Porsche jamás se había avergonzado de su subgénero. Ser omega nunca había sido una excusa para hacer algunas cosas. Desde niño, se crio con la idea de que no importaba tu subgénero; deberías mantener la frente en alto ante las circunstancias de la vida. No se dobló cuando sus padres murieron, tampoco cuando su tío les hacía la vida imposible. Todo lo que tenía en mente era que su hermano tendría todo lo que él alguna vez deseó tener. Ser madre y padre para su pequeño Chay no era fácil; su pequeño hermano buscaba a su madre muerta en sueños y no paraba de llorar en ocasiones. Porsche, siendo un omega, trataba de calmar a su hermano tanto como podía. Había veces en que se encerraba en su habitación y lloraba; no quería hacerlo frente a Chay. Él debía ser el pilar de esta pequeña familia. Tenía que mantenerse fuerte, no importara qué pasara.
Con los años, Porsche se convirtió en un omega precioso y fuerte. Su reputación en el bar de Yok era grande. Era la mayor atracción del bar, la tentación de alphas y la envidia de omegas que venían al bar. Él era siempre amable con todos, y además, las propinas de algunos alphas generosos no caían mal cuando uno necesitaba dinero desesperadamente. Porsche no se quejaba de su vida; tenía trabajo y podía poner un plato de comida para su hermano, que era lo más importante. Todo cambió cuando conoció a Kinn Theerapanyakul, exactamente cuando ingresó al mundo de la mafia. Porsche había tenido diversos trabajos en su vida, pero definitivamente, ser guardaespaldas de Kinn Theerapanyakul cambió el rumbo de todo.
Desde el momento enque entró a aquella casa, sabía que tendría problemas. Lo primero era que todoseran alphas; el uso de bloqueadores no hacía notar su subgénero (omega), perolo asustaba. Estar rodeado de alphas y sin collar de protección era peligroso.Tenía la opción de irse y no trabajar para Kinn, pero el dinero era necesario yno había vuelta atrás. Con toda seguridad, aceptó el trabajo, dejó una notapara Chay y empacó algunas cosas. Le dolía dejar a su hermano, pero el dineroque ganaría en este trabajo era más de lo que alguna vez podría hacer.
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Su vida en la mansión Theerapanyakul era caótica. De por sí, por alguna razón, no le agradaba a los demás guardaespaldas, sobre todo al idiota de Ken y Big, pero no le importaba patear traseros de alphas, aun así tenía responsabilidades que cumplir. No podía dejar que lo castigaran fácilmente, y aunque la presencia de Kinn lo inquietaba por alguna razón, se aferraría a este trabajo con uñas y dientes.
Cuanto más pasaba en esta mansión, más ganas le daban de jamás tener un alpha, entre las actitudes nefastas de Kinn y de los demás guardaespaldas. Parecía que sus trompas de Falopio se cosían solas. Todo cambió cuando vio a cierto cachorro llorando cerca del jardín. Había estado dando algunas vueltas mientras patrullaba el área. Hoy se realizaba una de esas reuniones donde ambas familias se reunían sin querer matarse. Cuando oyó algunos sollozos que provenían dentro de uno de los arbustos, se acercó y pudo ver cómo el cachorro no se había dado cuenta de su presencia y seguía llorando.
Hey, tranquilo, cachorro, ¿estás bien?
No me toques, no quiero a nadie.
Aunque el cachorro se mostraba reacio, el aroma que desprendía era de tristeza. Porsche tenía que hacer algo; tener que cuidar a su hermano tantos años había sacado su lado más maternal desde temprana edad, y viendo a este pequeño cachorro llorar, no podía quedarse sin hacer nada. Siendo cauteloso, quitó uno de los parches que siempre llevaba debajo del cuello de su camisa, dejando así poco a poco salir su verdadero aroma. Esperaba que funcionara, dado que al reprimir tanto su naturaleza omega, no estaba seguro si su aroma se podría sentir. Toda duda se dispersó cuando el cachorro dejó de llorar y empezó a mirarlo, aun con los ojos hinchados y el labio temblando por haber estado llorando tanto tiempo.
