —demandó, completamente firme.
Iván se enojó. —i¿Por qué?! —exclamó, moviéndose en protesta, lo que ocasionó que la hombría de Rodrigo se deslizase por su interior, haciéndoles gemir a ambos.
—N-no sabés... lo que estás pidiendo... —balbuceó Rodrigo, con la intención de salir cuanto antes de ese caliente culo. Pero Iván no quería ceder.
—E-estoy c-completamente consciente d-de lo que te pido, Rodri... —susurra Iván, meciendo letárgicamente sus caderas. Rodrigo se retorció, cerrando los ojos y dejándose llevar por un momento. Iván amó la forma en la que la pija del mayor endurecía nuevamente en su interior, haciéndolo sentir lleno. De repente, se percató de un no tan importante detalle que le dejó inquieto—. ¿Dónde están tus lentes?
Rodrigo abre los ojos de forma dificultosa, intentando procesar la pregunta para así intentar responderla.
—L-los dejé en el auto —responde, tomando en cuenta por primera vez desde que llegó a casa, que los había olvidado ahí adentro. Iván mueve sus brazos atados y los pone frente al rostro de Rodrigo, con una suplica silenciosa en la mirada.
