Caminar lo más rápido posible, esquivar y rodear cualquier obstáculo, llegar a la oficina de Estudios en el Extranjero y entregar toda su documentación, era el plan que Ruth Herrmann tenía en mente la mañana en que decidió "huir elegantemente" de casa. Hacía ya varios meses, de hecho, desde que la convocatoria había sido abierta, que Ruth tenía toda su documentación lista para intentar ser acreedora a una beca para estudiar en el extranjero, ni siquiera sabía todavía que países estaban inscritos en la convocatoria, para ella cualquier otro país sería mucho más prometedor e interesante que Argentina, aunque tenía sus esperanzas en que Inglaterra estuviese entre las opciones.
-Y bien, ¿cuál es la gran noticia Ruth?- Pregunto el joven de cabellos despeinados y gafas de sol que se encontraba sentado en el sofá de su sala, Ruth mirándolo fijamente con el ceño fruncido le contesto
-Bien, ¿recuerdas esa convocatoria de la que me hablaste hace unos meses?-
-Sí-
-¿Recuerdas que literalmente me escupiste toda la papelería que necesitabas porque ya no tenían panfletos y no llevabas una bendita pluma contigo?-
-Sí-
-¿Recuerdas que estabas tan emocionado que vomitaste y me obligaste a memorizar todo eso por ti?-
-Eeeeh, sí- y se retorció un poco en su asiento ante el recuerdo que su amiga le había planteado -recuerdo todo eso, al punto mujer-
-Bueno, voy a ir contigo-
Un minuto de silencio entre los dos, se miraron fija e intensamente, haciendo unos pocos gestos con la mirada, Peter susurro
-¿Ir, como de viajar a un lugar totalmente desconocido para nosotros...juntos?-
-Ir, como de viajar a un lugar totalmente desconocido para nosotros, juntos Peter-
Ambos asintieron con la cabeza y gritaron al mismo tiempo
-¡Siiiiii!- Mientras los jóvenes se movían imitando a un gorila agitando los puños al viento con euforia alrededor de la mesa de centro de la sala, en la puerta de entrada se encontraban los padres de Peter, mirándolos algo confundidos
-Me agrada que nuestro hijo haya vuelto a hacer amigos, amo a Ruth, le hizo muy bien a Peter, pero a veces cuando están juntos me asustan un poco- le comento la Sra. Griffiths a su esposo
-Tienen el mismo humor, se entienden, no te preocupes...creo-
La familia de Peter era de esas familias ricas reconocidas en la ciudad, su padre el Señor Aaron Griffiths, originario de Liverpool Inglaterra, era Dueño de una Agencia de Autos y de una compañía de telecomunicaciones muy exitosa, su madre la señora Annette Marie Peralta Vega era una pequeña empresaria Argentina que manejaba una cadena de talleres de alta costura.
-Niños, autocontrol por favor-
Ambos jóvenes al darse cuenta de la presencia de los padres de Peter, se detuvieron en seco algo avergonzados
-Si mamá, perdón-
-No sé porque de repente les da pena si siempre hacen esas cosas raras-
-¡Mamá!-
-¡Mande Hijo!-
-Aaron calma a tu esposa-
-Muchachito respeta a tu padre-
El padre de Peter y Ruth intentaban contener pequeñas risitas ante la escena
-Dejemos a los niños seguir con su danza, retirémonos Annette, ¿ya almorzaron o ya se van a la escuela?- pregunto el Sr. Griffiths mientras delicadamente tomaba a su esposa por los hombros para encaminarla fuera de la sala