Capítulo 1

159 5 0
                                    

"Laura, despierta". Fueron las últimas palabras que escuchó hasta que despertó, confusa, en la sala de reanimación.

La luz blanca le cegaba, apenas había recobrado el conocimiento y estaba desorientada y, sobretodo, sola.
Intentó reconocer algunos de los objetos de aquella habitación: un electrocardiograma, una estantería llena de lo que parecían ser botes de suero y dos puertas corredizas a cada lado.

"Mis pies", se dijo mientras los movía, a la vez que se miraba el brazo derecho con heridas y una vía conectada. Seguía sin saber que había pasado, cómo había llegado allí y cuestionándose también cuanto tiempo había pasado desde que escuchó aquellas palabras antes de quedarse inconsciente.

Su mente empezó a sumergirse en escasos y difusos recuerdos: estaba en una carretera en frente del local en el que había estado de fiesta, un montón de gente a su alrededor y un sonido que se le hacía familiar: la ambulancia.
Seguía teniendo lagunas y lo único que le provocaban era más nerviosismo y más dudas que no podía resolver.
Por una de las puertas corredizas, apareció uno de los enfermeros. Recordó entonces el trayecto en ambulancia, después de haber estado en un centro de salud de la ciudad en la que había salido. Se habían estado riendo de ella por su estado a pesar de los avisos de los médicos comentándoles que era una persona medicada, y no se les ocurrió otra frase mejor que "loca borracha".

Le dolía el brazo izquierdo, pues le habían puesto allí una vía sin tacto alguno, y después de sacársela el enfermero, pudo decir sus primeras palabras:

-¿Dónde estoy?
-En la sala de reanimación. Habías entrado en coma etílico.- Respondió el enfermero, mientras le colocaba una mascarilla quirúrgica.

Con la boca seca por la deshidratación, solamente pudo decir las siguientes palabras:
-¿Estoy sola?
El enfermero, con una sonrisa triste por ver a Laura en esa situación, hizo que ésta se alegrara por unos momentos:
-Están tus padres aquí, ahora los dejo pasar.
Temblorosa, no sabía si quería verles y abrazarles o que la tierra le tragara. Era la única que sabía el verdadero motivo por el que se había intoxicado.

Apenas diez minutos después, la puerta se volvió a abrir, y tras ella aparecieron sus padres, sollozando nerviosos. No había pizca de enfado o decepción, sabían que era una situación crítica y delicada. Ambos, dejaron las pertenencias a un lado y corrieron a junto de la camilla para fundirse en un abrazo con Laura, mientras susurraban un "te quiero", que le rompió por dentro.

Después de ese abrazo que pareció durar una eternidad, Laura los miró a los ojos, decepcionada por verlos en esa situación, culpable por provocarles dolor y angustia, y confusa y nerviosa por las consecuencias.

Se rascaba las manos hasta hacerse heridas mientras su padre le sujetaba las piernas porque no era capaz de mantenerse quieta y sin recuperar la respiración, se ahogaba en su propio oxígeno.

-Laura, ¿por qué? ¿Qué necesidad había?- decía su padre mientras su madre se limpiaba las lágrimas de esos ojos hinchados y vidriosos.
No era capaz de decirlo con delicadeza, con algo de tacto, puesto que no hay manera para decir que se había alcoholizado para llegar al suicidio.

La puerta se volvió a abrir, esta vez con la enfermera a su paso para dar los resultados de la analítica.
- Intoxicación, claramente, pero en tóxicos ha dado negativo. -La cara de la enfermera no brindó seguridad alguna en sus padres, así que le dejaron hablar para saber qué es lo que estaba ocurriendo si no se había drogado con otras sustancias.
-Que haya dado negativo indica que no está tomando la medicación.- Estas palabras rompieron por dentro a Esther y a Juan, puesto que habían confiado en todo momento en su hija a la hora de la toma de pastillas.

Las siguientes horas fueron como un interrogatorio policial, con la luz blanca cegando por completo y las paredes azules y las puertas completamente cerradas.

Después de aquel interrogatorio, Laura quedó completamente inmersa en un sueño profundo que terminó con un "buenos días " de una enfermera en una habitación completamente diferente.

¿Dónde se encontraba? ¿Por qué había tantas camas juntas? La mente de Laura estaba completamente abrumada, no sólo no sabía dónde estaban sus padres, tampoco sabía donde se encontraba.

- Vaya, has despertado - dijo uno de los enfermeros.
-¿Dónde me encuentro? Y por qué tengo tantas vías?- Laura no paraba de cuestionarse ante la incertidumbre de aquella sala.
-Estás en la unidad de observación, las vías son tu fuente de alimentación mientras tu cuerpo se va recuperando.- afirmaba el enfermero.

"Sala de observación" "Fuente de alimentación" eran las palabras que le rondaban por la cabeza a Laura, que se encontraba en otra camilla llena de parches, posiblemente de algún electro mientras ella dormía.

No fueron hasta pasados dos días que pudo tomar algo sólido, pero lo que pensaba que sería un alta, se convirtió en un traslado.

Lo que la boca callaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora