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Sábado

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Sábado

A penas ahora se había calmado todo.

Eran las cuatro de la mañana y Sana se sentía como una acosadora por mirar tanto el rostro dormido de su mejor amiga.

Sus brazos abrazaban su cintura mientras ella abrazaba su cuello. Era bastante cómodo y reconfortante, pero igualmente no podía dormir.

Solo podía detallar el hermoso rostro de su menor, aquellos mechones negros cayendo en su frente, sus ojos rasgados cerrados tranquilamente, sus facciones relajadas.

Era hipnotizante.

Su mirada bajó a los labios de la pelicorto, y relamió los suyos.

Realmente deseaba llegar a probarlos.

Inconscientemente, su mano tomó la mejilla de la pelinegra y con su pulgar empezó a acariciarla, suavemente, sin quitar la vista de aquellos labios que tanto había deseado que tocaran los suyos.

Inconscientemente, se acercó un poco más.

¿Estaría realmente mal besarla ahora?

Se detuvo y pegó suavemente su frente a la de la menor, procurando que no lo sintiera y no se despertara. Seguía mirando sus labios.

¿Está mal? ¿Jihyo se molestaría si se despierta? ¿La juzgaría por gustarle las mujeres? ¿O se alejaría si se enterará de cuánto le gusta?

Quizás, sea la única vez que podría tener ese tipo de contacto que tanto quería tener con Park.

Suspiró suavemente y se acercó más. Relamió sus nuevamente debido a los nervios.

Cerró los ojos y juntó suavemente sus labios con los de su mejor amiga, sin ejercer mucha presión.

Sintió como su corazón empezaba a latir frenéticamente, sin control, al sentir la calidez de los labios contrarios.

En ese momento deseó que fuese un beso completamente consentido en el cuál Jihyo estuviera despierta y correspondiera.

Pero Jihyo si estaba despierta, con un enorme rubor en su rostro y sus ojos cerrados con cierta fuerza, pero intentaba no moverse.

Se había despertado hace rato por la fija mirada de la mayor, pero aún así mantuvo sus ojos cerrados, disfrutando la presencia de la otra, y se relajó aún más cuando su contraria había empezado a acariciar su rostro. Pero lo que estaba sucediendo ahora realmente la tomó por sorpresa.

Pero no le desagradaba, en lo absoluto.

No quería asustarla o hacer que Santa se sintiera avergonzada, por lo que solo seguía fingiendo estar dormida.

Los labios de Sana eran realmente suaves.

Tenía que calmarse, de lo contrario, Sana notaría que estaba despierta ante su rubor y los constantes latidos de su corazón. Pero realmente no podía. Necesitaba corresponder aquel beso pero su autocontrol se lo impedía.

❝𝟐𝟏 𝐁𝐄𝐒𝐎𝐒❞ ── ( 𝐒𝐀𝐇𝐘𝐎 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora