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Toda mi vida crecí escuchando el sonido de los motores más costosos del mundo, mi padre me enseñó mucho sobre autos cuando estaba con él, mi parte favorita de los fines de semana con papá era ir a los pit y ver las prácticas de sus chicos.

Soy Ivory, mi padre ha sido el jefe de Scuderia  Ferrari por 10 años pero, también tiene una escuela de karting, la gente que quiere que sus hijos lleguen a fórmula 1 acuden a la escuela de mi padre, por algo ha sido el jefe del equipo de Ferrari por tanto tiempo. Es por eso que desde que cumplí 19 años tenía la entrada prohibida a los pit.

No sé la razón por la que mi padre no me quiere en los pit el día de carrera, sólo una vez de sus mecánicos, Ronnie me dijo que la razón era que estoy "Prohibida". Quisiera poder estar con los chicos antes de que empiecen sus carreras, Charles fue estudiante de mi padre, iba todos los fines de semana a casa, se volvió un amigo muy cercano, me gustaría darle ánimos en persona y no solo por mensaje como lo hago todos los fines de semana. Carlos es nuevo en el equipo así que no lo conozco muy bien, solo sé que es muy rápido y mi padre no lo quiere soltar.

Nunca puse mucha atención a los otros pilotos después de que se graduaran de la escuela de mi padre, solo supe que Max había firmado con Red Bull y Lando con McLaren, aunque a decir verdad nunca les di mucha importancia, hablábamos un poco en los ratos libres de las prácticas pero, Max siempre fue un niño muy reservado, Lando al contrario hablaba hasta por los codos.

—¡Ivory!— alguien me llama desde abajo, es sábado de clasificaciones y por primera vez mi padre me permitió entrar al palco de Ferrari.

—¿Si?— es un chico, tiene el casco puesto pero lleva uniforme de Mercedes.

—Soy George— dice mientras abre su visera y mis ojos se abren de sorpresa.

—¡Georgie!— exclamo entusiasmada— No sabía que habías firmado con Mercedes.

—Se hizo noticia hace poco... hoy es mi primera clasificación— dice sonriente, sus ojos gigantes y azules me miran, puedo ver que esta sonriente porque sus ojos se entrecierran.

—¡Buena suerte!— levantó los pulgares— Pero no demasiada— bromeo y él solo rueda los ojos.

—¿Nos vemos después de la carrera?— pienso un poco la respuesta— Me tengo que ir, te llamo más tarde— dice y comienza a caminar hacia la pista.

La gente pensará que por ser hija de alguien tan importante en la fórmula 1 eres mejor amiga de todos los pilotos y sales de fiesta con ellos pero, la verdad es que la única carrera a la que puedo asistir es a la de Mónaco que es en donde vivo, mi padre no puede prohibirme entrar mientras que, cuando es en otro países simplemente me corta las tarjetas para que no pueda viajar, lo sé, algo loco.

Al principio no lo entendía, me apasionan las carreras, sé cada detalle de ellas y ese sonido fuerte del motor que encontraba molesto ahora es música para mis oídos.

Siempre he sido obediente con mi padre, le costó mucho llegar a donde está ahora, me enseño todo lo que sé hoy, me apoya en mi carrera de ingeniera mecánica, me prohibió en los pits, carajo, desearía haber obedecido a sus reglas.

Aprendí a la mala porque me llamaban la prohibida.

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