Prefacio

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Era una catástrofe, el peor fin de su mundo, su caminar retumbaba por todo el lugar, cada paso era un tornado arrasando el piso sin piedad. Del otro lado de la habitación sentado como detective en sus últimas horas de trabajo al teléfono, estaba su mejor amigo Peter, callado, midiendo cada uno de sus movimientos, esperando a que ella terminara su épico momento de autodestrucción emocional.

-¡Esto es una mierda te digo!, ¡Una maldita mierda!, ¿Por qué?, Me mata, me mata enserio, me siento en una estúpida comedia romántica, ¿Por qué tuve que hacerme la orgullosa e irme?, ¡se casa!, se casa y ¡es con esa holandesa loca!, si tan solo hubiera hablado con él antes de irme, si hubiera aceptado mi estúpido amor por él, no estaría aquí sufriendo como protagonista de telenovela. ¡Aggggg!- Frotando su cabellera con frustración solo seguía repitiéndose a sí misma cuan tonta había sido.

-No es momento para que te culpes, lo hecho esta hecho, él nunca te explico lo que sucedió en Alemania, además ¿cómo puedes estar tan segura de que se casa?, es solo un rumor de farándula- Le contesto el joven tras terminar de fumar su cigarrillo y dejar la colilla en el cenicero.

-¿Rumor de farándula?, esto es muy estúpido, esa era una de las razones por las que no quería involucrarme con ese idiota-

-Pero amas a ese idiota-

-Que lo ame no le quita lo idiota-

-¿Por qué no lo llamas?-

-Peter claramente el humo de tu cigarrillo se te subió al cerebro, ¿cómo quieres que le llame?, ¿con que cara?, Hey David que tal soy Rut, una pequeña duda ¿de casualidad te vas a casar con Meri?, es que me di cuenta de que te amo- Le contesto a su amigo con ese tono sarcástico que la caracterizaba.

-Estas cosas te pasan por negadora, todo el mundo sabe que ambos se aman-

-¿Cómo rayos me iba a dar cuenta?, no soy psíquica, no leo mentes ¿cómo iba yo a saber?- Y se recostó en la cama, cayendo en ella como un ladrillo, estaba tan cansada, cansada emocionalmente de sobre pensar tanto la situación, no quería quebrar su orgullo, era demasiado grande pero también sabía que había sido muy estúpida al irse de Londres sin decirle nada sobre sus sentimientos, ni siquiera acerca del hecho de que tenía la intención de mudarse de nuevo a su ciudad natal.

-SE BE-SA-RÓN, el hombre te BE-SO- contesto Peter marcando cada silaba de la palabras con expresión obvia, -mira tengo que recoger a Jane del aeropuerto, así que te veré mañana, deja de sobre pensar por un momento, relájate y mañana hablaremos con más calma- se levantó de la silla de computadora tomo un cigarrillo del paquete de su amiga haciendo una pequeña seña preguntando por aprobación, ella asintió.

-Saluda a Jane de mi parte-

-¿Segura que no me quieres acompañar?-

-No quiero recibirla con este humor, prefiero verla mañana después de que controle toda esta energía un poco-

-Está bien, nos vemos luego-

-Adiós Pan- Así llamaba a su amigo como apodo, Peter salió de la habitación y Rut espero a escuchar el sonido del auto de su amigo encender y supo que ya estaba sola, respiro profundamente y pensó para sí misma -¿Cómo es que quede atrapada en esta telenovela barata?- cerró sus ojos y se dejó llevar por el cansancio.

Apenas abrió los ojos se sobresaltó al pensar que había dormido más de la cuenta, tenía que ir a trabajar, con algo de desesperación y pavor buscaba el reloj despertador, lo había arrojado a través de la habitación esa mañana y no sabía dónde estaba, con movimientos torpes y apresurados se levantó de la cama y mirando en todas direcciones encontró el reloj cerca de la puerta del baño -Oh por Dios, amén por tener alfombra, de otra forma mi pobre reloj habría muerto hace mucho tiempo- se dijo a sí misma, 2:30 pm, aún era temprano, se sintió aliviada y sonrió levemente ante el descubrimiento, se sentó en donde había estado dicho objeto y se quedó mirando la hora por unos segundos, aún podía cocinar algo y bañarse u ordenar una pizza y holgazanear más tiempo.

Divagando entre sus opciones se vio forzada a volver a la realidad cuando el bajo introductorio de Psycho Killer por the Talking Heads resonaba cada vez más fuerte a través de la habitación, era su teléfono celular.

-¡Demonios!, ¿dónde rayos lo deje?- mientras buscaba su bolsa por toda la habitación maldiciendo su existencia, su teléfono no dejaba de sonar, hasta que bajo una chaqueta de mezclilla arrumbada en la entrada de su habitación la encontró, vacío su contenido desesperadamente y de entre todo el pequeño desastre que acababa de crear, tomo su celular, un número desconocido, no le gustaban los números desconocidos, le provocaban un gran miedo e inseguridad, ¿porque alguien tendría su número sin ella tener el de esa persona?, sin embargo tenía un buen presentimiento sobre este así que decidió contestar.

-¿Bueno?-

-¿Rut?, ¡Hey!, somos Harry y Jason-

Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora