Capítulo 1 - Melodia

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Cala Green


¿Qué harías si un día simplemente despiertas con la cabeza llena de oscuridad?

Lo sé, suena demasiado extraña esa pregunta, pero es la expresión más similar a como me siento ahora. Como si toda mi cabeza fuera simplemente una habitación oscura o como si todos mis recuerdos fueran arropados por una espesa niebla negra, una niebla que me impide saber mi historia, recordar cualquier cosa, no lo sé, mi primera caída, mi último cumpleaños o cual es mi chocolate favorito, algún suceso de mi vida, algo.

Han pasado dos semanas a desde que llegue a este lugar, porque si, no siento como si hubiera regresado, me siento extraña y atrapada entre las cuatro paredes de esta habitación, y no es porque mis padres me retengan aquí, simplemente no he querido salir mucho.

Me siento como una persona a la que ven como una obra de caridad, desde el día de mi llegada las personas vienen a casa y traen tartas, galletas y flores, suena agradable ¿Quién no amaría tener deliciosos postres? pero no lo es, para nada, cada vez que lo hacen y me observan, me hacen sentir como un bicho raro y puedo sentir su lastima, todos me miran así.

A excepción de mis padres, ellos solo me miran con preocupación y una especie de cariño padres a hija.

Mamá dice que vea un lado positivo, tendremos tartas y galletas para mucho tiempo, son deliciosas no podría quejarme.

En este momento me encuentro plantando en el jardín el ultimo ramo de flores lavanda, su color lila intenso capta la atención de cualquiera que pase cerca de ellas, su olor dulce es delicioso y plantarlas en el jardín, me da la calma que necesito para pasar un buen rato, había plantado las flores que habían traído en todo el jardín y me he ocupado con ello toda la tarde.

Siento que alguien me observa y giro mi cabeza en dirección a la casa, mi madre lleva un delantal y me observa dulcemente, con una amplia sonrisa en su rostro.

-Se ve hermoso el jardín. – comenta y yo sonrió, porque realmente se ve impresionante, las flores son magnificas. – Has hecho un buen trabajo, muchas felicitaciones mi niña.

-Gracias. – respondo orgullosamente y continúo cubriendo con tierra las raíces.

-Cala, cariño ya es hora de comer. – me informo mi madre y sacudí la tierra de mis manos.

-Me lavare las manos e iré enseguida. – dije y ella asintió como respuesta, fui directo al baño de abajo y lavé mis manos quitando la tierra de mis palmas.

Después de terminar de lavarlas, las sequé y fui al comedor, Natalia...digo mi madre ya se encontraba sirviendo la comida a su esposo y siguió en servir también para mí.

Natalia y Jason son una pareja bastante fuerte, ambos se reparten las tareas de la casa y demás, también la base de su relación es el respeto, la comprensión y la confianza, son ese prototipo de padres sacados de películas, aquellos que todos quisieran tener, no tengo nada malo que decir sobre ellos. Se que sufrieron con mi desaparición y nunca perdieron las esperanzas, son buenas personas.

Estoy acostumbrándome a llamarlos como lo que son; mis padres.

-Buen provecho. – dijo Jason y todos comenzamos a comer.

La pasta con albóndigas y salsa de tomate que se encontraba en mi plato fue disminuyendo en cantidad cada que daba algún bocado, mi madre tiene un excelente sazón, sus comidas son caseras y deliciosas, me gusta debes en cuando ayudarla en la cocina, los últimos días de la semana decidí salir de mi cuarto y ayudar un poco, aprendo de ella.

Y claro, también quería que dejaran su preocupación por mi un rato, me mantuve la primera semana solamente en mi habitación, aunque no lo negare, a veces en la noche bajaba a la cocina, me preparaba un sándwich con crema de maní y bombones, mi receta favorita, sinceramente no se como es que la descubrí, una noche simplemente vi el pan, la crema de maní y bombones, y el resultado fue exquisito, ese bocadillo tan sencillo y delicioso me hace sentir en casa.

Hablando con la Luna (Cinco Hargreeves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora