𝕒𝕟𝕘𝕖𝕝 ; 𝕣𝕖𝕟𝕞𝕚𝕟

THREE

No había podido dormir bien, pensando de más. Le incomodaba la idea de estar abusando de la bondad de Jaemin, ni siquiera tenía cara para mirarlo esa mañana. De todas formas apenas eran las seis y media, el menor despertaba a las siete para irse a la universidad. Jaemin le había compartido muchos relatos y secretos antes de irse a dormir, él no podía decir tantas cosas bonitas de su pasado a decir verdad, y eso dolía. Sin embargo, el agradable tacto detrás de cada palabra que Jaemin pronunciaba, le ayudaba a no sentirse tan decaido en media charla. Pero no podía aceptar aquello, se sentía una carga para alguien que prometía querer ayudarlo. Jaemin parecía tener su vida resuelta, él también quería eso. El castaño llevaba años sin ver a sus padres porque estos no estaban de acuerdo en que él estudiara, querían que se dedicara al negocio familiar en Busán, pero Jaemin quería perseguir su sueño de ser psicólogo. En ese tiempo, tuvo que dormir en lugares de una sola noche gratis, hasta que consiguió un trabajo de medio tiempo y pudo entrar a la universidad.

Jaemin pasaba mucho tiempo solo los fines de semana, ya que esos días no trabajaba. Si bien a veces sus amigos lo visitaban, ellos no pasaban tanto tiempo con él. Todo lo supo por la larga charla nocturna que pasaron, él contó sus problemas, su vida imperfectamente imperfecta y desagradable. Se enderezó en la cama y se levantó para ir por algo de beber, no quería tocar nada en casa ajena, pero tenía la boca seca. Se sirvió agua en un vaso y se sentó en una de las largas sillas en la barra divisora.

— Buenos días Renjun. ¿Qué haces despierto? — Jaemin se sentó junto a él.

— Buenos días. No podía dormir, me duele un poco la cabeza. — No era cierto, pero temía decirle al menor que le molestaba en la conciencia estar allí sin hacer nada. —  ¿Crees que haya alguna bacante en el lugar donde trabajas?

— Renjun, trabajo de barman en un bar gay, ¿no viste el letrero? — Cuestionó, arqueando su ceja. — Seguro no lo recuerdas, que bobo. — Se dió un golpe suave en la frente.

— Bueno, no importa, sólo quiero un trabajo. Por favor, ayudame. — Rogó, haciendo un puchero mientras sujetaba su cabello. — Realmente no quiero estar aquí sin hacer nada, me hace sentir mal. Y no importa lo que digas, permíteme apaciguar mi conciencia.

— Vaya, piensas mucho para la hora que es, yo ni siquiera soy capaz de decidir qué desayunar. — Rió. Renjun hizo lo mismo, Jaemin era tierno. — Está bien, pero te daré una advertencia. Por tu físico, dudo que te den un puesto de cantinero, probablemente te envíen de bailarín.

— No me hagas arrepentirme, se supone que eres mi psicólogo, anímame a perseguir mis sueños y mi libertad. — Bufó, dejándo caer su cabeza sobre la mesada.

— Aún no me recibo de psicólogo. Además, no sabía que tu sueño era ser un bailarín erótico. — Jaemin se puso de pie y se dirigió a la nevera.

— ¡No me refería a eso! — Hizo una mueca. — Sólo quiero poder ser independiente, aunque eso signifique bailarle a viejos verdes faltos de cariño. Quizá... Debería practicar contigo.

Jaemin comenzó a torser y a dejar caer la leche que bebía, dentro de la pileta de la cocina. — E-Estás loco. Mejor ya me voy a arreglar, te veré luego de mi trabajo.

— No, vendrás aquí por mí y me llevarás a pedir trabajo. — Se quejó. — Y me ayudarás a que salga bien, porque tú te ofreciste a ayudarme a mejorar mi vida. Así tengas que enseñarme a bailar horas y horas, tendré empleo y pagaré la mitad de todo aquí.

Jaemin lo observó serio. — Para ser mi paciente e inquilino, eres bastane exijente. — El castaño suspiró. — Bien, te ayudaré, pero hay mejores maneras que esta de ganarse la vida. Haré lo posible por encontrarte un trabajo mejor. Y te pido que por favor no vayas jamás los días viernes a mi trabajo.