Estuvo inquieto toda la mañana, normalmente amaba hacer su trabajo, no le importaba cuantas hojas de papel pasaran por sus dedos, cuantas veces tuviera que poner la misma firma en cada uno de los documentos, no importaba cuantas personas tuviera que ver al día o cuantas llamadas recibiera. Pero ese dia no era igual, se sentía sofocado, como si estuviera fuera de sí mismo, no alejaba la mirada del reloj de pared y las manecillas en este no se movían siquiera un milímetro, aún faltaban horas para que la jornada de trabajo terminará y, aunque era el jefe y dueño,no le gustaba dejar a otros sus responsabilidades. Deshizo un poco el nudo de su corbata buscando que un poco mas de aire entrará por sus pulmones sobre todo, luchaba porque aquellas imágenes de la noche anterior dejarán descansar su mente. Las escenas de aquel muchacho desnudo pasaban como diapositivas en su cabeza, aún podía sentir la suavidad y el calor de esa blanca piel, el perfume que desprendía y los gemidos que salían de su boca no dejaban de martillar en sus oídos.
En vano trató de concentrarse en lo que hacía y solo dejo pasar las horas, argumentando que haría todo su trabajo en cuanto se sintiera más tranquilo.
Al cabo de unas horas por fin se preparaba para irse pero fue interrumpido por su secretario.
-Señor, disculpe pero vengo a recordarte sobre la cena que tiene pendiente con el señor Park.
Jongin miró nuevamente el reloj, había olvidado por completo aquel asunto
-Secretario Jung, ¿no hay manera de cancelar?
-Lo siento señor, pero ya se ha pospuesto demasiado debido a sus ocupaciones. Recuerde que es muy importante para la empresa el hacer negocios con el
-Si claro, tienes razón. Prepara mi auto, iré a cambiarme rápidamente y tú vendrás conmigo
-Si señor, enseguida
Jongin no tuvo más remedio que resignarse y ahora se encontraba en un elegante restaurante privado, en compañía de su secretario y uno de los hombre más ricos de Corea, discutían sobre algunas propuestas para fusionar sus empresas, para colaborar en algunos proyectos y todo resultaría con ganancias multimillonarias. Pero Jongin no podía pensar en otra cosa que no fuera aquel lugar. Al final, llevar a su secretario había sido una ventaja pues básicamente era quien se encargaba de todo al ver a Jongin perdido en sus pensamientos.
El joven agradeció cuando por fin se despidieron, pidió otro automóvil para él, enviando a su secretario con el chofer.
En cuestión de unos minutos se encontraba ya en "El Dorado" pasando por la misma recepción del día anterior y pidiendo especialmente a D.O
Para su mala suerte en ese preciso momento acababa de entrar claro un cliente, lo que lo hizo sentir una rabia que muy pocas veces experimentaba. Decidió esperar aun cuando el hombre del día anterior le había ofrecido decenas de chicos que a su vista eran atractivos pero que dudaba que le dieran lo mismo que el joven de antes.
Espero casi una hora en aquel lugar, siendo atendido espléndidamente por unos jóvenes meseros que le ofrecían bebidas y algunas botanas.
Por fin fue llamado por el hombre, diciéndole que su chico estaba ya listo para atenderlo. Dejó la copa de vino que tenía en mano para seguir al hombre por aquellos pasillos hasta las habitaciones.
Ansiaba tanto ver a ese chico pero sabía que era por el tipo de sexo que había recibido de él.
En cuanto entró pudo observar al chico ya desnudo preparado para él, su vista le examinó de pies a cabeza y no pudo evitar sentir un pinchazo incómodo al saber que minutos antes había estado en esa cama con alguien más. Por supuesto en su cuerpo no había huella alguna de lo que antes había pasado, se veía completamente limpio, a excepción de unas cuantas marcas rojas sobre su cuello.
-Bienvenido de nuevo, Kai...
La sola pronunciación de su nombre por aquella boca le encendió de inmediato y se lanzó a sus labios en un sucio beso, uno que había ansiado a lo largo de todo el día. Su lengua busco espacio en la boca contraria, era sin duda el mismo sabor de antes así que disfruto de la humedad, adueñándose de la saliva del sonido que provocaba el choque de sus bocas.
Quito rápidamente la bata que cubría aquel hermoso cuerpo, acaricio su cuello, bajando sus manos por los hombros, deslizándose por la espalda y llegando hasta sus glúteos, apretandolos con ambas manos, casi marcando con sus uñas la suave piel. Lo recostó en la cama deshaciéndose de la ropa mientras que las manos contrarias le proporcionaban caricias por su pecho y abdomen. Después de unos segundos se encontraba ya marcando la piel del muchacho, la humedecia con su saliva y mientras tanto estimulaba aquella entrada para después penetrarlo lentamente dejándose llevar por esa sensación que apresaba su pene y le provocaba máximo placer. Empezó con las embestidas sacando casi todo su pene para volver a meterlo llegando hasta el estomago prácticamente. Se besaban y se tocaban, gemían y respiraban agitadamente al unísono.
Su orgasmo llegó después después de profundas penetraciones. Se dejó llevar por el placer y eyaculo como siempre dentro del condón; su tiempo había acabado y debía dejar al que le proporcionaba lo que siempre había querido y por primera vez, no quiso separarse de él.
