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—Y esa es la historia.—

Era un tranquilo viernes por la noche. Aproveché apenas terminó mi celo para trabajar las horas necesarias y evitarme sermones o regaños, por ello no estuve tan al pendiente de Kyoka como me habría gustado, pero por suerte terminé de acomodar mi vida esa misma mañana y me encargué a mi hija, dándole el día libre a Ozaki.

Ya en la noche llegó Gin y entre tantas preguntas indiscretas y acusadoras, terminé contándole absolutamente todo, desde esa primera noche en la exposición y cómo lo conocí, hasta lo último que pasó. Ella, como siempre, solo escuchó mientras Kyoka terminaba de guardar sus juguetes para irse a acostar.

—Wow.— Dijo al fin, acomodándose mejor en el sofá que quedaba justo al frente del mío. —¿Y cómo estás... Con él? ¿Lo has llamado?—

—No.— Evité su mirada cuando noté su ceño fruncido. —No sé qué decirle si lo llamo ¡No sé ni siquiera para qué quiere que lo llame, Gin!—

—Hey, ya Ryuu, tranquilo.— Ella me mostró una sonrisa un poco más relajada y comprensiva. —Lo siento, me sentí en una telenovela por un instante, olvidé que la vida es más difícil y sin libretos, no quiero que te rompas la cabeza pensando, ya te veo lo suficientemente cansado ¿Estás durmiendo bien?—

—Tampoco.— Suspiré. —He tenido que ponerme al día en el trabajo, también quería pasar todo el día con Kyoka hoy así que desperté temprano, apenas mañana después de la visita de mamá estaré tranquilo.—

—Eso espero, Ryuu, no te veo bien. Estás más pálido de lo normal y tienes ojeras ¿Dónde quedó mi hermanito con piel como trasero de bebé?—

—Tonta.— Reí, recordando muy bien que ella siempre me molestaba por mi piel suave, y mi madre la adoraba, decía que era un omega muy, muy bonito. Claro, eso antes del nacimiento de Kyoka, o de que se enterara de que estaba esperando un bebé. —Tengo miedo de que esté enojado porque no lo he llamado hasta ahora.—

—Pero si sigues sin llamarle, se enojará más, lo sabes.—

—Solo no quiero escuchar algo que sé que dolerá. Ya sabes, como el dicho, no busques respuestas si no podrás soportarlas, o algo así.—

—¿Y si está preocupado por ti?—

—Llamaría.—

—Pero te dijo que quiere que tú lo llames primero.—

—Ya sé, Gin ¿De qué lado estás?—

—Lo siento, lo siento.— Ella bufó, dejando caer todo su peso en el respaldar del mueble. —Es muy raro para ti todo esto ¿Verdad? No planeo criticar tus acciones o las suyas, pero definitivamente tu vida ha dado un buen giro desde que lo conociste.—

—Sí, es verdad.— Agradecía que Gin no me atacara por básicamente haber aceptado darle mi cuerpo a Atsushi para complacernos mutuamente, ya por mi cuenta me estaba castigando mentalmente por ello. —A Kyoka le agrada.—

—Eso me dijiste, quien lo diría.— Ella se acomodó de nuevo al borde del mueble, volteando hacía donde se encontraba mi pequeña. —Hey, Kyoka ¿Vienes un momento, por favor?—

—¡Síp!— Kyoka, tan rápido como oyó a mi hermana, se levantó y corrió con toda la velocidad que sus cortas piernitas se lo permitían. Se lanzó hacía mí, sabiendo que la sostendría y la sentaría sobre mis muslos, tal y como hice. Gin entonces me miró y negó con la cabeza con un gesto lleno de resignación, probablemente ante el modo como mi hija y yo estábamos conectados.

—Kyoka ¿Conoces a Atsushi?—

—¡Síp!— Kyoka estiró sus manitos y sonrió. —Sushiii.—

—¿Es bueno Atsushi? ¿Quieres que esté cerca de papá?— No me molestó las directas preguntas hacía Kyoka, si no supiera que mi hija era muy inteligente y pudiera responderlas, no habría dejado que Gin hable con ella en primer lugar. Kyoka me miró mientras se llevaba una manito a la barbilla, no tenía ni idea donde había visto que hacían eso, pero fue un gesto tan hermoso que no me contuve de robarle un par de besos en sus mejillas, sacándole dulces risitas que se me contagiaron.

The Perfect Omega [Shin Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora