Capítulo 15

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Los ojos de Willy se mantenían cerrados, esperando que el castaño terminara con la distancia que los separaba, su corazón latía con fuerza, las manos temblando, confiando ciegamente en que esta vez las cosas resultarían de un modo diferente, que el universo le daba otra oportunidad para poder estar junto a la persona que siempre amó.

Samuel miraba a Guillermo, sus ojos brillaban con desconcierto, sus labios temblaban ante la sensación de estar tan cerca de los del morocho. Mientras más se acercaban, mientras más contacto había, Samuel deseaba con fuerza que Willy fuera la respuesta a todos sus problemas, que fuera él quien terminara con sus noches de agonía, con las pesadillas agobiantes y la ansiedad que sentía al entrar a su propia casa.

Sus ojos se cerraron.

Terminó con la distancia entre él y Willy, causando que sus labios se tocaran suavemente, en un beso casto y simple.

Un beso tan puro y honesto, que se supone tendría que arreglar su roto corazón, en realidad causaba un dolor opresivo que terminó por sacarle un par de lágrimas que desaparecieron tan pronto como abandonaron sus ojos.

Cuando el tormento no podía ser más insoportable, la imagen de un chico peliblanco con ojos claros y una sonrisa tranquila apareció en su cabeza, disipando un poco del desconsuelo con el que había estado cargando desde el accidente.

Abrió sus ojos de golpe y se separó de Willy con ímpetu.

-¿Sam... -Willy no pudo terminar su pregunta, pues fue interrumpido por el castaño.

-Yo... Willy en serio lo siento mucho, no quería reaccionar así es solo que... -antes de que pudiera terminar de excusarse, imágenes fugaces se hicieron presentes en su memoria, agitando su respiración y causando que sudor frío recorriera su frente.

"Recuerdos" de él y alguien más viendo películas juntos, abrazados simplemente disfrutando el ambiente, recuerdos de él y alguien más cenando en algún restaurante costoso, después en un puesto callejero a mitad de la noche... Fueron imágenes momentáneas y rápidas, tan transitorias que ni siquiera pudo distinguir quién era la otra persona.

-¿Samuel? –Willy lo sacó de su trance. -¿Estás bien?

-Quiero regresar –dijo con un tono similar al de una súplica.

***

Esa misma noche, después de la desconcertante cena, ambos chicos tuvieron mucho que pensar.

Uno se preguntaba si algo había hecho mal, si apresuró las cosas o si estaba presionando demasiado.

Otro trataba de volver a recordar la apariencia de esa persona y buscaba relación en lo que su memoria le presentaba y la imagen de Doblas cuando besó a Willy.

Mientras miraba por la ventana en dirección a su casa abandonada, más seguro estaba que ese lugar ocultaba algo. Decidido, se propuso a investigar más por la madrugada, esperando a que Willy durmiera y a que él y la noche fueran los únicos testigos de lo que iba a hacer.

"Si Willy no es la respuesta, entonces solo hay un lugar en donde puedo investigar y encontrar la verdad".

Romperle el corazón a Willy se sentía fatal, pero no podía cargar con el peso de alguien amándolo y el solo sintiendo amistad. Era injusto para las dos partes.

Cuando alguien con su presencia te trasmite paz, es mágico; pero cuando te sientes en calma con alguien, sin necesidad de su presencia, simplemente con el hecho de saber quién es esa persona, entonces se trata de amor.

No pasaba eso con Willy.

Y realmente lo lamentaba.

¿Será que su corazón le pertenecía tanto a alguien que incluso le impedía amar del mismo modo a otra persona?

***

Su mano temblaba sobre el picaporte de la puerta, el sudor hacía que fuera difícil girarla. Una parte de él le decía que era una pésima idea, que al menos esperara al amanecer para apoyarse de Willy, otra sabía que tenía que ser fuerte e intentarlo, y que si Willy lo acompañaba entonces toda esa fortaleza desaparecería por la presencia del morocho quien fungiría como su protector.

No necesitaba a alguien que lo protegiera, necesitaba a alguien que lo persuadiera a buscar respuestas. Y esa persona era él mismo.

Sabiendo que no contaba con el respaldo de nadie, que en ese momento estaba solo, que lo que fuere que ocultara ese lugar podría causarle un gran daño o arreglar todo... Sabiendo que ya había perdido a una persona, y arriesgándose a que haya sido el error más grande en su vida... Entró y cerró la puerta rápidamente, un acto similar al de advertirse a sí mismo que no podía dar vuelta atrás.

El lugar estaba en silencio, la poca iluminación del exterior no ayudaba mucho a distinguir el interior, por suerte había estado algunas veces en la entrada, la sala y la cocina, sabía que no había nada realmente importante en esas partes de la casa. El problema estaba con las recamaras de la parte superior, a las que intentó acceder en múltiples ocasiones con la ayuda Willy, pero siempre le fue imposible.

Por ahora tenía que superar su primer obstáculo: las escaleras.

"No puedes dar vuelta atrás". Se advirtió a sí mismo. "Si quiero vivir en paz, con tranquilidad y con la seguridad de estar haciendo lo correcto, debo saber qué es lo que oculta este lugar".

Con pasos tambaleantes, y sacando la mayor seguridad posible, subió poco a poco cada una de las escaleras; mientras más cerca estaba del piso de arriba, más complicado era regular su respiración ya agitada.

Frente a él se presentaban dos puertas cerradas; una que sabía de Willy que era su habitación y la otra... la habitación que daba hacia su ventana, la que miraba todas las noches sin saber qué ocultaba. Ahora tenía la oportunidad de saber por qué le resultaba tan misteriosa.

Dos puertas, dos habitaciones, una más personal, la otra un enigma.

Su mano giró la manija, la puerta se abrió mostrando su interior.

Su corazón latía con fuerza sin ningún tipo de explicación. 

Lo que recuerda de mí || RUBEGETTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora