☕︎ ℙ𝕒𝕟 𝕣𝕖𝕔𝕚𝕖𝕟 𝕙𝕠𝕣𝕟𝕖𝕒𝕕𝕠 ☕︎

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Era un día nublado de invierno, en las calles estaba nevado, las cálidas luces del local de una panadería iluminaban una parte de de la calle

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Era un día nublado de invierno, en las calles estaba nevado, las cálidas luces del local de una panadería iluminaban una parte de de la calle.

El agradable olor a del pan siendo sacado de los hornos era tan atractivo que nadie podía resistirse a entrar y comprar una pieza.

—Aquí tiene, gracias por su compra— dijo el joven de cabellos anaranjados con una sonrisa.

Luego que el cliente se fuera, soltó un suspiro agotado. Había sido un día atareado y como no serlo cuando estaban en pleno invierno, tomo su celular y miro la hora, faltaba poco para cerrar.

—Hoy fue una buena venta— comentó Arlo quien ordenaba el dinero en la caja registradora.

—Vaya que si— respondió.—Estoy muerto compañero.

—Se nota Isen.

El mencionado se sentó en una de las sillas giratorias detrás del mostrador, dejando caer la parte superior de su cuerpo sobre el mostrador para así tomar una pequeña siesta. Sin embargo, el sonido de la campanilla lo hizo soltar un gruñido.

—Anda no seas gruñón, el pan es lo mejor con este clima.—habló una voz.

—Ugh, solo compra por el maldito pan y vámonos— respondió la otra voz. —Llegaremos tarde.

Isen se levantó con algo de pereza, misma que desapareció al momento de ver a los clientes. Parecían ser gemelos, misma altura, color de ojos, rasgos faciales, aunque claramente se podían diferenciar por el color de cabello ya que uno era pelinegro y el otro pelirrojo.

—Bienvenidos— les hablo el rubio.—¿Qué les puedo ofrecer?

—Hola, me gustaría … dos de esas galletas— señalo el pelinegro en el mostrador —también de los conos rellenos.

—Seguro— respondió Arlo anotando el pedido en la pantalla de la máquina.—¿Deseas acompañar tus galletas con un café o chocolate caliente?

—¿De casualidad tienes latte?— pregunto el pelirrojo.

—Por supuesto.

—Me gustaría uno por favor.

—De acuerdo, ¿lo anoto en la misma cuenta o por separado?

—En la misma— dijo el pelinegro. —A mi me gustaría un chocolate por favor.

—Okey, serían $5.50. ¿Pago en efectivo o tarjeta?

—Efectivo.

El azabache saco su cartera comenzando a contar la cantidad dicha, la entrego y recibió su ticket.

—Gracias por su compra, en un momento se lo entregamos.

—Por cierto— habló llamando la atención del rubio —¿el chocolate no viene acompañado de un biscocho como tú?

☕︎𝙴𝚕 𝚌𝚑𝚒𝚌𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚙𝚊𝚗𝚊𝚍𝚎𝚛𝚒𝚊☕︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora