Alberto se estaba mirando al espejo mientras trataba de acomodarse la corbata.
—Vamos... estúpida cosa —se quejó mientras intentaba hacer el nudo nuevamente, lo cual terminó como una enorme bola que colgaba por la mitad—, ¡maldición!
—¡Alberto! —Le grito Giulia desde abajo—, ¡se nos está haciendo tarde, los Paguro no pueden mantenerlos distraídos por siempre, baja de una vez!
—¡Ya voy! —le respondió algo molesto mientras desenredaba para volver a empezar.
Intento una vez más pero el resultado fue el mismo, lo que provocó que soltara un grito de desesperación, a lo que Giulia interpretó como una llamada de auxilio.
—Santa Gorgonzola —dijo llevándose dos dedos a la frente, tras eso empezó a subir las escaleras—, ¿pues qué tanto estás haciendo?
Al entrar al baño se dio cuenta de lo que pasaba, rodó los ojos mientras pasaba, apartando al chico quien la vio molesto, sin darle oportunidad de protestar, Giulia tomó la corbata, la desenredó y empezó desde cero.
—Tres años trabajando con redes, ¿y no puedes aprender a cómo ponerte esto?
—Ninguna red es tan difícil como esta cosa —acusó Alberto señalándola con dos dedos.
Giulia rodó los ojos.
—Ya vamos tarde, debiste llamarme antes.
—Yo podía resolverlo.
—Quizás, pero no tenemos todo el día.
Alberto no dijo nada, solo apartó la mirada, ella podía ser tan odiosa a veces; Giulia le dio el último estirón y la cortaba quedó en su lugar.
—¡Finito! —Dijo orgullosa, luego tomó a su hermano de los brazos y lo hizo girarse—, ¿bien, qué opinas?
Alberto se examinó en el espejo, la corbata roja combinaba bien con el traje negro, aunque él no era fanático de esas ropas, sentía mucho calor con ellas, y no le permitía mucho movimiento, cosa que él detestaba, se sentía atrapado.
—No está mal —admitió, aunque no lo convenciera mucho, podía sacrificarse un par de horas por Massimo y María.
Giulia sonrió, conociéndolo, eso es lo más cerca de un halago que conseguiría, y podía vivir con eso.
—Benissimo, ahora vámonos antes de que mamá y papá lleguen.
Al oírla Alberto se congeló, habían pasado años, pero aún se sentía extraño al escuchar esas palabras, se miró al espejo haciendo una mueca, los que no vivían en el pueblo, ni sabían lo que realmente había pasado, siempre comentaban que mientras Giulia era igual a su madre, Alberto era la viva imagen de su padre, sabía que debía tomarlo como un cumplido, pero al principio le costó mucho, porque Alberto sí se parecía a su padre, solo que no el que ellos creían, con esos comentarios siempre le seguía un "solo que un poco más bronceado", y él se relajaba porque se daba cuenta de a quien se referían; Alberto lo agradecía, ya que así no tenían que dar explicaciones, y tanto Massimo como María y Giulia estaban felices de presentarlo como su hijo y hermano, sin la necesidad de aclarar que era adoptado, incluso los Paguro omitían ese detalle, aunque siendo justos, ambas familias veían a los hijos de la otra como propios.
Es más, los tres estaban al tanto que Daniela y Lorenzo aclararon que, si algo llegase a pasarles, le confiarían a Luca a los Marcovaldos, y viceversa; así que en realidad, se habían convertido en una enorme familia. Debería sentirse feliz, en ese verano pasó de no tener nada a tener dos familias, y estaba agradecido, amaba a los Marcovaldos y a los Paguro, era solo que...
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Tú lo Vales.
Short StoryToma lugar tres años después de la película. Antes de salir a una fiesta, Alberto se cuestiona si merece todo lo que tiene, la voz en su cabeza, la que ha buscado callar por mucho tiempo, pero que nunca se va, no del todo; le dice que no. Es trabajo...