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No sé si alguien tiene curiosidad por la frase: "en las letras esconde lo que no puede decir con palabras", ¿o cómo era? Bueno, vamos a decirlo así, Zabdiel pensaba que esa frase lo definía perfectamente.

El chico no era bueno con las palabras, si tenía que decir algo importante simplemente no le salían las palabras de la boca, y su única forma de decir lo que sentía era por medio de letras escritas en papel.

Era bueno en cierto punto, ¿verdad?

O tal vez no. Zabdiel no podía escribir un "Hola, soy Zabdiel. Tengo miedo, tengo miedo de enamorarme verdaderamente y no poder ser libre. Quiero amar y que me amen, pero, también quiero que padres me amen", el escribía a su manera y como él podía expresarse "Aurora estaba enamorada del chico, tenía miedo, ¿Qué tal si resultaba con los demás? Y no es que lo estuviera comprando, solo que ese pensamiento que iba a ser abandonada otra vez se volvía una costumbre que no se iba"

Si regresamos en el tiempo, ¿Qué año exactamente?, No hay uno específico, porque son muchas cosas que pasaron en cada año de su vida.

Noemi Colon y Charlie de Jesús, padres del muchacho: peleaban y no como todas las parejas, porque así eran las cuatro o cinco de la mañana discutían y sin haber pegado un ojo. Una palabra de odio por aquí y otra por allá, el sonido de un vaso de vidrio en el suelo, los golpes en la pared por la mano del padre, los llantos de la mujer y el fuerte ruido que, hacia la puerta al ser aventada, eran las pocas causas que despertaban a Zabdiel, haciéndolo llorar y temblar de miedo.

Y cuando digo que no eran unas peleas cualesquiera como las de otras parejas, créanme que no lo eran.

Charlie, no era el típico padre que demostraba cariño o alguna muestra de afecto a sus hijos, era más bien el padre que tenía prejuicios como machistas, pero poniéndolo en un hombre: Zabdiel tenía que cocinar, limpiar e ir a la tienda, mientras que Pablo tenía que quedarse en casa con el celular, jugando, por el simple hecho de que era el mayor, solamente por dos años.

Todos amamos a nuestra madre desde pequeños, es algo así como la persona que más admiramos, pero cuando tienes dos hijos, solo hay dos formas de criarlos y tratarlos: igual o diferente.

Noemí, era la típica madre que se preocupaba porque sus hijos no reprobaran alguna materia en la escuela: Pablo, era muy inteligente pero la flojera era más grande y su madre no le decía nada por sacar un seis en la materia porqué sacaba de un seis a un ocho en un examen.

Pero con Zabdiel todo fue tan diferente, él no era el mejor estudiante pero tampoco era de los más bajos, sacaba algún ocho muy raramente pero su boleta era de algún nueve y varios diez, su madre miraba la boleta y se ponía algo furia: ¿Porque no has estudiado más?, ¿No pones atención en clase?, ¿Quieres ser como esos señores que andan en la calle, porque para allá vas?, Esas era unas de las tantas preguntas y comentarios que Noemí le hacía a su hijo.

Zabdiel siempre se preguntaba si realmente lo quería, hacía de todo para tener feliz a su madre, pero parecía que cada cosa que hacia la molestaba. La primaria, secundaria y algo del bachillerato no fueran las peores etapas del chico en cuanto a las calificaciones con su madre, cuando llegó el último año del bachillerato, su madre sentenció algo <te miro en la boleta un nueve y te sacaré de la escuela>, Zabdiel estaba consciente de que necesitaba sacar buenas notas para la universidad y para que lo aceptarán en la carrera de gastronomía, pero con eso creció la presión de ya no poder con su vida: personal y estudiantil.

Pablo era hermano del Zabdiel, dos años mayor que el chico y digamos que no se pueden encontrar las palabras para describirlo: a su hermano le tenía como una especie de envidia, odiaba tanto el hecho de que tuviera bajas calificaciones y su madre le pusiera más atención, pero al mismo tiempo Pablo iba diciéndole que él siempre lo iba a proteger, que él iba a llegar lejos y unas cuantas frases más, eso lo hacía sentir mal, pero ¿qué más da cuando todos piensan que Zabdiel no tiene sentimientos?

En la adolescencia siempre pasan muchas, pero, muchas cosas.

A los catorce años empezó a dudar de su sexualidad, miraba a los hombres y le atraían un poco más que las mujeres, no fue hasta los dieciséis que supo que era bisexual.

Un pecado para su familia paterna y su abuelo materno.

El primer amor llegó y con ello el corazón roto: Zabdiel sintió que fue usado por la chica que se enamoró, en fin, unas lloraditas y pa delante. Llegó el siguiente y casi lo mismo, pero peor. Este, porque si, fue un chico, lo ilusionó hasta los dedos de los pies y cuando se cansó lo dejo como tirar un chicle cuando ya no le queda nada de sabor.

La falta de cariño de su padre, el hecho de que su madre lo presionara y no le diera algún consejo animador para seguir adelante cuando el chico le contaba que ya no podía con la escuela, el sentir que fue usado por alguien que quería, dudar de sus capacidades mentales y físicas, dudar de ser suficiente para alguien como un amigo o algo más: fueron de las pocas cosas que llevo a Zabdiel llegar al punto donde estaba.

¿Cuál era ese punto? No poder llorar, no poder expresarse, sentir que no valía la pena luchar por alguien, interesarse por alguien, no poder confiar en las personas. Eran muchos problemas.

La llegada de CNCO, fue espectacular, porque si bien no todos vivieron lo mismo, nadie juzgaba, solo escuchaban y apoyaban por qué todos se sintieron identificados con alguien o con algo.

Erick Brian, fue el chico que eligió a Zabdiel como su mejor amigo. Eran polos opuestos pero su amistad valía oro, si uno estaba triste el otro iba por helado, tacos, alcohol y música.

El hecho de que Zabdiel se diera cuenta de que no podía decir alguna palabra porque era jugado por su familia o amigos en aquella época, lo llevo a escribir todo lo que sentía: desde si estaba feliz, triste, sentía miedo o estaba ansioso.

No importaba el lugar, el escribía y eso era su terapia.

Call me Pat - [Zabdiel de Jesús]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora