𝚄𝚗𝚒𝚚𝚞𝚎.

175 36 23
                                    

Obra utilizada para inspirar el relato, en multimedia ღ.

Al instante en el que el ocaso hizo su aparición, las únicas llamas que seguían alimentándose con fervor, eran la de las antorchas y los incendios que arrasaban la isla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al instante en el que el ocaso hizo su aparición, las únicas llamas que seguían alimentándose con fervor, eran la de las antorchas y los incendios que arrasaban la isla. El caos podía medirse en el aire, se respiraba miedo y sangre. El ejército europeo iba ganando por goleada, pero había una zona que se les escapaba del manejo.

Consiguieron combatir contra la mayoría de los habitantes durante las dos primeras horas, pero a medida que el tiempo seguía corriendo; la suerte se esfumaba. La gente se refugió en lo alto de la montaña que asedió a toda su gente. Las tierras eran selváticas, con plantas y animales nunca vistos por los ojos de los atacantes. Debido a ésto, tuvieron que frenar el avance; temiendo un posible envenenamiento por la fauna.

Había numerosos heridos, y para la sorpresa del comandante Min, una alta mayoría para su gusto, eran de sus hombres. Se habían establecido tiendas de campaña en la costa que servían de ayuda sanitaria, pero la guerra no finalizaba.

Ante los ojos de Taehyung, la pequeña escotilla que tenía su camarote, la victoria estaba perdida. Nunca en su vida había presenciado a un Yoongi tan devastado, tan perdido o con tantas bajas. Los habitantes se habían sabido defender demasiado bien para su gusto; y la escalada a la montaña principal, ya le parecía una pérdida absoluta.

Para cuando se quiso dar cuenta, la puerta ya había sido abierta por el hombre armado que tanto veneraba. Su baja estatura no quitaba la fiereza que sus ojos reflejaban. No le dio tiempo ni a sentarse correctamente en su cama. Ambos se quedaron perdidos en la mirada del otro, uno avergonzado y otro enfadado. Que mala combinación.

Y habrían explotado entre sí, probablemente a gritos. Pero un tripulante se acercó corriendo tras las espaldas de Yoongi.

-¡Capitán! ¡Comandante!- exhala agotado, probablemente tras una galopada hasta allí- Ha llegado hasta el barco un señor que afirma ser el gobernante de la isla. Quiere hablar con el capitán para tratar la invasión.

Taehyung sale casi de inmediato hasta la proa de su nave, corre por los pasillos de una forma desmesurada que le revuelve el cabello rubio que ata en una baja coleta. Siente a Yoongi en sus talones, tenso y tratando de no adelantarlo para expresar el respeto de la posición que los diferencia, pero sabe que sigue enfadado.

El aire frío de la noche estremece el cuerpo del responsable. Teme por su vida, pero más por la de sus soldados. Acercándose con cuidado a la proa donde lo aguardan sus marines con ballestas en mano, alcanza a ver a cierto hombre encorvado y de larga barba blanca. Podría jurar que se trataba del mismísimo Merlín de los cuentos de la mesa redonda, pero no, ese señor representaba la desolación de un pueblo arrasado.

Ojeras, escualidez y lágrimas era todo ese saco de huesos que osaba llamarlo en medio de la noche. Iba escoltado por soldados de la tripulación, pero no iba solo. Había una sombra a su vera, encapuchado y tapado hasta los pies. Era una imagen espeluznante acompañada de la luz de las antorchas que arrullaban a la umbría.

𝚁𝚎𝚗𝚊𝚌𝚒𝚖𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘.[𝚃𝙰𝙴𝙺𝙾𝙾𝙺]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora